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Pilar del Rio y Miguel Gonçalves Mendes. / foto: Javier Calvelo

Los compromisos, todos

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Con Pilar del Río, viuda de José Saramago, y el cineasta Miguel Gonçalves Mendes.

Hace un par de años pudimos ver en la pantalla al mítico Premio Nobel de literatura José Saramago junto con su gran compañera y traductora, Pilar del Río, en una película documental llamada José y Pilar, del portugués Miguel Gonçalves Mendes (que se presentará mañana, a las 17.30, luego de una mesa redonda, en Cinemateca Pocitos). Actual presidenta de la Fundación José Saramago, Pilar del Río realizó junto con el cineasta una gira por Brasil, Argentina y Uruguay. Hoy será declarada Visitante Ilustre de la ciudad de Rocha. Además, se reunió con el presidente, José Mujica, y dio una charla abierta en la sede del Frente Amplio sobre los cruces entre cultura y política.

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-Saramago dijo que se podría haber enamorado de la mujer del médico de Ensayo para la ceguera. Aunque, en otro tono, viendo el documental, Pilar podría tener algo de ella entre la agenda, los viajes, las traducciones.

Pilar del Río: -Saramago jamás en su vida se inspiró en situaciones personales para ir a su novela. Él hablaba de los conflictos del mundo que le parecían interesantes, de sus preocupaciones y obsesiones, y luego incluía personajes que le fueran útiles para ese fin. Pero nunca se basó en personajes concretos. Miguel Gonçalves Mendes: -Hay una escena en La balsa de piedra de la que José decía que era semejante a cuando vio a Pilar por primera vez: la sensación que tuvo cuando la vio y no sabía quién era. PDR: -Pero no está basado en eso. Él vivió una situación personal, y como en esa época estaba escribiendo La balsa de piedra, él reproduce el momento en que nos encontramos con otros personajes, otros momentos y otras situaciones, pero sin las sensaciones. MGM: -¿Y no cree que la fuerza de la mujer del médico puede estar un poco inspirada en usted? PDR: -Es que Saramago decía que sus personajes no eran reales, pero que quería que las mujeres nos pareciéramos a sus personajes. Él valoraba mucho el papel de la mujer, que ha sido doblemente ignorada a lo largo de la historia: por la historia en general y por los hombres en particular. De hecho, en sus libros las mujeres son los personajes fuertes, mientras que los hombres son melancólicos, solitarios, tienen dificultades de comunicación; las mujeres son mucho más lanzadas, más abiertas, hacen cosas por los demás, y son capaces de vivir la belleza, la armonía, aunque sea una empleada de hotel, como es el caso de Lidia [personaje de Claraboya].

-Se podría decir que tanto el compromiso social como la exigencia estética son constantes en su obra. Era el tipo de hombre íntegro que uno no imagina como un personaje. ¿Crees que ahora el mito empieza a primar sobre él?

PDR: -No. El Saramago que vivía era exactamente igual al hombre que escribía, como se puede ver en la película de Miguel. Y ahora se ha convertido en el escritor que ya no está, porque ha muerto, pero sus libros sí están y con ellos los lectores siguen teniendo una relación. Pero no es un hombre mito, es un hombre muy de carne. Y si alguna vez alguien tiene la tentación de convertirlo en un mito, que vea la película de Miguel Gonçalves Mendes. Es un hombre cercano, es como uno de nosotros, pero escribía maravillosamente bien. Su objetivo era hacer de la literatura vida, y lo consiguió. Su vida no es literatura, sino una vida muy cercana a la nuestra, y por lo tanto la podemos incorporar a nuestra propia vida. Por eso es maravilloso leerlo después de haber visto la película de Miguel.

-Cambia la percepción.

PDR: -¿Te gustó?

-Sí, me gustó mucho. Más allá de la fotografía y los cuadros, es una buena oportunidad de conocer la intimidad de un escritor. Sería distinto si tuviéramos más documentales así...

