El representante permanente de México ante el organismo, Cassio Luiselli Fernández, analizó "el ascenso chino" de los últimos años y los desafíos que supone, tanto para el propio gigante asiático como para el mundo en su conjunto. "Es el mayor fenómeno político, económico y cultural de los últimos tiempos", aseguró, destacando sus "más de 4.000 años de historia ininterrumpida", lapso durante el cual "siempre representó la otredad de Occidente". "No es un estado-nación sino una civilización con ropaje de estado nacional", caracterizó. Su población, de 1.342 millones, es el 20% de la mundial, la mayor de un estado; desde el año pasado es la segunda economía del globo, la primera en comercio, la tercera en superficie y cuenta con "abundantes pero insuficientes recursos naturales". Y si bien en el sudeste asiático otros países también crecieron mucho, "ninguno tiene la potencialidad de China", que dio un salto cualitativo en los últimos diez años, lo que fue posible por su política de apertura comercial. "Posiblemente se convierta en la primera (economía mundial) tan pronto como en 2025", proyectó, matizando después con el dato de que su Producto Interno Bruto (PIB) per cápita sigue bajo respecto de los países desarrollados, mientras aún debe resolver problemas de pobreza, desigualdad y analfabetismo.
Superchina
Luiselli prosiguió resaltando la transformación de China en "una superpotencia" productiva con una enorme capacidad industrial instalada, estructura que viabilizó el ingreso de más de 600 millones de personas al mercado laboral, y le permitió desarrollarse hasta representar un tercio del crecimiento mundial. Ello favoreció "una reducción de la inflación global" así como "una apreciación de los commodities, que estaban deprimidos" y ahora se mantienen elevados por la fuerte demanda asiática, pese a la crisis.
"Inevitablemente" el mundo está frente a "un gigante geopolítico" que hasta ahora mostró "mucho cuidado en sus relaciones internacionales" y busca "armonía y paz", no obstante contar con un "muy poderoso ejército". En cuanto al vínculo con América Latina, explicó que el PIB regional equivale al 62% del chino. "Seguramente seamos la mitad" en algunos años, apuntó, aunque Latinoamérica "es muy grande" y tiene una "población joven y creciente". Argumentó que las importaciones de origen chino permitieron un "consumo a precios bajos", una fuerte inversión en infraestructura orientada a la exportación y un "boom de commodities". Pero alertó contra el "riesgo de primarización" asociado al intercambio con ese mercado, y contra la "erosión de la industria local". Dijo que América Latina tiene "varias líneas de acción" a considerar: reforzar la educación y la innovación; realizar más inversión en logística, física y digital; invertir y producir en China, y "profundizar la integración". El crecimiento chino es sustentable pero enfrenta desafíos como el rápido envejecimiento demográfico y las emisiones de gases de efecto invernadero. "China tiene que mejorar en ese propósito de producir más limpio, no es sostenible producir así. No lo digo sólo por China, lo digo por el mundo: debe haber una fuerte corrección". Llamó a "avanzar hacia un pacto de seguridad energética" internacional que apunte a "un modelo de producción diferente". "Esto requerirá nuevos arreglos de poder y fuertes cambios institucionales. Necesitamos un nuevo multilateralismo", concluyó.
Peculiar
El embajador de China en Uruguay, Qu Shengwu, hizo hincapié en el "proceso de apertura" iniciado en 1978 hacia "un socialismo con peculiaridades chinas", que determinó cambios históricos "sobre todo en la primera década del siglo XXI", en la que creció a un 10,5% anual. Qu dijo que su país importa por unos 750.000 millones de dólares anuales, transfiriendo más de 14 millones de empleos a los países proveedores. No obstante, reconoció que "el rápido desarrollo y progreso no ha cambiado su posición de país en vías de desarrollo". "China tiene una población numerosa y una base económica muy débil", sostuvo, asegurando que seguirá "en su camino de desarrollo pacífico". "El gobierno chino declaró una vez más ante el mundo entero, con toda seriedad, que el desarrollo pacífico constituye la opción estratégica para hacer realidad la modernización, enriquecer al pueblo y aumentar el poder del país y hacer mayores contribuciones a la civilización y el progreso mundiales", defendió. Sobre las relaciones con la región, resaltó que "continúa la profundización de la mutua confianza política entre ambas partes". "La última década ha sido testigo del fuerte crecimiento del relacionamiento entre ambas regiones". Destacó el incremento de 28,4% del comercio durante los últimos años, que reporta "mutuos beneficios, ganancias compartidas, sostenibilidad y una fuerte complementariedad económica". Llamó a "continuar y profundizar el camino que se viene recorriendo".
Naturalmente
El canciller Luis Almagro, quien fue embajador uruguayo en China en la administración anterior, admitió que le cuesta “ser objetivo” porque es “un país en el que me encantó estar, y estuve muy a gusto trabajando”, destacando luego “el gran sentido de la transversalidad en el trabajo” que vio en ese país.
“En cada gestión del gobierno no hay una definición de 'esta chacra es mía', como muchas veces pasa en nuestros países”, resaltando la perspectiva de “largo plazo” que aplican a los proyectos. “Los grandes objetivos están trazados para mucho después y para muchas generaciones”. Auguró que será el centro de la economía mundial “a través de un proceso natural” y vinculado al concepto de “desarrollo pacífico”. Subrayó que “China va camino a ser más de lo que es hoy. Va a tener un papel más decisivo en la economía internacional, por eso es cada vez más importante tener una relación estrecha”.
Si bien muchas veces se critica el déficit comercial que el comercio con China genera en sus socios, ese déficit también abonó el desarrollo de algunas industrias locales por la incorporación de maquinaria a precios más accesibles.
Pero es necesario “cambiar la calidad del comercio” porque aún la “lógica comercial todavía es de centro-periferia”. Celebró los “grandes avances” de China en ciencia y tecnología y “su gran generosidad, que otros países centrales no han tenido en materia de transferencias tecnológicas”.