-¿Cómo se ubica en la historia de la literatura latinoamericana, en relación a categorías como el boom, el post boom y similares?
-Ésas son categorías que ponen los profesores de literatura o los editores. Con el boom no tengo nada que ver, ni me interesa ni me gusta. La literatura latinoamericana no me gusta desde hace tiempo. No me importa lo mío, mucho menos lo ajeno. Manuel Puig no sé si estará dentro del boom. A él lo llegué a conocer, me interesaba lo que hacía, creo que Boquitas pintadas es un buen retrato de Argentina, pero de una Argentina que ya pasó. Era mejor retrato de la Argentina que Martín Fierro. Borges me interesó mínimamente, aunque no creo que se pueda ubicar en el boom. A Cortázar no lo pude leer, no me interesó. No me gustaba cómo escribía, lo hacía muy mal. A Roa Bastos, Onetti, Benedetti, todo eso no lo leí. García Márquez no me gusta.
-Sin embargo en su literatura hay ciertos rasgos de Rulfo. Sobre todo de Pedro Páramo. Comparten lo polifónico.
-En Pedro Páramo es medio insólito que los muertos hablen, aunque eso es muy de México y de su relación con los muertos. No deja de ser notable y atractiva, aunque para mí tiene muchos diálogos. Rulfo habla en primera persona pero parece una tercera persona de los novelistas de antes. En un momento habla de “el eco de la sombra”, eso es pura literatura. Es curioso que empiece en un tono como de campesino común y lo haga decir una metáfora sinestésica de gran refinamiento.
-Se ha referido en varias oportunidades a una pérdida del valor de la vida humana. ¿Eso lo llevó a escribir una novela sobre la muerte?
-No. Yo escribo por otras razones. Por desocupación primero. Si la vida fuera de mi casa fuera tan interesante yo no estaría escribiendo. Además ya no soy un joven. En un mundo que es de los jóvenes y de nadie más. Hace un tiempo en Colombia no había brecha entre las generaciones y eso se acabó. El común de los jóvenes son vacíos, ignorantes, no sospechan nada de lo que les está pasando.
-Este mundo de jóvenes se contrapone con el de su última novela, en la cual la vejez tiene el protagonismo.
-Es que no hay vejez sin juventud. ¿Qué es lo que les espera a los muchachos y a los niños si no es llegar a viejos? Si es que no mueren antes, ¿qué les espera? Cada vez se darán más cuenta de que el mundo no es de ellos. A los 30 años ya el mundo no les pertenece, no pueden entrar ni a las discotecas, ya son viejos. A los viejos los excluimos y no sería extraño que lleguemos al Diario de la guerra del cerdo, de Bioy Casares, en que los jóvenes salen a matar viejos.
-La relación conflictiva con la religión, atraviesa la mayor parte de su obra.
-En el colegio fueron unos años más bien feos, porque estuve con los salesianos, que son peores que los jesuitas, lo que es mucho decir. Ahora son una especie en extinción. A esos lacayos papales los desbancaron del poder entre Wojtila, el Opus Dei, los Legionarios de Cristo mexicanos, cuando su única razón era ésa, ser lacayos del Papa. La religión me dejó de interesar a los 17 años, no fui más a misa, ni a confesarme, ni nada. Escribí La puta de Babilonia, que es un libro de denuncia donde hago un sumario de los crímenes de toda su historia.
-Parece ensañarse especialmente con Juan Pablo II.
-Juan Pablo II a mi modo de ver fue el ser humano más nocivo de toda la historia de la humanidad. Durante su pontificado llegó a agregar la modesta suma de 2.200 millones de personas en este mundo. Sólo porque esta alimaña resolvió oponerse al control de la natalidad, al preservativo, a las pastillas anticonceptivas, a los métodos de aborto del embarazo. Fue a predicar al África la paridera indiscriminada, entre gente devastada por el sida, por la miseria, oponiéndose al condón bajo la idea de celebrar el banquete de la vida... ¡banquete que se daba él, que hasta cuando se murió ocupó un piso entero en el hospital, como si fuera un petrolero de Arabia Saudita! Es el ser más dañino en la historia de la humanidad, si hubiese tenido chance de asesinar hubiese sido más asesino, porque tenía todo el empaque del Papa asesino. Ha defendido asesinos. El contubernio de la Iglesia con Pinochet en Chile es clarísimo. También fue a Cuba a apoyar con su presencia al tirano Fidel Castro. ¿Cómo es posible que este hombrecito travestido fuera tan desvergonzado? Lo que quería era que lo vieran, ser el centro del mundo y la noticia, a cualquier costo.
