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Mercedes Vigil. (archivo, enero de 2007)

Foto: Sandro Pereyra

Se lustra

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Homenaje a la escritora Mercedes Vigil levanta cuestionamientos sobre la forma en que Montevideo elige a sus ciudadanos ilustres.

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Editar

Más de una editorial establecida pelea por la posibilidad de publicar a Mercedes Vigil. Aunque en el medio local no se acostumbra brindar cifras de venta, en la última década la escritora obtuvo seis veces el Libro de Oro, el galardón que otorga anualmente la Cámara del Libro al título más consumido. Del sello Fin de Siglo, Vigil pasó en 2000 a editar sus novelas en la multinacional Planeta (que las exportó a España), pero parte de su producción también aparece a través del gigante Random House-Mondadori-Sudamericana.

Antihegemónica

Al ser consultada, Vigil se mostró parca: dijo estar “feliz” por el reconocimiento de la Junta y consideró “patético” el cuestionamiento de sus colegas. Fue más elocuente en una entrevista concedida el año pasado a Santiago Sánchez, en la que aludió a la hegemonía que ejerce la izquierda en el campo cultural y lo que implica para el reconocimiento público: “En Uruguay no ser de izquierda y no enrolarse en sus discursos políticos es malo. En 2002 se dijo que nunca me iban a dar un Bartolomé Hidalgo y no me lo dieron. Fue el único premio que me ha faltado, pero lo tuve en el extranjero, no me importa. Y no me lo dieron porque no era de izquierda.  Y es así, en el Uruguay tú podés escribir en esperanto, y muy mal, pero si militás en el partido adecuado te dan un Bartolomé Hidalgo. Yo lo he visto [...]. Nunca representé el rol del escritor común. En el Uruguay hasta hace diez años -ahora ha cambiado- había que tener determinadas características cadenciosas, ser triste, pobre. A mí me llegaron a decir en el año 2000 que en las entrevistas no dijera que me gustaba Punta del Este, porque era políticamente inadecuado para un escritor. Ahora ya está quedando atrás eso”.

Entre los muchos lectores de Vigil está la edila Glenda Rondán (elegida por el Partido Colorado, aspira a ingresar al Frente Amplio), quien como integrante de la Comisión de Cultura de la Junta Departamental de Montevideo propuso que se declarase ciudadana ilustre a la escritora. El trámite prosperó y la ceremonia de entrega fue llevada a cabo la semana pasada.

Aunque Vigil disfruta de un gran éxito comercial, no ha conseguido aprecio crítico. Su investidura como ciudadana ilustre provocó que cerca de cincuenta escritores y personalidades de la cultura hicieran un pedido público de explicaciones a la Junta Departamental.

Control de calidad

Los firmantes de la carta reclaman a la Junta Departamental que clarifique el procedimiento por el cual se designa a alguien ciudadano ilustre, y expresan su deseo de debatir públicamente las razones por las que se distiguió a Vigil. “La Junta es el órgano legislativo y electo de la Intendencia Municipal de Montevideo y dicta normas de todo tipo, entre las que, parece, se filtran criterios arbitrarios relativos al ‘arte’, y en este caso, parece, a la ‘literatura’. ¿Quién los asesora? ¿Qué criterios de calidad literaria utilizan?”, dice la misiva.

Consultada al respecto, la edila Glenda Rondán indicó que el trámite puede iniciarse dentro de una comisión o ser propuesto por cualquier ciudadano (aunque esto, según el ex presidente de la Junta y también integrante de su Comisión de Cultura, Gabriel Weiss, del Frente Amplio, ocurrió escasas veces en la última década). Luego debe ser votado por el plenario de la Junta y refrendado por el intendente. En el caso de Vigil, el proyecto tuvo unanimidad en ambas instancias y fue confirmado por la intendenta Hyara Rodríguez. Rondán también dejó claro que las comisiones no se valen de asesores técnicos en estos casos, porque equivaldría a “perder potestades”.

