Si bien la intención de usar la moneda local entre Uruguay y Argentina, suscrita días pasados por los titulares de los bancos centrales de ambos países, facilitaría la actividad turística, la iniciativa “está pensada para que tenga la mayor amplitud posible”, explicó a la diaria el director del Banco Central del Uruguay (BCU), Washington Ribeiro. En tanto, el economista de la consultora Pricewaterhouse Coopers (Pwc), Ramón Pampín, evaluó la medida como la “más jugada o fuerte” para “amortiguar” las perspectivas desfavorables de la temporada estival, pero advirtió: “Si no hay cooperación del BCRA [Banco Central de la República Argentina] de tomar los pesos argentinos, las pérdidas las asume Uruguay”.
Según la presidenta argentina, Cristina Fernández, en el mercado cambiario de la vecina orilla el dólar tiene un único valor. Sin embargo, un informe del canal de cable Todo Noticias (TN), del Grupo Clarín, opositor al gobierno, identificó diez precios distintos. En este contexto de control argentino sobre el mercado cambiario es que ambos gobiernos del Plata plasmaron su voluntad de prescindir del billete verde para las transacciones comerciales bilaterales, alternativa que está cobrando fuerza en la región y que ha sido analizada tanto en foros políticos como económicos. Pero más allá de las expresiones de deseo, concretarla parece no ser tan fácil. Un ejemplo de ello es Uruguay, que está a la espera hace más de un año de implementar el sistema con Brasil.
El catedrático de Comercio Internacional de la Facultad de Administración y Ciencias de la ORT Isidoro Hodara estimó que es un tema “sensible” por el riesgo de “llegar a una suerte de desunión monetaria liderada por las economías mayores” del Mercosur, hipótesis que de concretarse “supondría un nuevo corsé para las posibilidades de acción” de Uruguay.
La carta de intención suscrita en Colonia entre el BCU y el BCRA refleja “la voluntad” de “llevar adelante las instancias técnicas” a los efectos de viabilizar las transacciones comerciales en moneda local, indicó Ribeiro. Agregó que “ya ha existido intercambio de opiniones” entre las instituciones y “estudios de viabilidad”, y que el documento ratifica el compromiso de ponerlo en práctica. En la negociación no se fijaron plazos, pero Ribeiro anunció que el BCU actuará con “celeridad” dado que la medida “puede” estimular la llegada de turistas desde la vecina orilla, aunque no fue pensada sólo con ese fin, sino apostando a que beneficie a todos los sectores.
Desde Pwc, Pampín proyectó que una vez vigente el mecanismo favorecerá principalmente a las empresas del rubro turístico en tanto es “una exportación de servicios que se realiza dentro de fronteras”. En el caso de que hoteles y restaurantes reciban billetes argentinos, después “¿qué hacemos con los pesos?”, se preguntó el especialista. Consideró entonces que tiene que haber un “acuerdo cooperativo” por medio del cual el BCRA “tome” como medio de pago de las importaciones “estos pesos”. En otras palabras, tanto los pesos argentinos como los uruguayos pueden cumplir dos de las tres funciones del dinero, como “medio de cambio y unidad de valor”, pero no como “reserva de valor”, describió el especialista.
En este sentido añadió que mediante esta herramienta se le otorga “liquidez y circulación a la cadena de pagos turística”, pero reiteró que para que esto se verifique realmente “el restaurante u hotel tiene que poder canjear los pesos y el Banco Central es el destino”. En relación con la equivalencia monetaria, el economista explicó que para establecer el intercambio “el dólar va a estar pivoteando”; si la cotización se realiza sobre el dólar blue -conocido como dólar negro o paralelo que cotiza en 6,36 pesos argentinos- “beneficia a los argentinos”, mientras que “por debajo reparte pérdidas”, especificó. En relación a este punto, Ribeiro enfatizó que “la política monetaria” del organismo tiene por objetivo “mantener la competitividad”.
