Daniel Perea, docente de paleontología de vertebrados de la Facultad de Ciencias mostró el trozo de arena consolidada, llamada arenisca, sobre la que estaba la huella del caparazón; los huesos de éste no estaban allí sino que estaban siendo rearmados "como una especie de rompecabezas", graficó Perea en diálogo con la diaria. "Esto era una arena blanda, muere la tortuga, queda con el caparazón para abajo y deja la marca en la arena; queda enterrada y con el tiempo, después de 150 millones de años Jorge y su esposa hacen este hallazgo", añadió.
El especialista comentó que a partir de la ornamentación "se puede llegar a saber qué tipo de tortuga es y qué relación tiene con otras tortugas existentes o extinguidas, eso está siendo estudiado por la facultad. Además, vamos a hacer una preparación de este material porque podría haber acá adentro más huesos, tenemos que hacer algún estudio con rayos X o con tomografía para ver si ese material está ahí”.
Vida jurásica
Perea señaló que además de ser la tortuga más antigua encontrada en Uruguay, el hallazgo “aporta un dato más al estudio faunístico del período jurásico en nuestro país, que se conoce a través de estas areniscas de Tacuarembó y de una cantidad de fauna que acompañaba a estas tortugas, las que también se han encontrado en otras localidades, como las almejas gigantes de 30 centímetros y dinosaurios. Las primeras pisadas de dinosaurios que se encuentran en Uruguay se encuentran también en esta arenisca, y en Tacuarembó”.
El docente hizo refrencia a que en el período Jurásico América del Sur estaba unida con África y que “lo que hoy es el sur de Brasil, el norte de Uruguay y parte del oeste de África formaban un gran desierto intracontinental” con espacios de agua dulce y que, si bien no se conservó la vegetación, sí la fauna que vivió cerca o dentro de los ambientes acuáticos. En zonas como Rivera sigue habiendo de esa arenisca pero por el momento no se ha encontrado fósiles.
Según el docente, las tortugas más antiguas del mundo fueron halladas en China y tienen más de 200 millones de años -del período Triásico, inmediato anterior al Jurásico-, pero precisó que es muy raro hallar tortugas de esos dos períodos porque empezaron a ser más frecuentes desde hace 100 millones de años en adelante.
“Reconstruir los ecosistemas del pasado, cómo era la paleogeografía, la geografía, cómo era la biogeografía -la distribución de los organismos- y afinar un poquito más las mediciones de los períodos es a lo que apunta la paleontología en conjunto con la geología”, explicó Perea. Los especialistas sospechan que puede haber “grupos de reptiles que no se han encontrado hasta ahora, reptiles voladores como telosaursio; grupos de peces que tampoco se han encontrado, aves y mamíferos primitivos”.
Da Silva acotó que luego de ser analizadao y rearmado, el caparazón volverá al Museo de Geociencias y el objetivo es que “por su ubicación geográfica el mueso tenga todo lo referente al Gondwana”, bloque continental formado por América del Sur y África. Las huellas de dinosaurios halladas también en la arenisca están en el sitio mismo del hallazgo, forman un sendero de unos 20 metros y cada pisada tiene un diámetro de 50 centímetros. “Recatar, buscar, extraer, cuidar y estudiar los restos” son los cometidos del museo, y los estudios que exceden a sus responsables son tratados por los técnicos de la facultad. Para realizar las investigaciones, cuentan con fondos de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación y de la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Udelar.