-¿Cuál creés que es la relación entre el arte, o, más específicamente, el cine, y los cambios sociales? -Yo no me considero una artista, soy más periodista que cineasta, pero aun así, creo que los artistas son los primeros que captan el cambio social, la revolución, lo que está por venir. Yo creo que normalmente en los artistas hay una percepción mayor de lo que está pasando, y tienden a reflejarlo.
-La película que venís a presentar trata sobre la homoparentalidad, que es un tema que está en plena discusión en la sociedad uruguaya. ¿Cómo es el abordaje del asunto que hacés en el documental? -Yo vengo a presentar dos documentales, uno es Queerspawn, grabado en Estados Unidos en 2005, y el otro es Homo Baby Boom, grabado en Cataluña, España, en 2008. El primero se hizo cuando en España estaba pasando justo lo que aquí sucede ahora: se estaba por aprobar la ley de matrimonio y la ley de adopción y había todo ese debate sobre si estos niños crecerán bien o crecerán mal. Lo que hice fue buscar familias en Estados Unidos con hijos ya adolescentes y son ellos los que no se explican cómo es. Me decían “cómo es de aburrido este tema”; muchos de estos chavales me preguntaban por qué hacía un documental sobre esto, ya que para ellos era cuestión de “tienes dos padres o dos madres y ya”. En el que hice en España me enfoqué más en familias que acababan de adoptar y en cómo les había afectado esta ley. Lo que sí ha pasado es que muchas de estas familias (que ya existían de antes, lo que hace la ley es darles los papeles) se sienten legítimas. Tienen todos sus derechos, los dos papás o las dos mamás pueden llevar a los niños al médico, ya no tiene que ir una y la otra debe explicar siempre la situación. Estas familias han estado existiendo al margen, yo he conocido gente que tiene dos madres y tiene 33 años, como los tengo yo. Éste no es un fenómeno nuevo, familias homoparentales ha habido siempre, tal vez menos porque les han faltado los papeles para constituirse como tales, pero las hay, a través de la inseminación, por hijos de una relación heterosexual, de inseminación de un amigo, de adopción como persona soltera, escondiendo que en realidad es una pareja de mujeres o una pareja de hombres. Lo que da esta ley es la posibilidad, los derechos y, sobre todo, la protección de estos niños. ¿Qué pasa con un niño que es adoptado y esa persona que lo adoptó muere y la otra persona no es nadie? ¿Vuelve al sistema de adopción? Es el niño el que tiene más protección cuando los dos padres pueden serlo realmente.
-¿Qué diferencias encontraste entre Estados Unidos y España respecto de este tema? -Es muy difícil generalizar, porque de hecho el documental muestra dos espacios muy diferentes. En Manhattan, Nueva York, los niños no entendían por qué yo hacía un documental sobre esto, les parecía aburrido; y Texas es un estado muy conservador, que ha votado específicamente en contra de la posibilidad de matrimonio entre homosexuales. Pero más allá de estas diferencias, yo encuentro que éstas son familias que se lo han pensado mucho, que no tuvieron un hijo porque de pronto han tenido una noche loca, que han pasado meses, años pensando, reflexionando, y cuando lo logran realmente son unos hogares muy consistentes, que ofrecen todo lo que pueden dar a sus hijos.
-Claro, la legalidad no resuelve el trasfondo más pesado que es el posible estigma, y ése es uno de los temas que se discuten: que ese niño puede cargar con una gran discriminación por la opción de sus padres. -Ése era uno de los miedos que se tenía en España cuando se aprobó la ley, hace cuatro años, y ya se está mostrando que no se los discrimina si al entorno que rodea al niño se lo educa correctamente. Y lo que ocurre es que los padres de estos niños se involucran mucho en la escuela y van y hablan con los maestros y les preguntan cómo se les va a explicar qué es lo que es la familia. Estos padres no llevan a sus hijos a una escuela del Opus Dei, donde se les va a inculcar que la única familia posible es una mamá y un papá, que, además, no se divorcian nunca. Eso es mentira, lo vemos cada día. Estos niños crecen acompañados por este entorno sin ningún problema. En la adolescencia es más común que tiendan a esconderlo, pero tal como tienden a esconder que sus padres están separados, o que su padre es gordo. Uno en la adolescencia quiere pasar desapercibido y ser popular y no tener nada que le pueda venir como una carga.
