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Ornitolito “cabeza ladeada” e ictiolito, dos piezas con baja probabilidad de autenticidad, expuestas en el Museo de Arte Precolombino e Indígena.

Foto: Nicolás Celaya

De zoolitos, antropolitos y truchos

5 minutos de lectura
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El Museo de Arte Precolombino e Indígena y un caso de autenticidad cuestionada.

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En El arte como experiencia de John Dewey (1934), el filósofo reflexiona sobre el vínculo entre los museos y la sociedad, relacionando los movimientos artísticos con la vida cotidiana y también las distintas formas para instaurar nuevos modos de apropiaciones subjetivas de los procesos artísticos, más allá de las instituciones.

De este modo, desde la dirección del Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI) se ha buscado intervenir en la sociedad de la que forma parte, con varias exposiciones, desde un concurso de diseño con el fin de organizar la primera colección de moda del museo -“Precolombino e indígena hoy: una mirada contemporánea, una traducción en diseño de moda por y para Uruguay”- hasta una exposición temporal llamada Cuestión de piel: ornamentación corporal e identidad, mientras se desarrollaba un festival de tatuajes, y durante la semana de carnaval se expuso una máscara que había sido utilizada en el carnaval de Oruro en la década del 70.

Probablemente el museo sea más conocido por la muestra Memorias ancestrales. Arte y arqueología en el Uruguay, de 2005 -un año después de su creación-, cuando se exhibió un conjunto de zoolitos -forma de animal en piedra- y un antropolito -forma humana también en piedra. Pero la autenticidad de éstos fue cuestionada por medios informales, lo que llevó a la Comisión Administradora del MAPI (integrada por Thomas Lowy, Olga Larnaudie, Matteo Goretti y Delia Rubio) a convocar a arqueólogos especialistas en el tema.

Por lo tanto, el doctor André Prous, de la Universidad Federal de Minas Gerais, el profesor Juan Schobinger, de la Universidad Nacional de Cuyo, y el licenciado Roberto Bracco, de la Universidad de la República (Udelar), se encargaron de elaborar un informe técnico en 2006, el cual no fue concluyente -algo usual en los informes de estos temas-, aunque consideraron que cuatro de las piezas tenían una alta probabilidad de autenticidad, mientras se reservaron la duda respecto de otras dos. Las autoridades del MAPI decidieron continuar exhibiendo las piezas con las advertencias correspondientes, salvo las dos que se muestran en la foto de esta nota, que obtuvieron “baja probabilidad de autenticidad”.

Sobresaltos

Esta polémica se reavivó cuando el arqueólogo Arturo Toscano decidió renunciar al cargo de coordinador académico de la Tecnicatura Universitaria en Museología (TUM) de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE), redactando una carta a su decano, Álvaro Rico, en la que sostiene que “el MAPI no cumple con las condiciones académicas para brindar la capacitación final de las pasantías de los estudiantes”, y agrega que “desde 2005 el MAPI ha generado un serio perjuicio a la arqueología y museología uruguaya [...] tergiversando penosamente la prehistoria uruguaya”.

La carrera de Museología se inició en 2009, y éste era el primer año en que la generación pionera debía realizar sus pasantías. La facultad decidió firmar un convenio en febrero con el MAPI, en el que se estableció que las actividades conjuntas de ambas instituciones se comprometían a cumplir con las normas internacionales vigentes, tanto de tenencia y conservación como de adquisición del patrimonio cultural. Por motivo de estas pasantías, en mayo del año pasado el Consejo de la FHCE reclamó a Toscano un listado de instituciones donde podrían realizarse, como también un reglamento que guiara su práctica. Recién en octubre el Consejo recibió un borrador de reglamento, pero sin un plan de trabajo adjunto (enviado recién a la última sesión del Consejo, el 28 de diciembre). Según Rico, el plan no brindaba las herramientas que volvieran viable su puesta en marcha, como tampoco una lista de instituciones posibles.

Frente a esto, el Consejo debió enfrentarse a que en abril debían comenzar las pasantías de los estudiantes sin que cuenten con lugares disponibles. Para volverlo posible se realizaron convenios con el Ministerio de Educación y Cultura y la Intendencia de Montevideo, sumándose al arreglo con el MAPI.

