Ingresá

Mario Gulla y Bruno Masci

Foto: Nicolás Celaya

El clásico popular

5 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

El Club de Tobi celebra sus 15.

El Club de Tobi se prepara para la fiesta. El cuarteto de cuerdas más irreverente de la música popular uruguaya celebra sus quince años y los aplaude este miércoles 23 de noviembre a las 21 horas, tirando el Teatro Solís por la ventana. Allí los honorables miembros de la “Corte Principesca” Mario Gulla y Fernando Rosa en violines, Fernando Luzardo en viola y Bruno Masci en violonchelo presentarán una noche de músicas propias y ajenas, con invitados y sorpresas. Para la ocasión charlamos con dos de ellos, Bruno Masci y Mario Gulla.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

-Definamos primero lo que para ustedes es El Club de Tobi

-Bruno Masci: Es un cuarteto de cuerdas que toca música popular, básicamente.

-Mario Gulla: Es también muchas más cosas, pero eso es parte de la interna, de lo que se siente formar parte y los experimentos que hacemos, lo que significa para nosotros. Siempre ha sido muy intenso todo, cómo lo vivimos, y ha habido varias zozobras, laburar en grupo no es fácil, son cuatro mundos que deben confluir y cada uno tiene su “trip en el bocho”, pero sobre todo somos amigos.

-BM: Es como si fuera un matrimonio o una familia que va teniendo en el tiempo sus características, donde hay un primer momento de romance y descubrimiento de muchas cosas, después hay momentos de mesetas o estabilidad, donde hay que ir haciendo cosas para que siga funcionando. Pero pasa el tiempo y podemos decir que hemos crecido humana y musicalmente juntos… estamos más maduros; Mario tiene una hija…

-MG: ¡Vos ya tenés 30 años!

-BM: Bueno, tenemos otras responsabilidades todos, es como que aquella loca juventud pasó pero se mantiene la mística que es ésa.

-MG: Claro, se mantiene el espíritu y nos gusta seguir jugando entre nosotros y con la música.

-Da la impresión de que cualquiera puede tener una banda de rock, pero en el caso de un cuarteto de cuerdas debe cumplir con otros requisitos más solemnes. ¿Es así?

-MG: Bueno, la técnica y la escuela de estos instrumentos es la “clásica” y me parece que es bueno que sea así en cierta medida, porque te proporciona elementos técnicos e interpretativos que son de verdad. O sea, es bueno y recomendable, si bien lo nuestro como grupo es muy autodidacta.

-BM: El formato de cuarteto de cuerdas es muy antiguo y hay mucha música escrita específicamente para cuarteto, pero nosotros tocamos un repertorio que no está pensado o escrito para cuarteto.

-Pero si miramos un poco alrededor también hay violinistas que no parten de una escuela clásica, estoy pensando en Peteco Carabajal y la chacarera, y si miramos hacia la música country también hay violinistas no convencionales, o directamente en el tango.

-MG: Totalmente, en el folclore argentino hay una escuela de violinistas de chacarera, con Carabajal o Sixto Palavecino, también pasa en la música country o en el tango. Pero yendo más hacia nosotros y a lo que somos como fenómeno musical, fue nuestra búsqueda y surge un poco del juego y se fue dando así. La manera de abordar la música o nuestras dinámicas de ensayo es algo que inventamos nosotros.

-BM: No hay premeditación, se fue dando naturalmente…

-MG: Hubo muchos experimentos, por eso festejamos los 15 años, en un momento tuvimos dos violonchelos y dos violines o guitarra, chelo y 2 violines, hasta que llegamos a esta formación con dos violines, viola y chelo y dijimos, “¡oh, descubrimos la pólvora!” Evidentemente era lo que mejor funcionaba, un cuarteto de cuerdas clásico.

-Autobombo fue un antecedente, con guitarra, trombón, violín y contrabajo, formado por Gustavo Pena “El Príncipe”, Martín Morón, Mario Gulla y Leo Anselmi.

