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Ana Prada

Foto: Javier Calvelo

Ana Prada y el folclore sin géneros

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Ana Prada comenzó hace quince años participando activamente en la escena musical montevideana, recorriendo distintos escenarios detrás de artistas como Ruben Rada, Fernando Cabrera, Jorginho Gularte y, especialmente, sus primos Daniel y Jorge Drexler. Su primer proyecto fue el Cuarteto Vocal La Otra, donde visualizó la posibilidad de encontrar su proyecto personal y definirse como cantautora. Fue una faceta que desarrolló en Soy sola (2007), un disco producido por Carlos Casacuberta, que intercalaba una temática personal y urbana con influencias campestres y litoraleñas. Su nuevo disco, Soy pecadora, continúa este camino sobre el que conversamos con su autora.

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-¿Cómo fue el trayecto de “sola” a “pecadora”?

-Yo no estuve sola, simplemente me tocó vivir la soledad desde la unicidad. Creo que ser tiene que ver con lo permanente, y estar con un momento. Soy sola fue un cometa Halley para mí, un pequeño punto que desarrolló una gran cola. Yo siempre estuve acostumbrada a cantar en grupo, pero nunca había tenido la inquietud de hacer un trabajo solista. Mi primer disco llegó después de la crisis de los 30, cuando sentí la necesidad de hacer algo mío y de preguntarme qué pasaría si me ponía al frente de un proyecto personal. Junté canciones inéditas de Fernando Cabrera, Samantha Navarro y Daniel Drexler, y comencé a trabajar junto con Gonzalo Gutiérrez en una maqueta, que culminó con un disco donde las canciones “Amargo de caña” y “Soy sola”, definieron mi sonido personal. En Soy pecadora ya soy parte de la premisa de decir lo que quiera y hacer lo que quiera, tratar de pensar menos y hacer más, y no buscarle mil explicaciones o justificativos a cada sonido, a cada palabra que aparece en el disco. Tiene muchas coautorías, es decir, horas de compartir con alguien ideas, emociones, y eso también le da una cierta frescura. Son 13 canciones, de las cuales nueve son compartidas con Elvira Rovira, Queyi y Matías Cella, productor del disco. Además lo grabamos en Villa Mercedes, San Luis, Argentina, conviviendo, lo que generó un ambiente de trabajo muy lindo, muy divertido.

-Soy sola tenía muchos aires folclóricos, ¿siguen presentes en Soy pecadora?

-Yo nunca quería mostrar mis canciones porque las sentía muy folclóricas. “Soy sola” es re folclórica, “Amargo de caña” es una milonga que habla de mi río, de mi Paysandú y de mis paisajes de infancia; a mí me daba vergüenza mostrarme, porque yo me movía en un mundo musical que no era folclórico. El responsable de ese criterio estético que defendió y definió a Soy sola fue Casacuberta. Por cada canción que yo le llevaba, él sacaba un vinilo de Zitarrosa, otro de Violeta Parra, de Jaime Roos o de los Talking Heads y hacía una mezcla estética dentro de una investigación temática que iba definiendo mi estilo. Me hizo entender que sonar “rancherota” no tenía nada de malo; de última, yo me crié en el campo, escuchando a mi padre cantar folclore latinoamericano. Así que comprendí que no quería imponerme un modelo, justamente sacármelo.

-¿Sentís que la aceptación crítica tiene algo que ver con ser la prima de Jorge Drexler?

-Yo siento que he tenido una suerte bárbara, pero por un montón de aspectos, no sólo por ser prima de los Drexler. Creo que ser la prima de Jorge rinde cuando estás lejos de Uruguay. Si salís y mencionás que sos uruguaya, lo primero que conocen de acá es a Drexler. Decir que soy la prima es que te miren de otra manera; eso te puede jugar a favor o en contra. Después tenés que llenar expectativas, que se te caen encima porque las tenés que cumplir.

-¿Se te abren más puertas?