Contraataque

El 9 de mayo se publicó una nota sin firma en el semanario Búsqueda, que reproduce partes de la carta de renuncia de Toscano, asegurando que la legitimidad de las piezas “es cuestionada por académicos uruguayos y extranjeros” -junto a varias imprecisiones más-, cuando ningún académico extranjero se pronunció en contra. Uno de los fragmentos que el semanario cita se refiere a que el museo incumple los principios éticos y profesionales establecidos en el Código de Deontología del Consejo Internacional de Museos (ICOM por sus siglas en inglés, International Council of Museums). Frente a esto, el director del MAPI, Facundo Almeida, envió una carta precisamente al presidente del Comité de Ética del ICOM, Martin Schärer, exponiendo el asunto. Schärer respondió felicitando el procedimiento seguido, expresando que “las medidas que tomaron demuestran su profesionalismo y concuerdan con el Código de Ética del ICOM”. Agregó que no veía ningún impedimento para exhibir las piezas objetadas, ya que el museo declaraba su situación, y “como nunca se puede probar la autenticidad de un objeto, éste debe considerarse auténtico hasta que se pruebe que esa declaración es falsa”. Dice que el museo incluso va más allá de esto, presentando una exposición sobre el problema.

Así fue que el jueves 22 se inauguró la muestra En beneficio de la duda, con la visita del museólogo e historiador Martin Schärer. Si bien la noche se distinguía por temperaturas bajísimas, la sala del MAPI estaba llena. El suizo comenzó su conferencia explicitando que hablaría sobre los problemas de ética, precisando que el caso del MAPI es muy interesante, ya que se convirtió en un estudio de caso utilizable en análisis de instituciones: “Hay mucha documentación que nos permite utilizar este caso para presentaciones, conferencias y explicaciones ante otros museos, para también explicar qué significa la ética en museología”.

Primero destacó la necesidad de conocer la legislación nacional e internacional, y luego definió al patrimonio material como parte del rol educativo de un museo, por lo que es necesario ser cuidadosos con la exhibición de materiales con una procedencia desconocida o cuestionable, ya que exhibir estos artículos podría favorecer de manera indirecta al tráfico ilícito.

Si bien esta problemática la calificó cercana, dijo que la cuestión del MAPI era distinta: “Si la procedencia de un artículo es dudosa, pero el objeto es de gran importancia para la historia del área, puede ser exhibido con información completa al respecto, podemos mostrar el objeto pero debemos dar información. Las recomendaciones y reglamentaciones pueden y deben aplicarse a los objetos recién adquiridos. ¿Pero qué hacer con artículos que han sido parte de la colección por decenas de años? Cada museo cuenta con objetos de esa naturaleza. Mi consejo es claro: consideren esos artículos como recién llegados y traten de averiguar lo más posible sobre ellos. Hagan investigación de documentación y comuniquen a los visitantes del museo si el objeto se exhibe”. En este caso en particular “incluso se ha ido más allá, mostrando en la exhibición cuáles son los problemas que enfrentan”.

También se refirió a las iniciativas del actual Comité de Ética, en el que tuvieron que redefinir sus roles y cuáles eran los términos de referencia. Dijo que recién había tenido una reunión con el Comité en Río de Janeiro y había mencionado el caso MAPI, dándoles información al respecto. Expuso que los museos eran los responsables de todo tipo de patrimonio tangible o intangible, y “el Código no es sólo para los trabajadores de museos, sino también para los comités que los gobiernan o están a cargo de ellos”. Schärer dijo que entendía perfectamente que a veces la realidad sea distinta, pero lo comparó con la Constitución de un país: debe existir y se debe tratar de cumplir.

Al finalizar, la única pregunta que se realizó desde el público fue sobre la visita de niños a este tipo de exposiciones. El presidente del Comité de Ética dijo que eso no se podía evitar, y no se debía olvidar que no sólo hay textos que transfieren un mensaje, ya que también se puede contar con audios, películas, visitas guiadas, material didáctico, talleres para niños donde se les pueda transmitir qué es lo que sucede con estos objetos y las dudas que pueden tenerse con este tipo de materiales. “Yo sugiero que hagan una exposición sobre esto dedicada a los niños, [sobre] qué es genuino, qué es verdadero y qué es un objeto réplica”.

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