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Asistentes a la conferencia, el viernes, en la Facultad de Ciencias Economicas y de Administración de la Udelar.

Foto: Nicolás Celaya

Enfermedad contagiosa

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Expertos alertan sobre riesgo de “primarización” de la economía.

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Estudios recientes y de elaboración independiente muestran la presencia de la “enfermedad holandesa” en los indicadores económicos de algunos países de Latinoamérica. La “patología”, en relación a lo sucedido en la economía de los Países Bajos en los 60, está ligada a la extracción de recursos naturales para su exportación. La apreciación de las monedas locales, el aumento de las importaciones, la desindustrialización de los países, la debilidad en los encadenamientos productivos y la captura de rentas en virtud de una actitud innovadora son algunos de los síntomas que presenta este cuadro clínico.

En la mesa redonda “Extractivismo, ambiente y desarrollo”, realizada en el marco de las Jornadas Uruguayas de Economía Ecológica en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (FCEA) de la Universidad de la República (Udelar), se buscó avanzar en obtener una radiografía de la situación del país y la región.

El extractivismo, según la definición que aportó Eduardo Gudynas, ocurre por medio de actividades de extracción territorializadas, de grandes volúmenes de recursos naturales o de alta intensidad, en la que “por lo menos la mitad” del producto “se exporta”. El miembro del Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES) agregó que esta definición se aplica sobre todo a emprendimientos como la minería, los hidrocarburos y algunos agroalimentos.

Reto Bertoni, del programa de Historia Económica y Social, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Udelar, basó su exposición en dilucidar si la presencia de los recursos naturales en un territorio es una maldición o una bendición. A juicio de Bertoni, el dilema propuesto por José Pedro Barran y Benjamín Nahum goza de vigencia en la matriz económica del Uruguay actual. El fácil acceso a los recursos naturales determina que “los costos de producción son bajos”, y en la medida que la posibilidad de exportar es alta, lo que genera fuertes entradas de divisas que fortalecen la moneda nacional, estimula las importaciones y “genera problemas de desindustrialización”, causada por la “falta de competitividad de las industrias locales”, explicó el académico. La maldición, a la que “algunos asocian con la enfermedad holandesa”, tiene como efecto “la primarización de las economías”, sintetizó Bertoni.

El “espejismo” de la permanencia de altos precios de los commodities en el mercado internacional puede ser refutado por la historia económica. “Esos precios son mucho más volátiles en el mercado internacional que los que tienen mayor contenido tecnológico”, explicitó Bertoni. Los períodos de “fuerte crecimiento” están acompañados de “crisis subsecuentes”, entre las que citó la posterior a la Primera Guerra Mundial, la de los años 30, el estancamiento de los 60, la crisis de los 90 y la de 2002. Hay “evidencia suficiente” para afirmar que “los precios de los productos primarios, en el largo plazo, tienden a caer”, argumentó.

Cazadores, recolectores y depredadores

En Uruguay los recursos naturales son valorados por la ganancia que se traduce de su renta, “fenómeno que ha generado, a lo largo de la historia, una percepción -a nivel de las elites- de que con explotar los recursos naturales alcanza para mejorar las condiciones de vida” y que “la mera comercialización de lo que la naturaleza ofrece a la sociedad” se traducirá en “ganancia suficiente para el desarrollo”, aseguró el experto.

La inversión extranjera directa (IED) “tiene el objetivo de obtener una determinada rentabilidad y repatriar el capital en determinado plazo lo más corto posible”, señaló Jorge Notaro, del Instituto de Economía de FCEA.

La situación en Uruguay se ve agravada por tratados de inversión bilaterales que “impiden limitar los plazos y los montos de repatriación de utilidades”, y por tanto, la “preocupación por el medio ambiente y por el futuro uso de los recursos en un país”, por parte de los inversores extranjeros, “no existe”, aseguró. En una “hipótesis positiva” las IED son “una posibilidad”, explicitó Notaro, sin embargo, “en una negativa” tienen “una vocación depredatoria de los recursos naturales”, sentenció.

Acerca de la visión que indica que las inversiones extranjeras “son imprescindibles” porque mejoran la calidad de vida de la población y permiten “industrializar” y generar “nuevas condiciones de empleo”, el académico dijo: “Yo la compartiría si estuviéramos en el siglo XX”, donde la coyuntura fue de “escasez de capitales”. En los albores del siglo XXI, con la crisis en el hemisferio norte como telón de fondo, existe “abundancia de capital a la búsqueda de oportunidades”, afirmó. Por lo tanto, el capital “es muy fácil de captar, administrar y utilizar de acuerdo a las decisiones de un gobierno”, dijo Notaro.

Zona en cuarentena

Las actividades extractivistas “comienzan con concesiones en los países vecinos” y “una vez que comienza la avalancha” se activa “un proceso de etapas concatenadas que es muy difícil de detener”, señaló Gudynas. Mencionó a Perú como el ejemplo “más dramático”, donde dijo que 75% de la superficie está concesionada a las empresas mineras y de hidrocarburos. El experto aseguró que las evaluaciones de impacto ambiental tienen baja influencia en la toma de decisiones. En Bolivia los estudios de impacto se limitan a confeccionar una lista de especies en el territorio donde se establecerá el emprendimiento, y en Brasil se analiza una zona y el proyecto se instala en otra, dijo Gudynas. En Chile, de 620 proyectos mineros presentados en el período 2005-2012, únicamente 39 fueron rechazados, agregó. “En todos los países la percepción es que al inicio del proceso de evaluación ambiental ya está tomada la decisión política de que el emprendimiento se va a llevar a cabo”, lamentó el disertante.

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