PDR: -Aquí los personajes se destruyen, y me parece estupendo. Imagínate si tuviéramos esto de Tolstoi, de Proust, de Kafka, de Joyce, de Onetti o de Borges. Habrá algunos escritores que digan que esto no es necesario, que lo importante es la obra. Pero si nosotros no queremos reducir la obra al nombre del escritor, tenemos que conocerlo de cuerpo entero. Hay muchos escritores que son muy citados y muy poco leídos. Entonces, hay que leer la obra. Pero una forma de vincularte a ella es conociendo al escritor; no mediante la interpretación de un actor maravilloso -como en el caso de Tolstoi en La última estación-, pues entrando en su vida de esa manera es muy difícil ver a ese escritor como un hombre. Va a ser un hombre completo que escribe libros, y que se leerá de otra manera.

-Y sobre todo sorprende el compromiso de Saramago...

MGM: -Sobre todo, el compromiso con el mundo, con nosotros, además de su grado de generosidad. Incluso en la película le preguntan cuál es la tarea de un escritor, y él dice que es escribir, como es obvio, pero agrega la de intervenir en la sociedad como ciudadano. Tanto José como Pilar intentaron transformar este mundo, que es una mierda, en algo un poco mejor. Hay mucha gente que dice -y yo concuerdo absolutamente- que, a través de sus libros y de su compromiso público con el mundo, José terminó siendo la voz de los que no la tienen.

-Saramago no sólo escribió sobre la muerte de Benedetti, sino que además mandó una carta a Julio María Sanguinetti en 1999 en la que le pedía que colaborara con Juan Gelman. Tuvo un fuerte compromiso con la realidad latinoamericana desde siempre...

PDR: -Saramago era muy de su tierra, de su pueblo; era de Portugal y escribía en portugués, pero era universal. Y uno de los lugares en los que mejor expresaba esta universalidad era en este continente, donde él se sentía como en casa. Él decía que llegó a México llamándose Saramago y que allí ganó un nombre, porque salió siendo José. Estaba muy vinculado a los escritores de nuestra América, a las universidades, a los lectores y a las situaciones políticas, que siempre denunció o aplaudió, dependiendo del caso. Por ejemplo, se tomó un avión para venir a la toma de posesión de [Ricardo] Lagos, cuando, después de mucho tiempo, un socialista ocupa el lugar de [Salvador] Allende. Había ido antes a Chile para denunciar los abusos contra los mapuches y los aymaras, a quienes estaban desalojando de sus tierras. También denunció el tráfico de drogas durante la creación de nuevas autopistas y la pena de muerte en Cuba. Y aplaudió las buenas iniciativas del continente.

-Dijiste que querías hacer un “retrato humano”, que pasó de ser un pequeño proyecto a un trabajo de cuatro años.

MGM: -Bueno, ya tenía en la cabeza que duraría un año, pero para que aceptaran... PDR: -Para engañarnos. Todo empezó como una mentira. MGM: -Más o menos. Les dije la verdad: quería hacer una película intimista y un retrato sobre la relación de la pareja. A todo esto José me contestó que no sería posible, que su intimidad era su intimidad, pero que si quería trabajar sobre su trabajo, estaba bien. A partir de ese momento acepté esta propuesta, y así fue como comenzó todo. Al final, no tardó ni una semana ni un año, sino cuatro años.

-¿Cómo se fue dando la convivencia?

