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Hugo Fattoruso.

Foto: Pablo Nogueira

Trece minutos lejos del piano

4 minutos de lectura
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Hugo Fattoruso graba hoy su primer DVD en vivo.

La Comercial. La misma esquina de siempre, la misma casa, el mismo barrio. Al frente, el local que una vez fue disquería y que el viejo Fattoruso usara para arreglar radios y vitrolas. Al costado, el zaguán abierto y, a través de la reja que cerca el paso, se ve la casa hasta el fondo. Con nosotros llega un músico a ensayar. Adentro hay algunos más, dispuestos en lo que alguna vez fue un living y que conserva el piano. Allí está Hugo Fattoruso, naturalmente, quien ensaya con dos tríos, preparando lo que será la grabación de su primer DVD, en la Sala Zitarrosa. La música será la agasajada, cuando Fattoruso repase las etapas de su extensa carrera musical junto a un combo de músicos que irán desfilando en torno a él, para que la complicidad de las miradas extraiga la química en forma de notas. De esos encuentros que se dan y de tan mágicos muchas veces pasan inadvertidos, de ésos donde tiempo después todos dicen haber estado. De ésos que alguien lamentará no haber ido a la salida del clásico.

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Esperamos por una entrevista que peligra, mientras Guillermo Casanova (Mamá era punk, El viaje hacia el mar) llega a filmar lo que seguro incluirá como extra del DVD. En la cabeza de Hugo las actividades parecen superponerse y las cosas toman ritmos vertiginosos. Arranca a tocar con la promesa de la entrevista y la música fluye mientras su mente y manos vuelan sobre el piano. Piano, guitarra y pandeiro repasan un samba. Me conecto con la música y pienso: ¿para qué ensayan? Repasan otra. Hugo quiere hacer la nota. Nos mete en su vértigo y vamos a la cocina. En otro cuarto, su madre mira la televisión a volumen alto, como queriendo abstraerse del mundo de los ensayos, seguramente los ha visto todos, desde el primer Trío Fattoruso, el de su marido y sus hijos, hasta alguno con algún nieto. Hoy Hugo es uno de los músicos nacionales que más han trascendido fuera de fronteras. Su nombre y el de su hermano Osvaldo están íntimamente ligados a los últimos 40 años de la música uruguaya.

Este miércoles entre tanta música se atraparán imágenes para llevar a casa y los convidados al show inmortal serán Carlos Quintana, Tatita Márquez, Nico Mora, Quique Gule (de Argentina), Martín Morón, Leo Méndez, Diego Paredes, Fernando Núñez, Noé Núñez, Fernando Lobo Núñez, Osvaldo Fattoruso y Álex Ciruela Fattoruso.

-Hace unos días hablaba con Emiliano Brancciari [NTVG] sobre el profesionalismo de la parte empresarial en lo que a música refiere, y citaba a Jaime Roos como ejemplo. Ustedes siempre fueron…

-Por el cordón de la vereda…

-¿Pensás que el músico debe ser solamente músico?

-No; hay gente que tiene capacidad para desdoblarse, pero también como en cualquier tipo de emprendimiento, si tenés un equipo y cada uno ocupa su parte, es más normal. En mi caso, como yo no soy ni gran vendedor ni gran tocador de muchos shows, lo hacemos medio casero, medio a mano, e igual hay gente que me ayuda en diferentes cosas. Por ejemplo, Jaime está muy involucrado en las diferentes etapas de su producto, pero va en la persona, yo no sé cómo hace Fernando Cabrera. Yo qué sé… acá no es Hollywood, pero sí hay gente que es más organizada que otra. Nosotros, particularmente, somos medio así, a la que te criaste. Es porque no tenemos gran caudal de trabajo, el estilo de música nuestra no es el de una star que necesita que el camarín sea rojo, que el agua sea de Francia, vamos a tocar y se terminó el partido.

-Les ha dado problemas la fórmula, primero Los Shakers, después Airto [Moreira]...

-Sí; pero por estar terriblemente mal organizados y sin delegar a alguien que cuidara algunos puntos que después resultaban ser bien fuleros. Hoy está todo mejor armado en cuanto a estructuras. En la época de Los Shakers no había muchas oficinas. Hoy los departamentos de producción son numerosos y con muchas especialidades: iluminador, manager, qué sé yo.