-Puedo decir que un poquitito se abren puertas, pero depende de lo que una haga. Si sos la hija de X y lo que hacés es espantoso, no va a pasar nada. Si mis canciones no gustan, no enamoran y no convencen al sello, tus shows no caminan. Siempre tenés que trabajar con que los demás te quieran. Te juega mucho a nivel espiritual y a nivel energético. Soy sola me abrió muchas puertas y el aval de Carlos fue importante para mí, me disciplinó, porque yo soy de “dejar para mañana lo que puedo hacer mañana”.También pude comenzar a ver el ejemplo de disciplina que tienen Jorge y Daniel. La vida me ha dado la oportunidad de trabajar con grandes músicos que me han enseñado. Tuve la oportunidad de trabajar con Jorginho Gularte, Paquita Mañosa, Rada, Fernando Cabrera, Pitufo Lombardo y Liliana Herrero, que grabó dos temas míos y me dio una mano recomendándome por toda Argentina.

-En Soy pecadora recorrés un mundo íntimo, asumido y de continuidad con el disco anterior...

-Sí, para mí hay una continuidad entre un disco y otro, donde se juega mucho con lo autorreferencial, donde hubo un proceso de maduración, de edad, de viajes en los que conocí otros mundos. Soy sola me dio una identidad, es un disco que expresa una mujer del hoy bajo determinados mandatos. En Soy pecadora no me la juego tanto, pero siento que tengo mayor libertad desde el concepto. Desde que salió la canción “Soy pecadora” fijé otro camino para el disco, trabajé al amor y al desamor desde el pecado, quizás haciendo guiños a historias de amor de personas del mismo sexo sin quererme cortar en ese sentido. Los temas de este disco fueron como un lienzo que fui pintando y que cada uno lo interprete como quiera, no hay pretensiones.

-A diferencia del disco anterior, éste tiene un estilo de producción más femenino….

-El concepto del pecado aparece en la cocina. Elvira Rovira, coautora del tema “Soy pecadora”, y yo estábamos en la cocina, charlando en su casa, de pronto estábamos haciendo un comentario y yo tiré una frase venenosa sobre alguien, y me dije “¡ah, qué horrible! estoy hablando mal de alguien, soy pecadora y los santitos huyen de mi agenda”, haciendo referencia al montón de estampitas que tengo guardadas en mis agendas. Justo nos pasaron por debajo de la puerta un folleto de Ondas de Amor y Paz; la casualidad nos pareció tan fuerte que se debía una milonga. Este disco refleja ese mundo de la pecadora que vive en un mundo lleno de paradigmas. ¿Quién no ha estado del lado del pecado? ¿Quién no se remite a lo religioso? ¿Quién no ha tenido un amor prohibido, un amante? El mundo de Soy pecadora genera mucha empatía con el público, porque es muy fácil salirse de la raya. Vivimos en un mundo occidental hipócrita donde existe mucha pantalla.

-Aunque tus melodías tengan un poco de zamba, malambo o milonga, tus letras son más pop...

-Seguramente mi infancia vinculada al campo influyó mucho en la música a la hora de componer. En un principio no hubo intención, ahora compongo más pensando en el género. Yo no puedo ponerme a escribir letras campestres, porque no estoy viviendo en el campo, porque el caballo no se me cae por el barranco, pero quizás el auto se me queda en la rambla. Cuando está naciendo una canción con aires folclóricos, trato de defenderlos, aunque los arreglos la lleven a un lugar pop.

-¿Qué te parece este resurgimiento del folclore como género y cómo se siente ser parte?

-Encuentro que hay un revival; hubo un momento en que parecía que la música popular uruguaya caía para siempre, creo que hay un resurgimiento y una revalorización de lo folclórico. La gente se empezó a arrimar a estos ritmos. Lo que me gustó de participar en la suplencia de un jurado de un programa donde la gente demuestra talento es que premiaron a un grupo de folclore antes que a alguien que canta hermoso pero al estilo Operación triunfo. Desde mi perspectiva, me encantó que se haya premiado algo diferente y novedoso, no para nosotros sino para lo que demuestran los medios de comunicación. Pertenecer y permanecer es difícil, sobre todo cuando una está entre medio de géneros y queda como algo híbrido adelantando caminos. Yo quedé chocha cuando me nominaron “revelación folclore” en los Premios Gardel de Argentina y como disco en los Graffiti de Uruguay, me abrió muchas puertas porque soy muy nueva en esto. Para una mujer es muy difícil estar al frente de una banda, transmitirles a músicos de determinada categoría cómo querés sonar. Lograr una continuidad es muy difícil.

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