La senadora Mónica Xavier, autoridades sanitarias (del Ministerio de Salud Pública -MSP- y de la Organización Panamericana de la Salud) y referentes académicos en la temática (de las facultades de Medicina y de Psicología de la Universidad de la República) expusieron ayer peculiaridades del fenómeno, mitos a desterrar y acciones a implementar.
Cifras en rojo
“Somos conscientes de que cuando alguien se elimina no siempre necesariamente lo que no quiere es vivir, lo que no quiere es seguir viviendo como lo hace”, dijo Xavier.
Lizardo Valdez, director del Programa Nacional de Salud Mental del MSP, señaló que se trata de un problema complejo y multicausal. Mostró un mapa de la Organización Mundial de la Salud en el que se colorean los países de acuerdo a las tasas de suicidio. El rango más alto fue coloreado con rojo y corresponde a aquellos países donde se registran más de 13 suicidios cada 100.000 habitantes. Uruguay tiene 17 cada 100.000 y es, junto con Cuba y Guayana, uno de los únicos países de América que se encuentran “en rojo”, mientras que el resto del continente no supera el promedio de 6,5 cada 100.000. En ese sentido, Uruguay se equipara con países de Europa del Este (y Francia) y Asia. Stella Bocchino, directora de la Cátedra de Psiquiatría de la Facultad de Medicina, indicó que el aumento sostenido de suicidios en Uruguay tiene lugar desde 1990.
El 67% de los suicidios en nuestro país ocurren en los departamentos del interior. El 78% de los consumados entre 2004 y 2009 fueron realizados por hombres y el 22% por mujeres. Bocchino explicó que si bien los suicidios consumados son realizados fundamentalmente por hombres, la mayoría de los intentos corresponden a las mujeres.
Entre los datos expuestos, no hubo precisiones respecto a las causas. Valdez indicó: “Algo que le pasa al suicida es que hay una brecha entre sus exigencias internas y las posibilidades reales. Claro que en los distintos sectores sociales y en las distintas edades esas exigencias y esas posibilidades pueden ser distintas”.
Xavier habló de la importancia de los proyectos de vida. Si bien la mayoría de los suicidios son consumados por adultos mayores, es preocupante su incidencia en adolescentes y jóvenes, y respecto a ellos tal vez sea bueno considerar un tercio de los adolescentes uruguayos está fuera del sistema educativo.
Mitos
“El que dice que se va a suicidar no lo hace” es la primera mentira que se desprende de las historias analizadas. “Sólo se suicidan los depresivos” es la segunda falsedad, dado que se constataron suicidios en personas que no tenían una psicopatología. También es falso que “los intentos de suicidio son sólo llamados de atención”. Tampoco es verdad que “el suicidio no puede ser evitado”: hay un margen de acción que puede evitar lo evitable. Se pone en cuestión, asimismo, la afirmación que indica que el suicidio es hereditario.
A partir de un estudio clínico desarrollado en 2007 por psiquiatras del Hospital Pasteur se desterró otro mito, que sostiene que lo hacen las personas “solas”; se constató que la mayoría de los suicidados estaban casados y tenían ingresos económicos estables.
Por último, es mentira que los suicidios no pueden ser dados a conocer por los medios de prensa.
Medidas a implementar
El MSP pretende crear un registro obligatorio de los intentos de autoeliminación en las urgencias de los hospitales y sanatorios así como en las emergencias, “para poder exigir un seguimiento” de esos casos, dijo Valdez. Además de la atención en emergencia, la persona que consulta deberá ser vista por un psiquiatra antes de las 48 horas, tanto en ASSE como en el sector mutual. Se pautó que ese seguimiento deberá realizarse al menos durante seis meses; el ministro Daniel Olesker agregó la intención de incorporar la visita domiciliaria al paciente. Otra de las medidas es que “los prestadores de salud ofrezcan a sus afiliados una línea gratuita de 24 horas”.
Se realizarán actividades de formación dirigidas a integrantes de los sectores de la salud y educativo, a agentes comunitarios y a trabajadores de la prensa. Algunas recomendaciones sugeridas por la Cátedra de Psiquiatría fueron favorecer la consulta precoz y disminuir el estigma de enfermedad mental; realizar un seguimiento individualizado y fomentar la creación e integración de grupos de sobrevivientes. Los oradores insistieron en la necesidad de “desclandestinizar” el tema del suicidio y ubicarlo en el espacio público.