“Éste es nuestro Pearl Harbor", proclamaban varios internautas indignados ante la operación policial que culminó con el cierre del sitio de descargas ilegales Megaupload y el arresto de su dueño, el alemán Kimble Schmitz, anunciando lo que sería una suerte de guerra total entre los usuarios del sitio -y sitios similares- y el gobierno de Estados Unidos y las multinacionales culturales que instigaron el cierre. En realidad, más que un Pearl Harbor que haya despertado la furia de las masas, el raid de Nueva Zelanda que terminó con Megaupload parece haber sido una suerte de Guerra de los Seis Días, en la que un ataque directo y sorpresivo provocó un repliegue general de lo que hasta hace poco parecían bastiones inamovibles de la difusión por fuera de los circuitos del copyright y los derechos de autor.
Libertarios censores
Uno de los sitios emblemáticos de las libertades de sharing ha sido desde su creación la página de videos Youtube, formada tanto por contenidos voluntariamente cedidos como por filmaciones compartidas por usuarios sin mayor voluntad de sus creadores -aunque el sitio ha aceptado trabajar en sinergia con las grandes compañías de música, especialmente desde que fue comprado por unos 1.600 millones de dólares por Google.
Pero no se puede ver todo en Youtube, no sólo por motivos de derechos de autor o por sus políticas antipornográficas, sino a veces por motivos de opinión. La compañía independiente de discos Matador lanzó un comunicado explicando que el video de promoción del nuevo disco de su artista -asumidamente gay- Perfume Genius, Put Yr Back N 2 It, había sido rechazado por Google/Youtube argumentando que éste no era "seguro para la familia". En el video se muestra parte del clip del tema "Hood" donde se puede ver al integrante único de Perfume Genius, Mike Hadreas, abrazado sin remera con el actor porno Arpad Miklos, sin que en el mismo haya desnudez alguna o simulación de un acto sexual. Sin embargo, Youtube explicó: "Notamos que las personas en el video no están desprovistas de ropa, pero la sensación general es de una naturaleza más adulta, que incluye promover un tema sexual maduro".
La censura llegó casi en coincidencia con la sufrida por la comediante Ahna Tessler, a quien el sitio de comedia Funny or Die borró su cuenta por subir un video en el cual se hallaba amamantando a sus recién nacidos gemelos. En todo caso, la decisión de Google/Youtube alcanzó para despertar la ira de un artista bastante más conocido que Perfume Genius, Michael Stipe, ex cantante de REM, quien emitió una declaración dirigida al gigante de las comunicaciones en la cual decía: "Que Youtube califique este anuncio como 'no seguro para la familia' es discriminación estúpida; encuentro horrible que hayan hecho eso tan desgraciado y cobarde. Youtube, avergonzate. Naciste en el siglo XXI, ahora actuá en consecuencia".
Casi inmediatamente después del raid sobre Megaupload, muchos sitios de descargas que ofrecían recompensas a cambio de copias de buena calidad de discos, libros o (especialmente) películas, quitaron esos programas y comenzaron a borrar de sus servidores todos los archivos de productos susceptibles de tener derechos de autor. Sitios como 4shared, VideoBB, VideoZer, Filesonic, Fileserve, FileJungle, UploadStation y UploadBox comenzaron a restringir severamente sus servicios o, directamente, anunciaron su cierre próximo. En el Río de la Plata esto se hizo patente con el pánico y los cambios de contenidos de Taringa! y Cuevana, actualmente bajo el asedio de varios juicios civiles por parte de editoriales locales y de gigantes mediáticos como HBO. El caso de los sitios argentinos plantea nuevas complicaciones, ya que su popularidad creció ante la ausencia de medios autorizados y efectivos para acceder a buena parte de la producción internacional (en el caso de Cuevana, esencialmente series de televisión actuales subtituladas), pero a la vez generando un ambiente competitivo que hace inviable el establecimiento de sitios pagos. Proporcionalmente, el continente sudamericano es el que más uso hace de los sitios de descargas ilegales, algo que puede explicarse tanto por las diferencias de poder adquisitivo como por las mencionadas dificultades de acceso, sumadas además a cierta tolerencia cultural.
Sin embargo, el principal problema para la ofensiva contra la piratería de los gobiernos occidentales proviene de las mismas potencias que les generaban problemas en los días de la Guerra Fría, ya que los gobiernos de China y Rusia han sido mucho más renuentes que los demás países a colaborar con las investigaciones estadounidenses, consiguiendo que muchos sitios de descargas ilegales como anonyupload.com muden sus servidores a estos territorios más laxos.
Mientras tanto, el efecto en el consumo también ha sido inmediato; por un lado, la Recording Industry Association of America (RIAA) emitió un comunicado recordando cómo las ventas legales por vía digital de música habían mejorado luego del cierre del sitio Limewire en 2010, y algunas cifras de servidores europeos de música paga parecerían darle la razón. Pero, simultáneamente, se habría notado un repunte de los sistemas peer to peer (Emule, Soulseek, torrents, etcétera), por los que se accede a archivos almacenados individualmente, un método menos completo y rápido que el de sitios como Megaupload pero mucho menos centralizado y, por lo tanto, más difícil de reprimir.
Héroes y villanos
La coincidencia del cierre de Megaupload con la discusión del polémico proyecto SOPA (Stop Online Piracy Act) -que establece severos controles de las páginas de links de descargas ilegales- dejó bastante perplejo al mundo de la internet, donde cientos de miles de personas estructuraban protestas contra la nueva legislación estadounidense, sólo para descubrir luego que se podía barrer de la tierra virtual a un sitio como Megaupload sin tener que recurrir a nuevas leyes como SOPA o PIPA (Protect IP Act).
La supuestamente terrible venganza del grupo Anonymous al poner online todo el catálogo de discos de Sony pareció no sólo un poco desnorteado a la hora de castigar enemigos (más allá de los derechos de venta de Sony sobre las canciones de su catálogo, la medida afectó en teoría también a todos los artistas cuyas obras fueron editadas por Sony, aunque ya no les aten vínculos contractuales con la compañía) sino sobre todo bastante fútil, ya que de facto todo ese catálogo ya se encontraba a disposición gratuita en la web, ya fuera por los sitios de descarga ilegal o por las redes peer to peer. Asimismo, la legitimidad de las acciones de Anonymous se volvió discutible incluso dentro de las redes que apoyan la distribución gratis de contenidos artísticos. Para peor dos de sus hacktivistas fueron detenidos ayer, acusados de haber bloqueado la web del grupo eléctrico público EDF, una acción que perjudicó a los usuarios sin que quedara clara su intención original.
En todo caso, el que colaboró poco para su propia defensa fue el propio Kim Dotcom Schmitz, quien fue presentado mediáticamente como un hipermillonario extravagante y poco escrupuloso, cuyos documentos lo exhibían como un estratega de la piratería capaz de pagar a scouts para generar copias piratas de buena calidad y sin grandes demostraciones de espíritu libertario. Un personaje mucho más fácil de demonizar que la faz más bien abstracta de la Justicia estadounidense y el cúmulo de compañías detrás de la denuncia, y cuyo carisma delictivo puso en duda sus supuestas intenciones de ingresar al negocio de distribución legal vía web, algo que sus defensores señalan como el auténtico motivo de su detención. Fue notoria, en todo caso, la casi total ausencia de demostraciones de solidaridad por parte de los artistas con quienes algunos presentaban como un auténtico (aunque no desinteresado) difusor cultural.
Pero tal vez éstas sólo hayan sido escaramuzas preliminares de lo que algunos denominan la “World War Web” (la guerra mundial de la web) y que tendrá como partícipes a poderes mucho más influyentes que Megaupload o Cuevana, como el gigante Google (apoyo silencioso pero hasta ahora oficialmente neutral de la distribución irrestricta). Nathan Newman, fundador de Tech-Progress.org señalaba la intención expresa de los directivos de Google de controlar la difusión de los programas televisivos mediante herramientas como Google.TV, lo que le permitiría a su vez negociar directamente con los auspiciantes, monopolizando aun más el negocio de la publicidad, del cual posee cerca del 50% de la que existe en la red.
Tal vez los días actuales de acceso gratuito e indiscriminado a la mayor parte de la producción cultural moderna sean vistos en el futuro de la misma forma en la que algunos consumidores de drogas ven aquellos primeros años del siglo XX, cuando era posible acceder a la cocaína y la heroína pura en las farmacias. O, por el contrario, tal vez esto sea simplemente como la prohibición de las bebidas alcohólicas y su represión estéril y a la larga derrotada. O, simplemente, el futuro sea una síntesis de las dos tendencias. Por ahora los dados siguen rodando.