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Ha-Joon Chang junto a Carolina Cosse, ayer, en la Torre de las Telecomunicaciones.

Foto: Pablo Vignali

Porfiado

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Investigador de Cambridge calificó como la “esencia” del desarrollo económico “madurar las ventajas no naturales” del país.

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El investigador de la Universidad de Cambridge Ha-Joon Chang disertó ayer en la primera jornada del seminario “Rol de las empresas públicas en el desarrollo industrial”, invitado por Antel y la Dirección Nacional de Industrias. El especialista en temas de desarrollo económico y globalización aseguró, contradiciendo a los defensores del libre mercado, que “los países se vuelven buenos en hacer algunas cosas sólo porque deciden hacerlo”.

Siguiendo esta lógica, afirmó que “la esencia del desarrollo económico consiste en desarrollar las ventajas no naturales”. En el caso de Uruguay las naturales serían la carne, el vino y el trigo, pero para Chang “no hay nada de ‘natural’ en estas ventajas”, sino que son “explotaciones humanas asociadas al colonialismo y su explotación”, y lo asimiló al caso del caucho de Malasia, que dijo que “fue robado de Brasil por los ingleses [colonizadores de Malasia], o el té de India, robado de China también por los ingleses”.

Además, las ventajas naturales pueden “desaparecer de un día para otro”, dijo Chang, “como le pasó a Guatemala, que tenía el monopolio de la tintura más cara, hasta que Alemania inventó productos químicos reemplazantes de esa sustancia y Guatemala desapareció de este mercado”. Por eso “lo que se supone que son ventajas naturales no siempre son naturales y no serán siempre ventajas”.

El investigador señaló que los “ortodoxos” han coincidido en que “la mejor manera para desarrollar un mercado es el libre comercio”. Notó que “los países desarrollados aleccionaban a los países en desarrollo diciendo que la solución es ‘dejar ser’ y, sin embargo, éstos no se han desarrollado con este principio, sino con bases como el proteccionismo, los subsidios, la limitación a la inversión extranjera directa y la conjunción de fuerzas entre las empresas estatales y el sector privado”. “Llegan a la cima y empujan la escalera en la que estaban ascendiendo los demás”, figuró.

Por el contrario, en su opinión las industrias incipientes necesitan “mucho apoyo”, tanto en inversiones en infraestructura como en promover las invenciones mediante la regulación de patentes, el desarrollo de una banca que consolide las finanzas y un mercado de bonos que pueda financiar esta industria.

“Los países considerados ricos hoy desarrollaron sus economías utilizando una política industrial activa”, aseguró. Con respecto a Uruguay señaló que “sin desarrollar una industria de producción sería un país de segunda” y destacó la importancia de acompañar el desarrollo de la industria con el de toda la cadena productiva, en la que resulta “primordial” que el Estado se comprometa “por ser el que tiene los bolsillos más profundos”.

Sobre la necesidad “inevitable” de focalizar las políticas industriales sostuvo que “el debate no debe ser si focalizarnos o no, sino cómo focalizarnos bien”, y en este caso el “ensayo y error” debe ser un método a utilizar en el desarrollo de la política industrial.

Otra vez Finlandia

En el final de su discurso consideró que Uruguay tiene una trayectoria “excelente” en cuanto a su desarrollo industrial. Asimismo, apreció las iniciativas surgidas desde 2008, a las que consideró “muy prometedoras”, ya que “parecería que lograron absorber todas las lecciones de éxito, fundamentalmente en lo que refiere a la coordinación interministerial por intermedio del gabinete productivo”. En comparación, consideró que Uruguay tiene el potencial para convertirse en la Finlandia de Latinoamérica y, en este sentido, aconsejó pensar más en el largo plazo, “por lo menos en un horizonte de 20 o 30 años”.

Como complemento consideró que Uruguay “necesita seguir mejorando en la industrialización de sus recursos naturales”, lo que requeriría también el desarrollo de su manufactura. Por otro lado, respecto del sector privado, destacó que el riesgo limita la “zambullida” del sector, pero aseguró que el espíritu empresarial es “absolutamente necesario para triunfar”. “Hay que animarse a ser ambicioso en términos de objetivos finales”, concluyó.

A la hora de los comentarios, el presidente de ANCAP, Raúl Sendic, destacó los riesgos asumidos por el ente en el desarrollo de los biocombustibles y la consolidación de la matriz energética. Destacó que “en Uruguay tenemos activos estratégicos como buenas tierras, agua y minerales, y la mejor manera de utilizarlos es crear activos que los potencien”.

En el ejemplo de la iniciativa Universal Hogares, que brinda internet de manera gratuita a los usuarios de telefonía fija, Cosse reconoció las cuatro bases del desarrollo industrial mencionadas por Chang en su exposición -proteccionismo, subsidios, limitación a la inversión extranjera directa y conjunción de fuerzas entre las empresas estatales y el sector privado- y destacó que son “fundamentales”, al tiempo que coincidió con que “la solución hay que construirla partiendo de la realidad hacia los objetivos” y que éstos tienen que ser “altos”.

El ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman, cerró la jornada haciendo énfasis en “la necesidad de seguir avanzando en la transformación productiva, que entrelaza la política económica, industrial y social y determina el nivel de crecimiento económico y la distribución de la riqueza asociada”. “Hay que trabajar en las nuevas industrias, mejorar las existentes y transformar el país de una vez por todas”, concluyó.

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