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Brasil ejemplifica cómo personalizar los tributos al consumo para beneficiar a los contribuyentes.

En tiempos en que en Uruguay se discute acerca de la mejor forma de bajar efectivamente los impuestos al consumo, y en particular el Impuesto al Valor Agregado (IVA), no resulta ocioso evaluar qué han hecho otros países en esta delicada materia que despierta sensibilidades y aviva el debate sobre la distribución.

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Es preciso recordar que uno de los objetivos oficiales apunta a que la posible rebaja en el tributo se vea efectivamente reflejada como beneficio al consumidor, y no que termine siendo absorbida por la cadena de intermediarios.

En este sentido, quizás no sea necesario investigar qué han hecho países lejanos o con una cultura tributaria distinta a la uruguaya. Sólo bastará mirar, una vez más, hacia el vecino Brasil para tomar un buen ejemplo de promoción de formalización de la economía en general, y de devolución de tributos al consumo a los contribuyentes en particular.

La denominada Nota Fiscal Paulista es un programa mediante el cual el estado de San Pablo devuelve a los consumidores 30% del Impuesto a la Circulación de Mercaderías y prestación de Servicios (ICMS, similar al IVA doméstico). Según establece la propia Secretaría de Finanzas del gobierno paulista, este mecanismo constituye un incentivo para que los ciudadanos que adquieren mercaderías o servicios exijan al establecimiento o prestador el documento fiscal (factura). De esta forma, es el propio ciudadano común quien se constituye en uno de los principales cuidadores de la formalidad de la economía estadual. A cambio, el Estado le devuelve parte del tributo fiscalizado. Los consumidores que al realizar cada compra se identifiquen con su número de registro tributario (bien podría ser la cédula de identidad en el caso uruguayo) podrán escoger de qué manera percibir la devolución del tributo.

Los números del programa son impactantes. Según el gobierno del estado de San Pablo, se han devuelto más de 3.000 millones de reales, algo así como 2.000 millones de dólares. En la actualidad cuenta con más de 10 millones de contribuyentes registrados que participan activamente en el plan.

Uno de los aspectos a tener en cuenta para explicar la buena aceptación del mecanismo entre la ciudadanía es, sin lugar a dudas, la sencillez para acceder a sus beneficios. En este sentido, los pasos del sistema son simples. En primera instancia el contribuyente se registra vía web por única vez. Luego, en cada compra informa su número de registro y solicita la factura. El vendedor registra los datos, que on line ya recibe la administración fiscal. Una vez que el fisco efectivamente le cobra a la empresa el impuesto generado en la transacción, se le deposita la devolución al contribuyente en su “cuenta virtual”, que puede chequear cuantas veces lo crea conveniente en el sitio en que se ha registrado. Por último, el contribuyente tiene un plazo de cinco años para decidir qué hacer con los montos que se van acumulando. En ello las opciones son variadas, pudiendo optar por destinarlo al pago de la patente de automóviles o directamente solicitar que le sea transferido a su cuenta corriente o caja de ahorro bancaria individual.

Quizás pueda verse como un buen ejemplo de cómo ir personalizando la carga tributaria. Desde el momento en que el consumidor se identifica, la administración puede contar con herramientas suficientes para devolver más o menos tributos, dependiendo de cuáles sean los objetivos a perseguir. A la vez, es una buena herramienta para tener como “aliados” a los ciudadanos en general, quienes podrán convertirse en los más efectivos inspectores.

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