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Quincy Troupe, poeta y biógrafo de Miles Davis, visitó Montevideo.

Evidentemente su visita no causó el revuelo de las de Marlon Wayans o Danny Glover, pero Quincy Troupe es una figura más que relevante en el mundo de la cultura afroamericana de Estados Unidos. Autor de 17 libros -incluyendo ocho de poesía-, editor del diario cultural Black Renaissance Noire, primer poeta laureado de California -en cuya universidad estatal es profesor emérito de Escritura Creativa y Literatura Caribeña-, Troupe es una figura de peso en la literatura estadounidense, pero en nuestro medio es esencialmente conocido por haber sido quien hizo palabras la conocidísima autobiografía de su gran amigo Miles Davis (Miles Davis: The Autobiography) y recientemente un libro sobre sus recuerdos del legendario trompetista (Miles & Me). Un personaje que atravesó en primera fila los años más fascinantes de la cultura estadounidense y con quien pudimos conversar sobre su vida y su tiempo.

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-¿Qué estás haciendo en Montevideo?

-Mi esposa y yo viajamos por el mundo para conocer. Soy muy amigo de Will Kahun, el baterista de Living Colour, y me dijo “Tenés que ir a Montevideo”. Él había estado tocando acá y me decía que me iba a gustar. Después, hablando con Danny Glover, que también es amigo mío, me dijo “Acabo de filmar una película en Montevideo y a vos te va a encantar. Deberías ir”. Así que a la hora de elegir un destino ya teníamos dos recomendaciones para venir acá.

-¿Qué tenés pensado hacer acá?

-Voy a leer poesías y pasajes del libro sobre Miles Davis [Miles & Me]. Mi mujer llamó a la embajada y pensó que podríamos aprovechar el viaje para hacer algo de lectura. Cuando viajás a un país y la gente no sabe quién sos… Ya sabés…

-Un montón de gente debe de saber quién sos, pero no deben de saber que estás acá.

-Ya sé. Anoche fuimos a un restorán y la moza nos dijo que tenía al novio en New York y le conté que soy poeta y que escribí libros sobre Miles Davis y me dijo “¡Ah! ¡Miles Davis!”, y cuando nos estábamos yendo me dijo: “Vos… ¡Vos sos Quincy Troupe! ¡Yo leí tus libros!”. Y bueno, además en una charla con artistas plásticos, me encontré con Marcos Ibarra, que también conocía mis libros. Pero cuando visito un lugar no espero que la gente sepa quién soy.

-¿Cómo era St. Louis en tu juventud?

-Mi padre era jugador de béisbol. Jugó en Cuba, Puerto Rico y México. Y muchas veces yo viajaba con él, así que en mis primeros ocho años yo crecí en estos lugares. Yo era un niño y muchas veces no sabía ni dónde estaba. Pero fui conociendo diferentes lenguajes, músicas típicas. Así que mi experiencia en St. Louis fue un poco esquizofrénica, porque vivía en una comunidad negra, pero estaba viajando a lugares muy distintos todo el tiempo. St. Louis es una ciudad muy violenta, y cuando mis padres se divorciaron yo quedé muy enojado y me fui poniendo violento yo también. Y ahí nos mudamos de un barrio exclusivamente de negros a un barrio exclusivamente de blancos, porque los barrios estaban dentro de la segregación racial imperante. En la escuela yo era uno de los siete negros que estudiaban ahí entre tres mil blancos. Yo no les gustaba y ellos no me gustaban a mí. En esa época yo era un muy buen jugador de básquetball, hasta que me rompí la rodilla: éramos campeones del estado y sólo perdimos dos partidos en tres años. Teníamos un gran equipo en el que yo era el único negro. Así que aunque la escuela fue una mala experiencia, cuando terminó pude elegir entre muy buenas universidades que me aceptaban por el básquetball. Pero me negué; nadie me invitaba a su casa ni me hablaba fuera de la escuela. El único era un italiano... Yo vivía a tres cuadras de la casa de Chuck Berry, y solía verlo todo el tiempo en la calle, porque siempre le gustaron las jovencitas. Andaba en los mismos lugares que nosotros tratando de levantarse alguna, y el tipo ya era una estrella del rock. Me metía en muchas discusiones con los pibes de la escuela porque a todos los blancos les gustaban Pat Boone y Elvis Presley, y yo sabía que esos tipos le estaban robando a Chuck Berry…

-Que todavía seguía en el barrio tratando de que le dieran bola…

-Yo les decía “¿Qué les pasa con Pat Boone? ¡Chuck Berry vive a dos cuadras!”. “¿Quién?”, me respondían. Nadie sabía quién era. Así es como funciona la segregación. Así que vivir en St. Louis fue muy extraño. Ahora no me gusta; mi padre era conocido del dueño de Budweiser y nosotros íbamos a su mansión y yo jugaba con los hijos, que eran todos muy ricos y muy locos. Uno de ellos mató a tres personas y nunca fue a la cárcel. Había gente muy rica y gente muy pobre, fue muy extraño crecer ahí. Lo que me salvó a mí fue el deporte, los libros y la música. Siempre me gustó la música.

