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Peor es nada

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Hay más inequidad social en Uruguay que en Portugal, el país más desigual de Europa.

Uruguay es el país más igualitario de América Latina, aunque la comparación es infeliz: en el mundo no hay región con menos equidad que ésta, donde están diez de los quince países más desiguales. Medida con regla europea, la sociedad uruguaya está peor que la de Portugal, la menos equitativa de aquel continente.

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Entre los factores que perpetúan la inequidad uruguaya se destaca la política fiscal, basada sobre impuestos indirectos, aseguró Isidro Soloaga, coautor del informe “Actuar sobre el futuro: romper la transmisión intergeneracional de la desigualdad” del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Soloaga presentó ayer en la Facultad de Economía los resultados de la investigación, que pinta a América Latina como “una región de alta desigualdad” -aun peor que la de África subsahariana-, la cual es “persistente” en el tiempo, y con “baja movilidad socioeconómica intergeneracional”.

“La transmisión de la desigualdad se produce a nivel del hogar”, explicó el experto, que también cuestionó algunas políticas públicas que instalan “trampas” en el camino hacia su reducción.

La desigualdad se expresa por varias vías, entre ellas las “de género, socioeconómica y de raza”. De acuerdo al índice Gini, que la mide, son latinoamericanos diez de los quince países más inequitativos del mundo. Y el país latinoamericano más igualitario (ya saben cuál) tiene una desigualdad superior a la de Portugal, el país peor ubicado de Europa.

En esta región “existe evidencia de baja movilidad socioeconómica [...] y de ingresos” entre sucesivas generaciones, aseguró Soloaga, que subrayó el rol de la familia a la hora de decidir la suerte de un joven latinoamericano. La posibilidad de que un niño acceda a la Universidad asciende a 71,6% si sus padres son universitarios, y el porcentaje se reduce a 3,1% si sus progenitores sólo concluyeron la enseñanza primaria. La realidad no cambia demasiado entre quienes tienen padres con secundaria completa e incompleta (5,4% y 5,9%, respectivamente), y sube apenas a 18,7% para aquellos cuyos progenitores no terminaron una carrera universitaria.

Además, explicó Soloaga, son estudiantes 83% de los jóvenes de entre 18 y 23 años y del estrato socioeconómico alto. En el estrato bajo son 30%.

Tiro indirecto

Para el experto del PNUD, las políticas contra la inequidad no inciden como se pretende. “Se debe analizar dónde es que la política pública no está actuando y ver por qué.

Siempre que se habla de problemas educativos, las propuestas pasan por crear más escuelas, y quizás la solución no necesariamente pase por ahí”, consideró. Soloaga indicó que, en muchos casos, el niño no va a la escuela porque trabaja, porque la familia tiene restricciones de crédito o ingresos, o por su bajo rendimiento escolar, y opinó que en estos casos la solución pasa por otro tipo de políticas.

En otro orden, destacó que “dar un salto de calidad” es más fácil en las “sociedades conectadas”, mientras que en las estratificadas “cuesta mucho más”.

También “la estructura fiscal regresiva” de América Latina incide negativamente en la igualdad, pues “la recaudación impositiva es baja” y “concentrada en impuestos al consumo”. Por ello, postuló aplicar mayormente impuestos a la renta y el capital, en desmedro de tributos indirectos como el IVA.

Por último, propuso enfocar las políticas públicas “desde la desigualdad y no sólo desde la pobreza”, y afinar su “alcance” -que beneficien efectivamente a quienes se busca atender-; su “amplitud” -que sean lo más abarcativas posible-; y su “apropiación” por parte de los beneficiarios, de modo que coincidan con las “aspiraciones, objetivos y autonomía” de los individuos.

Causa y efecto

El diputado frenteamplista y ex director del programa Infamilia del Ministerio de Desarrollo Social, Julio Bango, consideró en la presentación del informe que la desigualdad “se redujo mucho en los últimos años”, particularmente a partir de 2008, cuando comenzaron a sentirse los efectos de la reforma tributaria y la reforma de la salud, que “junto con otras políticas”, como el Plan de Emergencia, contribuyeron “a mejorar el índice Gini” de Uruguay. Los desafíos para este período de gobierno se centran en mejorar la calidad de la educación, sobre todo la infraestructura educativa, con escuelas de tiempo completo y de educación inicial.

Respecto de la enseñanza media, Bango consideró que sus problemas empiezan en primaria, porque los alumnos que “caen en secundaria” son aquellos que pierden años en la escuela.

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