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Los delfines y el salmón

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El legado del pensador Jacques Lacan en disputa.

José Attal, analista francés perteneciente a la Escuela Freudiana de París y miembro de la École lacanienne de psychanalyse, vino a Montevideo la semana pasada a presentar su libro La No-Excomunión de Jacques Lacan, un texto que parte de la expulsión de Lacan de la Asociación Psicoanalítica Internacional (prácticamente perseguido por la intelligentsia freudiana de aquel momento) para discutir el papel del psicoanálisis en la clínica y en el mundo.

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S-En su momento, la expulsión de Lacan como analista didacta de la IPA tuvo importantes resonancias. ¿Qué relevancia encuentra en este suceso y por qué considera volver sobre esta cuestión?

-Es un punto que sucedió en 1964, pero tiene actualidad hoy, porque cuando Lacan fue declarado excomulgado, se hizo con una dimensión política bajo la influencia de Althusser, filósofo especialista en Marx. [Louis] Althusser tenía un proyecto de teoría general así como Marx tenía un proyecto de política general. Su proyecto de política general quería poner en obra el tercer modo de conocimiento de Spinoza, pero vinculándolo también con la cuestión del deseo, porque consideraba que Marx era insuficiente. Tuvo la necesidad, a la manera de Maquiavelo, de un príncipe, y fue Lacan el elegido. En esta medida, Althusser le dio a la excomunión de Lacan la misma relevancia que tuvo la de Spinoza en su momento. Es en ese sentido que Althusser necesitó construir a Lacan como un príncipe a la manera europea. Pero se encontró con que Lacan terminó recusando a Spinoza, siendo Lacan spinozista en un primer momento, porque consideraba que no convenía al psicoanálisis y eso fue la gran ruptura con Althusser. Sin embargo, todos los alumnos de la Escuela Normal Superior, que era una institución muy importante en Francia, se volvieron alumnos de Lacan (siendo todos ellos alumnos de Althusser). Cuando Lacan murió [en 1981], habiendo poco tiempo antes disuelto su escuela [la Escuela Freudiana de París, creada por el mismo Lacan ni bien fue expulsado de la IPA] el poder fue tomado por los alumnos de Althusser para continuar la labor de Lacan, justamente porque el primero de los alumnos de Althusser era el yerno de Lacan, Jacques Alain Miller. Había una cierta legitimidad al ser su yerno. Miller continuó de alguna manera el decurso de Althusser, volviendo a todo el planeta lacaniano (al menos ésa era la pretensión) no “lacaniano” como yo lo entiendo, sino como lo entiende él. Entonces es por eso que declara ahora -y es por eso que es actual el tema- que “hay que volver a toda la humanidad analizante”. Es decir, usa el psicoanálisis como un proyecto político, como si el psicoanálisis tuviera una visión del mundo, lo que no es el caso; el psicoanálisis no tiene nada que decir con respecto a una visión del mundo, y justamente es por eso que es actual. Es por eso que para Jacques Alain Miller, Lacan siempre ha sido un excomulgado. No puede aceptar que Lacan haya dicho que no sufrió una excomunión. Un psicoanalista no puede ser excomulgado, porque un psicoanalista es nada. Ésa es la actualidad, ése es el punto de la política del psicoanálisis.

Ficha del libro

"La no excomunión de Jacques Lacan: cuando el psicoanálisis perdió a Spinoza". El Cuenco de Plata, Buenos Aires, 2012.

-¿Cuál es su posición frente a esa política del psicoanálisis?

-Entiendo que eso no es psicoanálisis. Es utilizar el psicoanálisis para tener un proyecto político, como si el psicoanálisis pudiera servir a la felicidad de los hombres. Pero se sabe que cuando se toma a la felicidad en ese sesgo, generalmente se termina en dictadura. Voilá.

-Noto cierto paralelismo que no está expuesto tan explícitamente en su obra, entre Freud-Jung y Lacan-Althusser, dos relaciones que se necesitaban mutuamente para distintos proyectos, y al mismo tiempo, la idea del psicoanálisis y el sionismo.

-Bueno, va directamente al punto. Soy más reservado en ese paralelismo que usted hace. La relación Jung-Freud giraba alrededor de un punto metafísico/religioso. Jung pensaba que todo lo que estaba inscripto en un sujeto estaba tomado de algo cósmico. Hablaba de los espíritus, lidiaba con los fantasmas y le impresionó mucho en su primer encuentro con Freud, el hecho de que Freud no creyera nada de esas cosas. Freud dejó a Jung porque este último desestimó la cuestión de la sexualidad. Althusser es lo contrario. Quiso tomar el corazón del psicoanálisis, “¿Qué es lo que fabrica un deseo humano?”, para transformar eso en proyecto político. El consideraba que allí donde Marx había fracasado en el orden económico, podía hacerlo exitoso tomando ese aspecto del psicoanálisis, pero en ese mismo proyecto de política general. Por otro lado, me pregunta sobre el sionismo. Es verdad que el primer sionismo estuvo muy interesado por el psicoanálisis, pero creo que sería un error considerarlo que fuera por un interés doctrinal. Creo que era gente que estaba en la vanguardia. Era una dimensión nueva.Tomaban el marxismo, el psicoanálisis, la pedagogía, todo lo que estuviera en la vanguardia.