-¿Te simplifica las cosas?

-Cuando nosotros tocamos no, porque lo encaramos de otra forma, tipo boliche. Pero por ejemplo -no sé si se puede poner-, Osvaldo tiene las bolas por el suelo de armar la batería. Ya la ha armado tantas veces que merece contar con alguien que se la arme y que cuando termine de tocar se la desarme. Antes, salíamos de acá con los cables, el bombo… hacíamos todo nosotros, pero tampoco es gran cosa.

-¿Cuál fue la época en que más te divertiste tocando?

-Ah... tal vez sea ésta, aunque en todas las épocas hay momentos buenos. Hubo épocas en las que tuve que hacer algunos laburos para sobrevivir, pero igual la pasaba bien. Los laburos que conseguía eran muy comerciales… pero yo le entro a cualquier cosa… Ya trabajé como mensajero con una moto, como limpiador de boliches, como fotógrafo y como mecánico. No tengo problemas. Y con la música lo mismo. Nobleza obliga, tenía hijos que alimentar.

-¿Coincidís con la gente en que Opa es lo mejor?

-No, no. Tótem le da 20 vueltas.

-Pregunto por los grupos de ustedes…

-Ah, puede ser. Pero el que debe decirlo es quien escucha. Aunque el Trío Fattoruso tiene unos trabajos bien filosos también. Con Rey Tambor tenemos unos laburos espectaculares, pero ahí ya es otra cosa; es diferente a Opa. Opa en el segundo disco fue mortal porque contábamos con Ruben [Rada] para cantar algunos temas y eso fue fundamental.

-A propósito, ¿qué pasó con la vuelta de Opa? ¿Dónde quedaron esas canciones? ¿No hay un disco?

-Sí… No nos organizamos porque tocamos con Ringo Thielmann acá en el Solís y…

-Había canciones nuevas buenísimas…

-Sí, sí, yo preparé unos temas nuevos, y Ringo también trajo algunos que se sumaron a los temas veteranos de Opa, y no sé, tendríamos que hacer otra juntada y tocar.

-¿Hay posibilidades?

-Sí… Es sólo un pasaje de avión de Ringo y organizar a la muchachada acá. Están todos acá, Osvaldo, Pablito Soma, el Gamuza…

-¿Y el cantante?

-Ah, Ruben... puede ser, yo le hablaría.

-¿Qué requisito debe cumplir un músico para que toques con él?

-Ah, que no dé vueltas. Yo acá también grabo mucho para amigos que están produciendo sus discos y donde no hay un presupuesto. Voy a grabar gratis a muchísimos lados. Eso es de toda la vida. Si viene de buen trato todo bien, aunque si hay alguien medio raro le disparo, pero no prejuzgo. No voy a estar con una lupa estudiando. Una persona te cae de entrada. Pero en Montevideo está todo bien, no hay estrellato.

-Viviste en muchas ciudades y siempre volvés a Montevideo. ¿Por qué? ¿Qué otro lugar elegirías?

-Porque nací aquí. Viviría en Japón. Conozco varias ciudades. Viviría en Río de Janeiro tranquilamente, y hasta en Buenos Aires. En Río viví ocho años, aunque yiré por todo Brasil.

-¿Por qué los dos primeros discos de Rey Tambor se editaron afuera?

-El productor del primer disco es Neil Weiss, que me había producido Homework y produjo a Nicolás Mora y a Rada también; vino de visita y cuando escuchó lo que hacía quiso hacer el disco. El problema de Neil es que nunca arregló distribución en el Río de la Plata, porque nosotros trabajamos en Argentina y Uruguay. Y no hay discos; es ridículo. El segundo lo produje yo, me encargué de la parte financiera sin pedir apoyo de nada y lo editó Los Años Luz en Buenos Aires. Demoró casi dos años en llegar acá. Ahora, por suerte, se arregló, pero yo estaba caliente y triste porque es un grupo montevideano que toca música de acá y no teníamos disco. Toca música que es de esta margen del río, de esta región, porque Opa o el Trío tocan fusión, y a veces puede pasar que no sepas de dónde es, pero Rey Tambor es de acá, punto. Por eso para el tercer disco hablé con Sondor y editamos finalmente en Uruguay Puro sentimiento el año pasado.

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