PDR: -Fue muy buena. Al principio venían muy poco, después fueron aumentando la frecuencia, e incluso terminaron quedándose en casa. Por lo que cada vez tenían más confianza y comenzaban a dejar más ceniceros sucios y más cables por el suelo... Ahí, yo montaba en cólera, y por eso en algunas entrevistas se me ve tensa -además de estar sin maquillaje y fea porque no estaba cuidando el plano de la cámara-: yo estaba respondiendo y veía que José iba a pasar por el medio de todos los cables, que no los iba a ver, y que se podía caer. Eso fue dramático, pero nunca me hicieron caso. Lo cierto es que estuvieron muy bien y los fuimos integrando a la familia. MGM: -Yo siempre sostengo, en el trabajo en general, y sobre todo en el mío, que si tú quieres llegar al alma de la verdad es necesario el tiempo. Yo no puedo preguntarte ahora, en cinco minutos, cómo es tu relación con tu padre. Me darías una respuesta simpática y educada, pero que probablemente no sería cierta. Por eso yo creía que lo más bonito, lo que nos distingue de los demás, son las pequeñas cosas: nuestros gestos, nuestras pequeñas esquizofrenias. Para esto es necesario tiempo, y por eso mismo yo había pensado que la grabación de la película se extendería cerca de un año. Este tipo de retrato es como si se convirtiera en una relación de seducción: tú vas seduciendo a la otra persona -no en el sentido amoroso, sino en el relacional-. Por eso al inicio sólo grabábamos eventos públicos: para no resultar tan agobiantes. Y después ellos me vieron llorar en los aviones, porque le tengo pánico a volar, y cenábamos y viajábamos juntos por seis o siete meses. Al volver a Lanzarote, algo que ellos dos siempre habían dicho que no iba a ocurrir, grabar dentro de la casa, ocurrió. Por lo tanto, me quedé muy contento. Y de hecho, si esta relación no se hubiera creado entre nosotros... PDR: -No estaríamos aquí. MGM: -No estaríamos aquí. Y la película no sería la misma, ya que la película está hecha sobre un documental de la relación que se establece, que necesita ser grabado y alguien que lo haga. Hacia el final, incluso, José siempre decía: “Bueno, ahora que termina la película, no se qué vamos a hacer. Pilar te va a extrañar, porque tú eres nuestra sombra. Toda la familia te conoce y estás en todas las comidas y en todas las fiestas”. Aunque aún lo sigo estando, ¿no? PDR: -Sí, pero poco.

-¿Por qué decidiste acercarte a José y a Pilar? En 2004 habías filmado Autografía, sobre el pintor y poeta Mário Cesariny.

MGM: -Y muchos años antes había hecho un documental sobre las relaciones entre Portugal y Galicia, y la palabra ciudad y todo eso. En esa oportunidad, le pregunté a Saramago si podía grabar un pequeño off para el documental, en un pequeño convento rodeado por desierto. Cuando aceptó, me puse súper nervioso; no sabía si el micrófono funcionaba o no, y, bueno, cuando a los años decidí hacer el documental, me contacté con ellos. Entre el primer no y el sí final, pasaron alrededor de cuatro o cinco meses. Esa película a la que te referiste, Autografía, es un retrato intimista y humano de Mário Cesariny. Desde niño soy seguidor de José: leía sus libros en orden cronológico e, incluso, el otro día me acordaba de que de hecho mi formación humanista, y de alguna manera política, ha sido construida con base en José Saramago. Y creo que esto es muy importante, porque de alguna forma me cambió. Por esto mismo, yo tenía una gran curiosidad respecto del personaje, y en ese entonces surgieron variados reportajes y ensayos sobre su pensamiento literario y político, pero no desde una perspectiva personal, como puede ser su día a día o cómo veía el mundo. Ahí radicaba una cosa de la que muy poca gente hablaba, excepto él, que era la importancia de Pilar en su propia vida. Y esto es algo muy claro, no sólo en las dedicatorias de sus libros, sino también en la afirmación constante de su amor por ella. Hay una inclusión muy buena en el libro, en el que se dice que hay una especie de gratitud hacia Pilar, y Pilar responde: “Puedes poner todo: gratitud y amor”. Porque es verdad que hay un José antes y un José después de ella. De hecho, José decía que Pilar le había traído juventud y que lo había convertido en una persona más abierta. Y si bien no lo conocí antes de la relación con Pilar, realmente creo que era así. De ahí surge la necesidad de retratarlos a los dos. Y también porque en Portugal hay un refrán que dice que de España no viene ni buen viento ni buen casamiento, como si todo lo que viniera de ahí fuera malo; y esta pareja era la prueba contraria de ello.

