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El otro motor

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Informe de Cinve concluye que en 2012 se quebró la tendencia a mejorar la calificación del capital humano.

Por más que rechine a muchos, las teorías del crecimiento económico hablan de dos “motores” que ponen en marcha la producción en un país. Por un lado, el capital físico y, por otro, el humano. Como factores explicativos de la expansión a largo plazo de las economías, el concepto de capital humano hace referencia a la cantidad y calidad de los recursos humanos disponibles (otro término que suele no caer en gracia). Según el Centro de Investigaciones Económicas (Cinve), en Uruguay se observa recientemente un crecimiento “magro” de la cantidad de trabajadores y se percibe un quiebre en la tendencia a la mejora de la calificación de las personas.

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La cantidad de capital humano se mide a través del número de personas aptas para trabajar en una economía, mientras que su calidad refiere a la productividad y está vinculada a sus conocimientos, habilidades, destrezas y talentos. Suele medirse mediante el máximo nivel educativo alcanzado por los individuos, pero ésa es tan sólo una aproximación al aporte en calidad de cada ocupado.

En este sentido, las mejoras en la formación de los trabajadores contribuyen al crecimiento a través de las ganancias de productividad.

El nivel de formación del capital humano está afectado por factores culturales y sociales, pero también económicos. Las teorías del capital humano destacan que el “premio salarial” y la existencia y fortaleza de sistemas de cuidado son elementos que actúan sobre los costos y beneficios de la decisión de formación que realizan los individuos.

Cinve hizo una estimación del capital humano en Uruguay, y concluye que en 2012 se quebró la tendencia creciente en su calificación, dinámica preponderante luego de la crisis de 2002, y menciona que este hecho es consecuencia de la caída en los retornos a la educación.

Según Cinve, la heterogeneidad es una de las características de la fuerza laboral en Uruguay. En 1998, la proporción de trabajadores que tenían hasta primaria completa era superior a la que se registró en 2012, mientras que la de los ocupados con secundaria completa e incompleta se incrementó levemente. Estos niveles, en conjunto, explican el 60% de los ocupados. El nivel educativo que ha registrado el mayor aumento es la formación técnico profesional, cuya participación en el total creció 7% entre 1998 y 2012. Por su parte, los niveles educativos más elevados (magisterio, profesorado y universidad) siguen siendo minoría y han tenido un crecimiento leve en el período.

En definitiva, en los últimos años se ha incrementado levemente la participación de los niveles más elevados de educación, a la vez que ha cambiado la composición de los niveles medios y bajo.

Genéricamente hablando

Ya sea porque suelen ser las encargadas del cuidado de familiares o porque sus retornos salariales son menores, las mujeres continúan teniendo una participación inferior a la de los hombres en el mercado laboral, pero esa tendencia se ha ido revirtiendo parcialmente. Además, desde 2006 se observa que el diferencial salarial promedio entre hombres y mujeres se redujo aproximadamente 30%, y que los hombres son mayoría en los niveles educativos más bajos y en la educación técnica.

Buscando conocer cuánto más redituable es en términos de salario percibido contar con mayor nivel educativo, Cinve analizó la evolución de los retornos que genera la educación. Lo que observaron es que los diferenciales de los niveles más bajos han sido más estables a lo largo del tiempo, mientras que para los niveles más educados los retornos diferenciales presentan una tendencia creciente, al menos hasta 2010. En segundo lugar, para todas las categorías educativas los ingresos salariales asociados a la educación decrecieron en 2011 y 2012 en relación a los años previos.

Cinve destaca que la reducción del diferencial salarial entre las “puntas” de los niveles educativos puede deberse a los lineamientos de las pautas de negociación salarial, que en los últimos tiempos buscaron dar aumentos diferentes dentro de cada rama, favoreciendo a quienes perciben menores ingresos, que por lo general son los menos educados.

La calidad no es buena

Cinve recuerda que si no se consideran mejoras por “cuestiones demográficas” (un escenario “plausible”, según valoran), los aumentos del capital humano deberían provenir de mejoras en su “calidad”, que depende de la formación de los recursos humanos. Actualizando una metodología utilizada anteriormente, Cinve estima un Índice de Capital Humano que considera no sólo el número de trabajadores, sino su calificación. Este indicador presenta una tendencia creciente en los últimos 15 años, aunque destacan “cierto estancamiento en el último trienio”. Incluso Cinve estima que el capital humano tuvo una caída en 2012, por lo que en los últimos años su aporte al crecimiento se ha reducido.

La cantidad de trabajadores medida por el índice de ocupados creció en forma constante luego de la crisis de 2002, pero en 2012 el número total de ocupados se incrementó “muy magramente”, 0,73%. En particular, verificaron una disminución de la participación de los trabajadores de quienes poseen menor instrucción, que fue parcialmente compensada por mayores contingentes con una formación superior. El componente de “calidad” del capital humano presenta resultados recientes aun menos alentadores, reforzando lo que sucede con la cantidad de mano de obra.

Para Cinve, en los próximos años se puede esperar un aumento marginal en el número de ocupados, y, por ende, valoran que las posibilidades de mejorar su calidad depende de la promoción de la participación femenina, que a su vez implica incentivos salariales y la difusión de políticas de cuidados de niños y adultos mayores.

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