-También está el miedo sobre si una pareja homoparental puede llevar adelante los roles de padre y madre siendo ambos integrantes del mismo sexo. Que es más bien un miedo del resto. -Cuando dos hombres o dos mujeres deciden tener hijos tienen muy claro qué quieren hacer y cómo lo van a hacer. Una de las cosas que les preguntan a las parejas que tienen dos papás es “¿Y quién hace de mamá?”. Y ¿qué es “hacer de mamá?”. ¿Cambiar pañales? Los dos pueden. ¿Hacer papillas? Los dos también. Y eso es una diferencia que yo veo en estas familias, hay un reparto de roles efectivo, real y al cien por cien.
-El rol o la tarea es elegido o viene de un mandato social... -Claro, porque resulta que eres mujer pero a ti no te gusta planchar. Y a veces en los repartos de roles en la familia tradicional a ti te toca terminar haciendo lo que no te gusta. Y en estos casos los niños también aprenden que no hay cosas de hombres y cosas de mujeres. Que un destornillador lo puede usar cualquiera y que la plancha la puede usar cualquiera.
-Lo otro que se discute es si esas configuraciones familiares producen homosexuales. -¿Y de dónde hemos salido todos los homosexuales que tenemos un papá y una mamá? Lo otro es que a ese pensamiento subyace que ser gay es malo. ¡Oh, van a producir más! Pues que no se pega, eso es mentira, no se contagia. Y aquí sí que he consultado todos los estudios que se han hecho en los últimos más de treinta años: el porcentaje de hijos gay en una pareja homosexual es el mismo que en una pareja heterosexual. La diferencia es que los hijos que son gays no lo viven con tanta angustia, no tienen este gran miedo a decírselo a sus padres. Saben que van a ser más comprendidos. Y si les preguntas a padres homosexuales, la mayoría te va a decir que prefiere que sean heterosexuales, porque ellos han tenido que sufrir discriminación, y lo que quieren es que sus hijos sean todo lo felices que puedan.
-Y puntualmente sobre cine, ¿creés que hay un género que se caracteriza por el contenido gay? -Lo que hay son festivales de temática LGTB [Lésbico, Gay, Transexual y Bisexual] en todo el mundo. Así que más que un género es un tema, que por mucho tiempo ha estado fuera del resto de los festivales, o del resto del circuito, porque es un tema del que en muchos lugares no se quiere hablar. Porque de lo que no se habla no existe.
-Esa organización de festivales específicos también habla de una segregación. -Es la manera de que el que tenga ganas de ver esas películas las pueda ver. En pocos días y todas juntas. Pero la mejor evolución de un festival de cine gay es desaparecer, que esas producciones puedan estar en los mismos espacios que cualquier película. Pero como eso al día de hoy todavía no existe, sigue siendo necesario, tal como siguen siendo necesarios los festivales de cine de mujeres o de cine indígena. Porque no se accede en igualdad de condiciones a los festivales de cine tradicionales. Pero eso es temporal. Eso suena un poco a cuento de hadas y no va a pasar ni hoy ni mañana, ni en los próximos cien años.
-¿De qué origen es tu apellido? -Mira, yo nací en Alcoi. Mi apellido es bastante común, el presidente del Real Madrid se llama Vicente Boluda. Lo que agradezco es que no me hayan puesto “Concha”. ¿Te imaginas si me llamara “Concha Boluda”? No podía venir.