-¿Por qué dejó el cine?
-Porque me di cuenta de que era un lenguaje miserable. Que no iba para ningún lado, artificioso. Terminé hartándome de él. Ahora no hay más que estupideces. Las veo mudas en los aviones porque no tengo más remedio. Pero son especialmente estúpidas las películas de avión. Pero lo otro no me interesa. Y no sé cómo calificarlo, porque arte no es. Ni espectáculo, porque ya los cines son cada vez más chiquitos, así que ni eso. Se pueden ver en un computador, en un televisor. Las nuevas convenciones elípticas me aburren, no las acepto. Resolví declararle la guerra al cine también.
-¿Que le pareció la adaptación de Barbet Schroeder a La virgen de los sicarios?
-La verdad es que no me importaba. Con el director me volví muy amigo por afinidades de forma de ser, es una persona poseedora de una gran cultura, divertido, estimulante. Yo supe que esa novela no podía relacionarse con el cine que él hacía, así que no lo tomé con mucho entusiasmo. Pero la película por lo menos tiene el rigor de seguir solamente al protagonista. El protagonista está en todas las secuencias. En todos los planos no, porque no puede, pero lo otro es un verdadero rigor, como si fuera una autobiografía.
-¿Cómo ve el fenómeno Bolaño en la nueva literatura latinoamericana?
-Lo he ojeado, a mí me gusta mucho ojear libros. Me da lo mismo leer por cualquier lado, porque si un libro es bueno cada frase debería valer la pena. Y las de Bolaño son paupérrimas, tanto sintácticamente como de vocabulario. Pese a que se pasó escribiendo y quiso ser un escritor, no debe de haber sospechado en la vida que había una diferencia entre el lenguaje escrito y el lenguaje hablado en la lengua española. Seguramente no lo sospechó porque no conocía la estructura de la buena prosa española. Cuál es la explicación del fenómeno, no lo sé. Cortázar escribía también bastante mal, una prosa gris, fea, que no tiene sonoridad, confusa. Cualquier muchacho que quiera ser escritor debe pensar al leerlos “si éstos que son tan malos escribiendo resultan ser una maravilla, por qué yo no podría serlo”.
-Hubo una explosión de réplicas de Bolaño entre los nuevos escritores.
-Algo hay, algo tiene, ¿pero qué es lo que imitan? ¿Para qué imitar algo así? Si escriben en un lenguaje hablado, no es preciso que alguien les enseñe. Pero si fuera un lenguaje hablado vivo, expresivo, creativo, sería otra cosa. Sin embargo todos los escritores latinoamericanos están escribiendo en un lenguaje paupérrimo. Hay ejemplos de excelencia como es el caso de Alonso Sánchez Baute, o como en la prosa de Manuel Mujica Láinez, que tiene una gran perfección formal. Pero estos ejemplos son muy pocos, están como en el limbo de la perfección.
-Ha tenido discrepancias con varios líderes latinoamericanos. ¿Qué piensa del fenómeno de los gobiernos progresistas?
-Es que no son progresistas. Aquí ningún gobernante está saliendo a los micrófonos a decirle a la población que tienen que parar la reproducción. Tenemos que controlar el ritmo de crecimiento porque nos vamos a acabar. Ni siquiera Obama en Estados Unidos. Si lo hubiese dicho antes, perdía las elecciones, pero ahora debe hacerlo. Es tal la falta de visión, la ceguera de todos, que sólo Fujimori se enfrentó a la Iglesia con su famoso control de la población. En Colombia la controlamos matando gente. Lo que hay es gobiernos ineptos. Mucho menos le voy a pedir a esta gentucita ambiciosa de poder que vayan a abrazar la causa mía de los animales. Terminar la ganadería, acabar con la industria avícola, cerrar los mataderos y las carnicerías. No vengan con que son formas de ganarse la vida, porque un sicario se gana la vida matando gente, entonces si aceptamos a los carniceros apoyemos a los sicarios. Son gobiernos ignorantes, de alma estrecha, les queda muy grande el puesto.