-MG: Histórico sí, pero no lógico, porque cuarteto de cuerdas es otra cosa…yo soy el denominador común ahí…cuando empezó el Club de Tobi no me lo tomaba en serio, para mí era Autobombo, ésa era mi banda, aunque tampoco era en serio, era completamente caótico. Con los Tobis había ganas pero era muy under, hacíamos los volantes a mano, tocábamos en boliches pero ni había ensayo… Autobombo también empezó como trío.

-Definamos lo que fue Autobombo...

-MG: El Príncipe decía que era jazz popular, tocábamos de todo, con un repertorio muy amplio e internacional.

-Donde también había composiciones propias, del Príncipe, y recuerdo una tuya.

-MG: Ah, había un rap que era mío, inspirado en una novela de Joaquim Maria Machado de Assis, “El Alienista”. En realidad las dos bandas coexistieron años. Autobombo tocó hasta 2000 y ahí fue que se empezó a hacer fuerte el Club de Tobi. Una vez con Autobombo tocamos en lugar de los Tobis y no pasó mucho, porque se había generado una mística de los Tobis en el boliche Nat Capiloncho, ahí fue que El Club empezó a ser mi banda, a la que pertenecía.

-En ese boliche se gestaron, pero, ¿que tenían que atrapó a la gente? No dejaba de ser un experimento.

-BM: Creo que lo que atrapó a la gente -más allá de las versiones de canciones conocidas con un formato extraño- fue lo de unos tipos que estaban medio locos; estábamos en la edad de la bobera, hacíamos performances con mucho intercambio con la gente, con un público muy cambiante, pero se producía una magia.

-MG: Había que renovarse semana a semana ahí y era un laboratorio, hacíamos todo lo que se nos ocurría.

-BM: Era como un ensayo abierto muy espontáneo y auténtico, eso fue lo que atrajo a la gente. Fue nuestro fogueo, tocamos todos los domingos durante dos años, después vinieron otros boliches y por 2001 tocamos mucho en las huelgas y ocupaciones de las facultades, donde se amplió el público, hasta que un día estábamos tocando en un acto estudiantil para 6.000 personas. Se fue dando.

-Y con la masificación de la gente empezaron a aparecer los detractores, los de orientación clásica diciendo “esto no puede ser”.

-MG: Sabés que nunca nos llegó mucho eso, en general me parece que siempre nos tuvieron respeto, si bien somos de otro palo, porque hay gente que nos defenestra sin conocernos -no voy a dar nombres-, pero hay un mutuo respeto, porque nosotros no hacemos, ni queremos hacer, -porque si queremos capaz que podemos- lo que ellos hacen y viceversa…cada uno en su palo.

-BM: Vos decís como si esto fuera menos serio y creo que algo de eso puede haber habido o hay, pero viste que acá no nos decimos las cosas en la cara y nosotros tampoco tenemos mucho contacto con los músicos clásicos, tenemos mucho más contacto con la gente de la música popular, con el mundo al que pertenecemos. Funcionamos más como una banda de rock que como un cuarteto estándar.

-Volviendo a El Príncipe, la reseña de “Tobismo” la titulé como “La Corte Principesca” ¿Qué opinión tienen al respecto? No se trata de una cuestión sectaria, puede que sean berretines periodísticos, se trataba simplemente de agrupar gente con ideas comunes.

-MG: Es una definición que vos encontraste, si a mí me preguntan sin dudas lo soy, aunque para mí era Gustavo Pena…lo vivía desde otro lugar.

-BM: Mucho de esa cosa lúdica, de festejo, no tan acartonada. Probablemente provenga de ahí, de pensar la música como algo divertido y alegre.

-MG: Todo lo que trascienda de eso para mí está buenísimo, y más viniendo de quien viene, hay una gran conexión sin dudas, hemos grabado muchos temas de él y le agradecemos en cada uno de los discos que hacemos, porque para nosotros es un maestro, pero un amigo antes que nada.

-BM: Mario tocó más tiempo con él, pero en “El Recital” grabamos y fue un laburo intensivo, musical y emocionalmente…

-MG: Era la única manera de laburar con Gustavo, nada de medias tintas, puro rocanrol…para “El Recital” se escapaba del hospital a ensayar… llegaba con la mariposa en el brazo todos los días…y para el día del toque era un gentleman con su saco rojo, nadie se enteró.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura