Sus relatos suelen ambientarse en el medio rural, confunden el presente y el pasado pero abordan la historia de su tierra, y dejan rendijas abiertas a lo fantástico. Por todo eso, se relaciona a Mo Yan con Gabriel García Márquez. El propio Mo Yan, cuando presentó la edición en mandarín de “Cien años de soledad”, confesó su admiración por la obra del latinoamericano, al que ahora se une en la exclusiva lista de ganadores del Nobel. También abre lugar a comparaciones con el paladín del “realismo fantástico” la propia declaración de la Academia Sueca, que dice que Mo escribe “con realismo alucinatorio, mezclando cuentos populares, historia y actualidad”.
Es, sin embargo, difícil conseguir sus libros en español. Los hay, pero editados por una pequeña editorial madrileña, Kailas. En 2008, apareció “La balada del ajo”, donde Mo Yan narra los cambios que han vivido los campesinos chinos durante las reformas iniciadas en el país asiático a finales de la década de 1970, según Efe. Kailas también publicó los relatos reunidos en “Shifu, harías cualquier cosa por divertirte”, y las novelas “La vida y la muerte me están desgastando” y “La República del vino”.
La situación, obviamente, está a punto de cambiar, ya que Seix Barral -parte del grupo Planeta- acaba de anunciar desde la Feria del Libro de Frankfurt la compra de los derechos de publicación de “Change” (Cambio), especie de autobiografía publicada por Mo hace dos años.
Aunque Mo fue bastante traducido al inglés, es una película, “El sorgo rojo” (ver http://ladiaria.com.uy/articulo/2012/10/el-sorgo-rojo/ ) la que ha hecho conocida la obra de Occidente (que sigue incluyendo a nuestro país: la película es parte del archivo de Cinemateca Uruguaya). “El sorgo rojo” se basa en dos novelas, una homónima y otra titulada “Vino de sorgo”, publicadas por Mo a fines de los 80.
Nacido en 1955, Mo se formó durante la llamada “revolución cultural”, que promovía el trabajo manual y extremaba el control de la opinión pública. Por eso decidió usar un seudónimo (su nombre de nacimiento es Guan Moye) que en mandarín significa “No hables”, en referencia a un consejo paterno sobre la conveniencia de manifestarse públicamente. También por eso realizó diversos trabajos alejados de la escritura -como trabajar en una refinería o servir en el ejército- hasta que, durante la apertura que se inició en los 80, decidió dedicarse a su vocación narrativa.
La recepción en China del otorgamiento del Nobel a Mo ha sido dividida. El periódico del Partido Comunista, Diario Popular, festejó. “¡Mo Yan ganó el Nobel de Literatura! Se trata del primer escritor chino que ha ganado el Nobel. Los autores chinos habían esperado demasiado, igual que el pueblo chino”, traduce The Independent, que a su vez llama la atención sobre cómo se ignora a Gao Xingjian, ganador del Nobel en 2000 que había preferido adoptar la nacionalidad francesa.
Menos entusiasta fue la agencia oficial china, Xinhua. El analista Yan Hao se pregunta por qué le dieron el Nobel a Mo, cuando “no es ni uno de los autores más populares de China ni uno de los más reputados”, aunque consigna que en las primeras horas luego de conocido el anuncio del premio, sus libros se agotaron. También le llama la atención que sistemáticamente se les niegue el Nobel a los científicos chinos (“a pesar del milagro económico de las últimas décadas”), criticándoles su falta de originalidad, creatividad y apertura al mundo. “Sin embargo, las novelas de Mo, aunque para muchos son rústicas, se consideran desde fuera retratos realistas del pueblo chino”. Yan Hao comenta que la noticia del Nobel llega justo en los preliminares de un congreso clave del PC Chino, que ha llamado a la autoconfianza en el plano cultural como preparación para los conflictos ideológicos internacionales que seguramente se le presenten en los próximos años.
Directamente en contra, el artista Ai Weiwei comentó: “Darle el premio a un escritor como éste es un insulto a la humanidad y a la literatura. Es una vergüenza que el jurado haya elegido a alguien que no está a la altura del premio”. Ai le critica a Mo “no haberse involucrado con los conflictos políticos contemporáneos, que hoy no pueden separarse de la literatura. China es un Estado sin libertad de expresión”.
El propio Mo se ha mostrado dual tras la noticia del premio: “Estoy alegre y asustado”, dijo. Aunque anteriormente había declarado que, siguiendo el lema que lleva por nombre, no hablaría sobre un posible Nobel, ayer, según Xinhua, dijo a la prensa china por qué cree que le dieron el premio: “Mi obra presenta vidas de características distintivamene chinas, y lo hace desde el punto de vista de seres humanos comunes, que trasciende la diferencia de naciones y razas”.