Por su parte, Hodara estimó que “casi” seguramente el tipo de cambio será al azul o gris: “Esto significa encarecer las ventas uruguayas respecto de las que se hacen utilizando el tipo de cambio oficial”. Si bien “puede que no haya más remedio” que optar por esta cotización e incluso sea apreciada como “ventajosa” para las exportaciones uruguayas, también existiría pérdida de competitividad frente a los países que toman el tipo de cambio oficial que “es más barato”, reconoció. Sobre el excedente de pesos argentinos en Uruguay, el catedrático puntualizó que “un remedio sería llevarlos a Argentina para convertirlos a dólares según algún tipo de cambio no oficial”, lo que suscitará mayor “presión sobre la demanda en dólares en ese país”, y por tanto, acontecería “lo que se habría querido evitar con las restricciones iniciales”, concluyó.
La imaginación al poder
La noticia de la firma del acuerdo por parte del presidente del BCU, Mario Bergara, y su par argentina, Mercedes Marcó del Pont, fue titulada por medios de Argentina e internacionales como un “golpe al dólar”. En Uruguay fue celebrada por los operadores turísticos dado que facilitaría la llegada de visitantes argentinos, que están en el entorno de 50% del público que ingresa al país en la temporada estival.
Días atrás en el programa A dos voces de TN, se difundió un informe que concluyó que “a causa de la política económica del gobierno” existen diez tipos de cambio. En el caso de hacer un viaje, y previa autorización de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), se obtendrá el dólar oficial a 4,67 pesos argentinos. Las empresas, para sacar los fondos al exterior, utilizan el dólar gris, que cotiza con uno de los valores más altos, 6,61 pesos. El dólar “green” -el que comercializan los “arbolitos” (vendedores callejeros)- y el “celeste” -utilizado por los operadores inmobiliarios- que promedia el precio oficial con el blue -citado anteriormente- ascienden a 6,56 y 5,51 pesos, respectivamente.
Luego de que el secretario de Comercio Interior de Argentina, Guillermo Moreno, les exigiera a las casas de cambio un valor único, que se estableció en 5,10 pesos, a éste se le llamó “el dólar Moreno”, aunque según TN no se consigue en plaza. La cotización más baja es para “el dólar soja” (3,02 pesos), que es el precio oficial menos las retenciones, y se utiliza en las transacciones de soja y trigo. Al dólar oficial más 15% de la AFIP -por las compras con tarjetas de crédito y débito- en el exterior se le denominó dólar “turista” y cuesta 5,51 pesos.
Menciona la singular práctica que realizan personas que compran fichas en los casinos de Uruguay y Paraguay, luego las devuelven para hacerse de dólares y que al trasladarlos al mercado monetario de la vecina orilla utilizan el dólar “casino” (5,51 pesos) y quienes los compran en el país norteño tienen el “dólar Brasil” que se vende hasta en 8,40 pesos. Por último, el informe avanza sobre una nueva posible cotización: “dólar Mujica” o “Uruguay”, al que recurrirían los argentinos en Punta del Este la próxima temporada turística, balneario que “de por sí es carísimo” y donde la moneda argentina está siendo tomada en el entorno de los 7 pesos por cada dólar, describió el informe del programa.
Apenas ayer
El Consejo Suramericano de Economía y Finanzas de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) sesionó en agosto de 2011 en Buenos Aires y acordó impulsar el uso de las monedas locales en la región para afrontar la crisis económica internacional. El foro, integrado por los ministros de Economía y Finanzas y los responsables de los bancos centrales, resolvió que el comercio intrarregión se curse en monedas locales a fin de que “sirvan de incentivo para profundizar los procesos de integración”.
Los acuerdos bilaterales para que la comercialización de bienes y servicios se hagan por esta vía están refrendados en la Asociación Latinoamericana de Integración. Uruguay y Brasil hace más de un año cuentan con el diseño operativo, pero el Parlamento del país norteño todavía no lo aprobó, condición necesaria para que entre en vigencia. Si bien este estancamiento “no entorpece el flujo comercial”, dado que Brasil es el primer destino de las exportaciones uruguayas (y ahora también el primer origen de importaciones), de aplicarse se reducirían “costos de transacción”, entre otros factores positivos, dijo a la diaria el director del BCU.
Sin embargo, Hodara, instó a “hacer un poco de memoria para ver el tema con alguna perspectiva”. En este contexto, en la década del 50 en América del Sur “la mayor parte de su comercio recíproco” se conducía con lo que se denominó “dólares convenio” fijado por dos países, lo que resultó en que “el comercio quedaba congelado” porque “ningún país quería quedarse con saldos en una moneda de convenio que era imposible de emplear para comprar en otras fuentes”, recordó el experto.