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Feria del libro, el lunes 4.

Foto: Victoria Rodríguez

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La Feria Internacional del Libro se aboca al autor local.

Hace tiempo que la feria del libro realizada en Montevideo no le hace mucho honor al adjetivo “internacional”, y es probable que la situación se mantenga durante un buen tiempo. Mientras tanto, algunas ferias del libro del interior están dando muestra de un dinamismo ajeno a la lógica del evento capitalino, que ayer clausuró su edición 33ª.

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En Frankfurt

Uruguay estuvo representado en la Feria del Libro más notoria del mundo, que culminó ayer. Por un lado, la editorial Hum fue invitada a participar en la Feria de Frankfurt y, a instancias de la Dirección Nacional de Cultura, la propia Cámara Uruguaya del Libro tuvo un stand propio.  “Al ser Argentina país invitado de honor por su bicentenario, se hizo el esfuerzo para que Uruguay participara, luego de muchos años sin venir”, dijo Álvaro Risso, presente en Alemania junto con Pablo Harari, director de la editorial Trilce.

Bromear sobre la presencia de Ziraldo se ha vuelto común entre los interesados en la marcha de la Feria del Libro. Pero la repetida visita del autor brasileño sería menos notoria si estuviera acompañada por la de otros invitados extranjeros. Este año, la participación de escritores internacionales se limitó al poeta Osvaldo Aguirre, el divulgador científico Diego Golombek (director de la colección Ciencia Que Ladra, de Siglo XXI), la periodista Liana Wenner, todos argentinos, y al editor chileno Paulo Slachevsky (que dio una charla restringida a personal de la industria).

La lógica y la experiencia de años anteriores indicarían que son las editoriales con presencia global las responsables de darle el toque cosmopolita a la feria, pero Wenner, cuya biografía Nuestro Vinicius fue editada por Random House- Mondadori-Sudamericana, fue la única autora invitada por una multinacional. A Aguirre lo trajeron la embajada argentina y la editorial independiente Hum, y a Golombek la distribuidora América Latina, en tanto Slachevsky llegó a través de la Cámara Uruguaya del Libro, organizadora de la feria.

Otros centros

Las ferias del libro de San José y Maldonado parecen guiarse por lógicas algo distintas a la de Montevideo. De hecho, en la capital fernandina este año la intendencia la organizará por primera vez sin la Cámara del Libro (que realiza varias ferias en el interior del país) y la Dirección de Cultura de Maldonado está convocando directamente a los interesados en participar en la edición que comienza el 10 de noviembre. Luis Pereira, de esa Dirección, afirma que se mantendrán los elementos básicos de las ferias anteriores: el emplazamiento en la plaza de Maldonado y la presencia de autores nacionales. El poeta y gestor cultural también coordina el Encuentro de Escrituras, cuya quinta edición culminó la semana pasada. Organizado junto con el Centro Regional de Profesores, este año convocó a autores de Argentina, Brasil, Paraguay y Chile, en su mayoría de localidades no metropolitanas. “La idea es que sean escritores del sur del continente, con interés de que estén presentes el interior argentino y el uruguayo. Somos conscientes de ser el único encuentro de este tipo en el país. Debería haber más a nivel nacional”, dice Pereira. Unir el Encuentro con la Feria tendría un inconveniente insalvable: “El año pasado lo hicimos con un mes de diferencia y terminamos muertos. El equipo es muy pequeño, no tenemos recursos humanos. Además, el Encuentro no tiene perfil comercial, sí de construcción de público, pero es para gente que tiene interés definido por la literatura. La feria no es de creación literaria, sino que entra autoayuda, historia, periodismo, ensayo”. La Feria de Promoción de la Lectura y el Libro de San José, por su parte, sorprendió a varios el año pasado por su nutrida convocatoria de instituciones y escritores extranjeros (el colombiano Héctor Abad y el portugués José Luis Peixoto entre ellos). El énfasis de la feria maragata es la educación, y quien está al frente de su organización es la asesora en esa área de la Intendencia de San José, Celeste Verges. Aunque la Cámara del Libro participa, también lo hacen editoriales no afiliadas y aun otras extranjeras (este año, de Paraguay y Perú). Entre los varios invitados internacionales de esta edición -que irá del 19 al 24 de este mes- está Enrique Noriega, último Premio Nacional de Poesía de Guatemala. Además, la Feria de San José se perfila como un centro internacional desde que el año pasado se lanzó allí el proyecto de integrar a las asociaciones de escritores de Latinoamérica. Muchas instituciones educativas preparan con meses de antelación el estudio de los autores extranjeros invitados, buscando aprovechar al máximo el contacto con éstos durante los días de feria. Setenta presentaciones de libros, 18 exposiciones, 20 embajadas y más de 40 stands constituyen el núcleo de este evento absolutamente gratuito (hasta para los expositores: no se cobra la colocación de un stand) que se desarrolla simultáneamente en varios locales de la ciudad de San José y localidades de todo el departamento. “Desde que está la feria se venden más libros, hay más talleres, se ve el impacto”, afirma Verges.