-Margaret Troupe: ¿Conocés St. Louis? Es en el río Missisipi, lo llaman “la puerta del Oeste”; fue una gran ciudad industrial, ahí se trabajaba el acero y la cerveza. Era un lugar de traslado interno de mercadería, y mucha gente negra del sur, de Lousiana, venía y se instalaba en St. Louis, porque había mucho trabajo y actividad cultural. Un gran número de músicos negros de jazz y blues se instalaron ahí huyendo de las horribles condiciones de vida del sur. Aún sigue presente la segregación y el poder y el dinero lo tienen los europeos de clase alta. Pero, ¿quiénes fueron los innovadores? ¿Quién creó la cultura, la música? Fueron los negros.

-QT: Mi primo, Eddie Randall, se casó con una italiana. Hicieron mucha plata con una empresa funeraria. Él tenía la mejor banda de St Louis, que fue donde debutó Miles Davis, así que cuando conocí a Miles, pegamos onda enseguida porque él recordaba muy bien a mi primo.

-¿Qué creés que es lo predominante en el arte, lo racial o lo cultural?

-Bueno, yo creo que es cultural. Cuando escuchás la música te das cuenta de quién la hace. Aunque la diferencia no la hace lo biológico; la gente negra no corre más rápido que la gente blanca por cómo es su organismo. Es todo cultural y lo cultural se convierte en una manera de pensar. Cuando yo empecé a jugar al básquetball con los blancos, me di cuenta de que ellos jugaban de una forma diferente, muy mecánica, y yo empecé a marearlos con mis vueltas y giros, pero eso venía de lo cultural de mi forma de moverme, de mi ritmo personal. No es lo mismo crecer escuchando a Miles Davis y a Chuck Berry en St. Louis que crecer en Boston escuchando música clásica europea. Es lo que yo le decía a Allen Ginsberg: “Vos creciste entre judíos, escuchando al rabino y su forma de hablar en la sinagoga, yo iba a la iglesia bautista, con el ministro gritando y cantando con el coro en la onda de Aretha Franklin”. No es mejor ni peor, pero es muy distinta la forma de manejar el lenguaje que se encuentra dentro de Estados Unidos. Y por ahí te encontrás con gente recibida en Harvard y que sólo conoce una manera de relacionarse con el lenguaje. Así que yo no creo en las razas, yo creo en las culturas.

-Están proyectando hacer una película sobre tu libro Miles & Me. ¿En qué está eso?

-Se supone que sale el año que viene, en noviembre. Van a arrancar a filmar en marzo con Samuel L Jackson como Miles y Laurence Fishbone haciendo de Quincy Troupe. La va a dirigir James Gray (que recién estrenó True Lovers con Joaquin Phoenix y Gwyneth Paltrow). Cuando el libro salió yo estaba en Los Angeles, eso era en el año 2000, y me hicieron una larga entrevista de radio sobre el libro, y una semana después me llamaron de la radio diciendo que había gente que estaba interesada en hacer una película y querían hablar conmigo sobre los derechos del libro. Me preguntaron si podían darles mi teléfono y les dije que sí. Ahí llamé a Danny Glover, le conté sobre lo que estaba pasando y le pregunté qué le parecía y lo primero que me dijo fue “¿Vos estás precisando plata?” y bueno, yo le dije que los poetas siempre necesitan dinero, pero que en ese momento estaba bien. Y me dijo que no lo hiciera, que me iban a dar trescientos o cuatrocientos mil dólares para comprarme los derechos, iban a contratar a alguien para que hiciera el guión y que en la película mi personaje iba a ser un tipo blanco: iba a ser una película sobre Miles Davis y un tipo blanco. Les gustan las buddy movies (películas de amigotes), con un negro y un blanco. Y tenía razón, porque no me dejaban hacer el guión y nadie me daba la garantía de que mi personaje iba a ser negro. Ahí llamé a mi editor en Village Voice y Spin y me dijo que podía arreglar que yo escribiera el guión. Así que en 2003 empezamos a escribirlo, apenas me retiré de la docencia universitaria. En el proceso me fui dando cuenta de que escribir un guión es armar una secuencia de imágenes, tal como en la poesía con las metáforas. Al final, el guión quedó como un poema largo. Y el resultado va a ser una película sobre una fuerte amistad entre un poeta y un músico. Antes de conocerlo, yo idolatraba a Miles, era como un dios para mí. Y en la película se ve cómo esa idolatría se convierte en amistad y cómo al final él dependía más de mí de lo que yo dependía de él. Porque él era muy solitario y muy tímido. Fue una amistad muy difícil, porque se trataba de imponer el respeto, el mensaje era “yo sé que vos sos un genio mundial, pero me vas a respetar a mí y a mi trabajo”. Todo muy peleado; me acuerdo de un día que Miles me dijo “Te voy a romper la cara”, y yo le dije “¿Te has visto últimamente? Sos un petiso bastante flaco y yo soy un gordo de dos metros. Te voy a lastimar. Te voy a reventar la jeta y no vas a tocar esa trompeta nunca más”.

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