S-Al final de su texto hay un recorte de un artículo sobre la posible implementación de la enseñanza del psicoanálisis en marcos de educación pública en Francia ¿Cómo ha visto la expansión del psicoanálisis por fuera de París?

-Estoy muy sorprendido por la importancia de Lacan en el mundo entero. Pero también estoy sorprendido del hecho que su persona puede advenir en una reliquia religiosa. El éxito de Jacques Alain Miller se debe, entre otras cosas, a que ha tenido acceso al cuerpo de Lacan, porque no hizo nada en el psicoanálisis. Cuando Lacan se murió, no era analista. El psicoanalista de Miller lo insultó a Miller públicamente, diciendo que era un canalla, un mentiroso, porque también es verdad que el psicoanalista de Miller quería ocupar ese lugar que ocupó Miller. Son los delfines de Lacan. Estoy sorprendido que alguien que haya conocido personalmente a Lacan le dé esa especie de aura totalmente ridícula. Entonces, el psicoanálisis que circula es uno que hace de él una reliquia que circula por todos lados. Es la razón por la que no es leído realmente. Es por eso que he hecho uno, dos libros, para demostrar que no se ha leído Lacan.

-En ese nivel es que entra el tema del "des-ser" en el analista.

-Ésa es una diferencia con Miller. Él dice que hay una concepción del psicoanálisis que consiste en pensar que hay un ser del psicoanálisis... Pero hay una concepción del psicoanálisis que consiste en pensar que no hay psicoanalista para nada. Sólo se es analista cuando se está en el sillón con el analizante. Por ejemplo, acá, en esta reunión, no hay psicoanalistas. Porque nosotros consideramos que es el reverso, el contrario del ser, en definitiva, que el psicoanálisis no es una ontología. El psicoanalista va en el sesgo contrario, no va en el sentido del ser, sino en el des-ser. “Ser” va del lado de la construcción ontológica del maestro/amo, mientras el des-ser va por el lado de que uno finalmente no es gran cosa.

-El Spinoza que se maneja en Uruguay es un Spinoza leído desde Deleuze, pero usted plantea un Spinoza distinto. Uno de los puntos más curiosos del libro es que mientras la teoría esquizoanalítica plantea un Spinoza del punto de vista del Cuerpo sin órganos -todo lo contrario a un yo central y constituido- usted plantea a Spinoza en la idea de conservación como un garante del yo.

-Ésta es una pregunta muy importante. Hay en Spinoza tantos Spinozas como lectores. Invité en París tanto a gente de la Sorbona como de la École Normale y había una multitud de lecturas. Cada uno tiene su Spinoza. Lacan tenía su Spinoza, Althusser, Tony Negri y evidentemente Deleuze. Pero Deleuze es el único que lee a Spinoza como Lacan leía a Freud. Es decir, que cuando dice “Spinoza dice eso”, no quiere decir que Spinoza haya escrito eso. Es decir, es Deleuze que encuentra eso en Spinoza. Es una lectura muy particular. El genio de Deleuze es el haber encontrado el Cuerpo sin Órganos en Spinoza, una especie de punto cero a partir del que todo es posible, y es realmente allí donde encuentra al psicoanálisis. Es el lugar donde el analista se sitúa en su no-saber. Es decir, que cada vez que recibe a alguien se ubica en el lugar del que no sabe nada, nada. Es un lugar que permite al analizante hacer su camino personal. Si el analista ya tiene en su cabeza lo que debe ser, la cura analítica se vuelve una ortopedia. Es fabricar en el mismo molde. Por ejemplo, la cuestión del género no puede aparecer si ya se tiene una idea a priori. No es casualidad que la École Lacanniane haya sido la primera en acoger los estudios gays y lesbianos. El psicoanálisis por definición -no el de Miller, claro- no tiene juicio, sólo toma acto. No toma partido, como pasa en Francia, que en algunos casos dice que “una pareja no debería criar hijos”. Nuestra concepción de Lacan es que el psicoanálisis es tomar acto. Si no fuera el caso, estaríamos con una subjetividad del siglo XIX, que fue cuando el psicoanálisis se inventó. Es decir, que está muerto.

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