Mesa de ofertas

Toda feria tiene, por definición, una dimensión comercial, pero las diversas ferias del libro que se realizan en nuestro país y en el mundo (ver recuadros) orientan ese factor económico de distinta manera. La de Frankfurt, por ejemplo, es un evento en el que se tramitan contratos editoriales internacionales. En la de Montevideo, el negocio principal es más modesto: la venta directa al público. Editoriales y distribuidoras aprovechan para eliminar intermediaciones y ofrecer descuentos en los precios de sus libros. En la conformación de la oferta -en todo sentido- de la feria hay que tener en cuenta que las ventas realizadas allí representan un porcentaje importante de lo facturado anualmente (aunque es difícil precisarlo: las cifras exactas son esquivas).

Siguiendo esta lógica, para las filiales locales de las editoriales multinacionales la presencia de autores extranjeros en la feria sólo tiene sentido si apoya un lanzamiento de absoluta actualidad. Esto, y no la inversión económica que supone traer a escritores de otros países, surge como el principal obstáculo para la “internacionalización”, según los responsables de Santillana, Planeta y Random House-Mondadori, que además coincidieron en señalar como problema la complicada agenda de los posibles visitantes del exterior.

Para algunos, la solución pasaría por “acercar” la feria de Montevideo, que se realiza en setiembre-octubre, a su contrapartida bonaerense, organizada en abril-mayo: algunos visitantes, con las agendas ya liberadas, podrían cruzar el Río de la Plata. Álvaro Risso, presidente de la Cámara del Libro, no comparte la idea: “Hacerla en la misma fecha que Buenos Aires puede atraer algunos autores extranjeros. Pero, ¿vendrán? Los clave, los de primera línea, sin duda que no. Los demás habría que verlo. ¿Por qué las exposiciones en el Malba de Buenos Aires no desembarcan también en Montevideo? ¿Por qué el Cirque du Soleil se presentó dos veces en la otra orilla y nunca nos visitó?”.

La realización del Festival Eñe en agosto de este año muestra otras cosas. La inversión de la cooperación española y la organización de una empresa de ese país permitieron que una cincuentena de autores extranjeros atrajeran una numerosa concurrencia al Centro Cultural de España y otras instituciones. Entre ellos, había autores de relevancia indiscutible, como los argentinos Piglia y Fogwill. Con entusiasmo desparejo, las editoriales locales se plegaron a la oportunidad promocional -Alfaguara realizó una campaña especial con Agustín Fernández Mallo-, a pesar de que el Festival Eñe no priorizaba la venta directa de libros.

De acá

Las dificultades para convocar autores extranjeros también pueden ofrecer aristas positivas. En una entrevista publicada por Brecha el 1º de octubre, Risso afirmó que la esencia de la feria es su “acento en el autor nacional”. Asimismo, opinó que se trata de un buen momento para la producción uruguaya:“Tenemos muchísimos libros, probablemente incluso más de los que el mercado puede absorber. Y muchos son muy exitosos, tanto en cuanto a ventas como a público y a críticas. Y muchos de los debates ‘de pensamiento’ de los últimos tiempos han salido de los libros. Te nombro dos: Pepe coloquios y Qué tupé. Si a eso le sumás la fuertísima presencia del libro infantil y juvenil, yo diría que el libro en Uruguay goza de buena salud”.

Pero aunque la feria concentra cada vez más lanzamientos y “relanzamientos” de libros uruguayos, el término “nacional” se sigue entendiendo en oposición a “internacional” y no en el sentido de “de todo el territorio” (hay excepciones, como la del poeta artiguense Fabián Severo, consignada en www.uypress.net/uc91031.html). En el interior del país, en cambio (ver recuadro), parecen ganar terreno la conciencia de lo regional y las virtudes de la descentralización.

Otro de los sobreentendidos de la Feria organizada por la Cámara del Libro es que sólo conviene traer a autores muy populares. Así, las editoriales multinacionales no revisan su catálogo completo (que suele incluir sellos orientados a públicos diversos) a la hora de pensar en invitados, sino sólo aquello que de antemano se decidió promocionar localmente. De este modo, son ignorados autores potencialmente interesantes e interesados en venir, como también demostró la convocatoria del mencionado Festival Eñe.

Si nada cambia, la tendencia de maximizar la venta directa de libros al público concurrente seguirá imponiéndose -en un evento que cuenta con apoyo estatal- y se acentuará el carácter local de la feria. Tal vez sería entonces momento de empezar a llamarla de algún modo más acorde a su impronta montevideana. Por lo pronto, ahora habrá que dejar de prestar atención a ese rumor que periódicamente anuncia la llegada de Mario Vargas Llosa.

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