Quienes cuestionan la distinción de Vigil ponen énfasis en el valor de su producción: “Creemos que un ‘ciudadano ilustre’ debe ser un referente y ejemplo para la sociedad en su conjunto, y los escritores en particular, por la calidad de su obra. Hay una responsabilidad hacia el conjunto de personas que pueden tomar como ejemplo el trabajo de quienes son designados ‘ilustres’. Hay muchos otros nombres de mayor consistencia a quienes otorgarles el título. Es una pena que quienes propusieron el nombre y quienes lo votaron no tengan conocimiento de historia y teoría literaria, semiótica y semántica, análisis e interpretación y hasta los principios más básicos de gramática. Porque constatamos que, en la decisión que tomaron, todo ello fue omitido”.

La escritora y antropóloga Teresa Porzecanski, una de las firmantes, opina que “la calidad literaria surge siempre de una comparación con otras producciones literarias de escritores nacionales o internacionales de primer nivel, y lo que la carta afirma es que una distinción como la de ‘ciudadano ilustre en el campo literario debiera otorgarse a la mejor producción de literatura uruguaya”.

Rondán prefirió no polemizar con quienes ponen en tela de juicio el homenaje -a pesar de que se formó como profesora de Literatura-, aunque les reconoce su derecho a hacerlo. También Weiss está de acuerdo con el debate, aunque no desea debatir. Sí marca su distancia respecto al homenaje a Vigil: lo votó pero no estuvo presente durante la ceremonia.

Representatividad

El edil frenteamplista explicó su postura, que también puede ayudar a entender el reciente engrosamiento del número de ciudadanos ilustres: para él, se trata de homenajear no sólo a determinadas personalidades, sino también a quienes se identifican con ellas; el criterio de fondo sería la diversidad y la representatividad. En ese sentido, Weiss manifestó ser consciente de que muchos compañeros de legislatura no deben haber estado de acuerdo con algunas de sus propuestas para ciudadano ilustre (nombró a Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute y Eduardo Darnauchans), pero las votaron igual. Por ello no se siente en condiciones de “vetar” -su grupo político tiene mayoría absoluta en la Junta- homenajes, a menos que haya cuestiones éticas de por medio.

No deja de ser destacable que la polémica se produzca en un ámbito puramente simbólico (al menos en su origen). La distinción no implica una retribución material, sino un simple reconocimiento, que Weiss por un lado relativiza (“ya sabemos la opinión que la gente tiene de la Junta”), pero que por otro ensalza (“estoy orgulloso de haber llegado a tiempo con los homenajes al artista Anhelo Hernández y la historiadora Blanca Paris”).

Hacia adelante

Asimismo, el episodio pone en el tapete el problema de la valoración en el campo de las artes, en momentos en que los mencionados criterios de diversidad y representatividad suelen superponerse (y muchas veces desplazar) a los juicios estéticos. Para Rondán, se debe distinguir entre lo que ocurre en un concurso, para el que sí cabe acudir a especialistas, y un homenaje. Por el contrario, la escritora y docente Ana Solari, también firmante de la carta, cree que “lo que está en cuestión es sobre qué bases se nomina y se elige a quienes serán ciudadanos ilustres. Siempre debe aplicarse una valoración (que incluirá distintos aspectos), no sólo a la literatura, sino a cualquier quehacer humano, y más aun si esa valoración concluirá en una distinción como la de marras”.

A partir de aquí, se perfilan dos tareas para la crítica y afines. Por un lado, hace falta dedicarle un tiempo a entender -desde algunas de las disciplinas que mencionan los firmantes de la carta abierta- qué hace que las historias que escribe Vigil, protagonizadas por personajes de otras épocas, generalmente mujeres o figuras excéntricas, sean tan populares, qué nervio toca su literatura en un considerable número de lectores. Por otra parte, está el deber de explicar al público en general por qué lo de Vigil es malo, por qué sus repeticiones -no sólo de temas, sino de frases y estructuras sintácticas-, su simplismo sin simpleza y su buscada complicidad feminista no son un ejemplo a seguir.

Así como es comprensible que los políticos piensen en términos de representatividad, también es justo reclamarles fidelidad a sus compromisos ideológicos. Igualmente habría que dejar que los juicios estéticos circulen en ámbitos amplios, más allá de las reservas que impone la corrección. Tenemos la suerte de seguir contando con una comunidad cultural numerosa, que de tanto en tanto logra algunos consensos. No es malo que se den a conocer, más allá del temor a lo que pueda llegar a pensar la posteridad sobre cómo “discriminamos” a un artista en estos tiempos.

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