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Ernesto Tabárez

Foto: Javier Calvelo

El lado eléctrico del mal

5 minutos de lectura
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Ernesto Tabárez y su nuevo disco, Vil.

Eté & Los Problems -la banda que lidera y dirige Ernesto Tabárez- tiene un lugar raro en la música uruguaya. Con elementos tanto del rock garagero heredero de Los Chicos Eléctricos como de la corriente de los cantautores urbanos, dan grandes shows que suelen pasar desapercibidos a pesar del entusiasmo de la crítica. Eso no los detuvo a la hora de sacar Vil, uno de los mejores discos de rock que se hayan escuchado en mucho tiempo en nuestra ciudad.

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Editar

-Hace un rato estábamos hablando de la cantidad de discos buenos de artistas de tu generación que salieron en estos meses, pero, a diferencia de los de ellos, el tuyo me parece esencialmente un disco de rock, de canciones de rock...

-Sí, porque me salieron así. Las canciones me salen rock, por ahora. Es parte de la idea de Los Problems: Eté & Los Problems es una banda de rock.

-Pero tu discurso no es muy de rock...

-No sé, para mí es claramente un disco de rock y mi discurso está cercano a las canciones. No estoy muy preocupado por definirlo.

-¿Qué diferencias le ves a tu nuevo disco con respecto al anterior?

-Para mí es un disco más intenso, más sutil, en el que las baterías suenan mucho mejor... En realidad, no los comparo mucho porque para mí son muy distintos. Malditos banquetes se grabó durante nueve meses en Sondor; éste, durante un mes de jornadas largas en nuestra sala de ensayo, en la casa del padre del baterista... Y para mí es un disco mucho más conciso; Malditos banquetes tenía una cosa más festiva y yo siento que éste es un disco serio, pero al mismo tiempo menos grandilocuente.

-Hablando de rock, es la segunda vez que trabajás con Andy Adler...

-Sí, en este caso Andy no fue el productor porque venía de un viaje complicado y estaba con poco tiempo y ánimo, pero encontramos una forma de trabajar en la que él no venía a todas las sesiones -las hacíamos el ingeniero y yo- sino cada tantos días a dar algunas visiones que ayudaron mucho a hacer las cosas. Según el ingeniero, "Andy vino diez veces, dijo 20 cosas y las 20 estuvieron buenísimas". En el disco anterior Andy se cargó el disco al hombro, en este caso no fue necesario. Su participación fue más una consejería de los problemas que trae grabar y mezclar que la cosa conceptual que había sido el disco anterior.

-En esa cuestión de conceptos, ¿de qué estás hablando cuando hablás de "vil"?

-Es un disco sobre el mal en diez formas distintas. Diez canciones sobre diez formas de mal. Pero eso tiene más que ver con el andamiaje conceptual que con las canciones concretas; no necesariamente el que lo escuche lo va a encontrar, pero para mí es obvio, está ahí.

-Yo no lo noté tanto..

-Pero en las canciones hay un asesinato, una amenaza de asesinato, un tipo que viene a llevarse la plata y a mostrarte su espada, un tipo que se despierta en una habitación incendiada, un tipo arrastrándose hasta su casa... Son situaciones bastante dramáticas.

-Sí, pero más que algo relacionado con la maldad, me pareció que lo que había era una obsesión un poco mortuoria, hay una canción que se llama "Los muertos", otra "Punto muerto"; está dedicado a tus muertos...

-Yo lo escribí en un momento muy así, deprimido en un sillón, pero después busqué una contradicción entre eso y la instrumentación. No es lo mismo cantar sobre la muerte en plan black metal noruego que en plan Tom Petty. Eso genera un choque que me parece interesante. Para mí Vil busca el cortocircuito todo el tiempo. Yo pensaba: “¿Qué es lo peor que podría pasar en este momento?” y de esa manera resolvía la letra: escribo esto. Generalmente, lo peor que se puede hacer es matar a alguien. ¿Cuál es la mejor manera de arruinar una fiesta? Matar a alguno...

-Me pareció que en lo instrumental también va más a dos puntas. Por un lado, hay canciones mucho más gancheras que en el disco anterior, pero, a la vez, hay temas que son mucho más densos, de mayor cuelgue instrumental que cualquier cosa que hayas hecho...

-Creo que Malditos banquetes tenía temas más gancheros que éste, temas más rápidos y rockeros. Pero viste que lo que se considera un hit en el resto del mundo no es lo mismo que se considera acá; los hits más grandes de las bandas no son las baladas sino los temas con más agite. Entonces yo no creo que sea más ganchero el hacer un disco más suave; es al revés que en otros lugares donde se les pide a las bandas que se ablanden para vender; acá te ablandás y vendés menos. Igual es una cosa en la que no pensé al hacer un disco; cuando hacés un disco lo que pensás es cómo está el reverb del bajo, qué está haciendo el charleston... Te concentrás tanto en eso que lo otro pasa por el costado. Además no lo sé; lo que hace que a la gente le gusten las canciones es un misterio. Hay tanta incertidumbre en eso que es mejor ni pensarlo, si pensás en el gusto de otro es imposible. La mejor forma de trabajar canciones es preocuparte por las canciones, de lo otro ya te preocuparás cuando vayas a AGADU. La búsqueda del éxito siempre es un fracaso. El éxito es hacer la música que te guste, estar orgulloso contigo, después ves; no te vas a hacer millonario con eso, mejor hacer un disco que le puedas mostrar a la gente que admirás.

-Pero ahora hay cierta emergencia de bandas de tu generación que están empezando a ser descubiertas aunque ya vienen grabando desde hace tiempo.

-Bueno... yo el otro día entré a la página de 3 Pecados para descargar el disco, me fijé y abajo había cuatro discos más y lo que pensé fue: "Bueno, después de hacer cinco discos algo tenés que aprender". Vas encontrando tu forma de grabarte, tu forma de escribir, y es natural que a la gente comience a gustarle. Creo que es natural que las bandas vayan haciendo las cosas cada vez mejor, al menos hasta el punto en que empieces a repetir errores. En todo caso, es algo que todavía no nos toca. Está bueno que haya una gente que tiene entre 25 y 35 años que está haciendo una serie de discos que son algo que podemos dejar, que podemos mostrar. Hace poco me mostraban una canción que decía "somos lo que está pasando / somos los que cerramos los bares". ¿Qué está pasando en Montevideo? Esto.

-Bueno, pero estamos hablando de discos en una época en que la gente está dejando de escuchar discos.

-No lo sé. Capaz que la masa sí está dejando de escuchar discos, pero es la misma gente que antes escuchaba la FM y no compraba discos. Capaz que hoy compran menos discos y descargan más. Ojalá yo pudiera poner mis discos gratis a descargar, pero grabé Vil con plata que me prestó un amigo y no me da. Yo no puedo ponerlo gratis porque tuve que pagarlo, capaz que el día de mañana alguien inventa una forma mágica de grabar gratis, no sé... ingenieros virtuales y cosas así. Ahora no lo hay: a los ingenieros hay que pagarles, a los fleteros hay que pagarles... Si querés hacer un disco con instrumentos de verdad, también podés hacer un disco en tu casa con un teclado, pero no es lo que yo hago. Nosotros tratamos de hacer un disco lindo y diseñar un objeto que se quiera tener para que la gente se lo lleve para su casa con el único fin de poder volver a grabar. Yo no me voy a comprar una piscina con lo que saque de Vil, voy a hacer otro disco. Ojalá pueda.

-Vos decías que el proceso de grabación del disco fue rápido, pero el de elaboración fue muy largo...

-Fue larguísimo... Con Sondor postergándome la grabación cuatro o cinco veces. Pero Sondor lo hacía porque Malditos banquetes no había vendido y ellos no son el Cotolengo de Don Orione; tienen que pagar la luz que vos gastaste cuando conectaste un amplificador. Así que yo me fui del sello con mucho agradecimiento y me quedé un año y medio en banda, sin saber qué hacer y sin que nadie fuera a vernos. Y en algún momento me cuestioné si este disco iba a salir, pero lo pude hacer...

-Ahora ya salió, ¿ya estás pensando en otro?

-No, no se me ocurre ni una puta idea.

-¿Para vos qué es lo uruguayo de un disco como Vil?

-Antes que nada, que está cantado en español, y en español de Uruguay, aunque no diga “bo” porque yo no hablo de “bo”. Pero creo que es algo que no tenés que pensar; yo me crié en esta ciudad escuchando la música que se hace en esta ciudad, y eso ya te viene en el ADN auditivo.

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