-Siguiendo un poco con todo esto, ahora en San Sebastián se presenta una película sobre El hombre duplicado. Meirelles editó Blindness, y está en proceso El evangelio según Jesucristo. Saramago no quería que sus libros fueran al cine. ¿Cómo crees que viviría estos procesos?

PDR: -Saramago dijo eso hace 20 años...

-Y se terminó emocionando hasta las lágrimas con la película de Meirelles...

PDR: -Claro. Él respetaba mucho el cine y decía que había que escribir para el cine, que no se podía adaptar lo demás. Y cuando se llevaba era malo; por eso se negaba. Hasta que un día le dijeron que se podían extraer situaciones de un libro y con varias de ellas hacer una ópera; eso fue lo primero. Y cuando se realizó la ópera, le encantó. Luego, la Scala de Milán y varios alemanes realizaron cinco óperas más. Él pensaba que llevar situaciones de los libros a la ópera era lo bueno, no la reproducción de los libros mismos, ya que no se puede incluir la voz narradora y la imagen narra de otro modo. Después, indudablemente le gustó mucho la película de Meirelles, rodada aquí, en Montevideo, y también le gustaron otras, aun cuando le parecieron excesivamente fieles al libro. Él pedía que no fueran fieles al libro, sino que el libro fuera leído para intergrarlo y olvidarlo, y luego hacer la película basándose en lo que les quedara. A mí esto me parece muy generoso por parte de Saramago: nunca quiso participar de un proceso de adaptación porque creía que era entrometerse con la mirada de otro autor. Miguel va a hacer El evangelio según Jesucristo. MGM: -Decía que le costaba ver la cara de sus personajes. Y, de hecho, eso pasa... PDR: -Pero cuando a Blimunda [personaje de Memorial del convento] la interpretó en la Scala de Milán una sueca de dos metros -cuando todos nos imaginábamos a Blimunda buena y bajita-, esa cantante sueca, rubia y alta como una orquídea, representó a Blimunda en nuestros sueños para siempre. Ya no puedo ver a Blimunda de otra manera. Y para mí, la mujer del médico [en 
Blindness] es Julianne Moore, buscando por todos lados con su pelo rubio recogido. O sea que no importa verles las caras a los personajes, si los personajes son buenos.

-“Él escribe, yo traduzco. Él corrige, yo corrijo”. Pasaste de ser su traductora y compañera a presidenta de la Fundación. ¿Cómo viviste el cambio de roles, si es que ese cambio existió?

PDR: -Es que no cambié: sigo traduciendo y organizando agenda, ya no la de José Saramago, pero sí la mía y la de la Fundación. Se puede llevar todo para adelante. Sabes, además, que es un trabajo privilegiado. Aunque ocupe muchos días y genere mucha angustia -además de pensar que no se llega y de tener muchas incertidumbres, pues no sabes si lo harás bien o no-, nunca se debe bajar la mira. Y ése sí que es un trabajo duro.

-¿Cuáles han sido los cambios más significativos después de la muerte de José (no Saramago)?

PDR: -No ha habido cambios. Una persona acaba de publicar en Twitter que visitó la casa de Lanzarote esta mañana. La gente espera que aparezca Saramago en cualquier esquina. La Fundación está llena de la fuerza y el dinamismo de José Saramago. No está el hombre que nos ayudaba, que escribía libros, que tenía la última palabra sensata, pero la fuerza y las ideas que él defendía, la manera de estar en la vida que él tenía, es lo que mantenemos con un espíritu que no se rinde. Estamos levantados del suelo permanentemente.

-Miguel te dice que no sabe cómo logras trabajar tan duro... ¿Has bajado el ritmo?

MGM: -Yo siempre digo en broma que Pilar bebió la poción de Astérix, aquella que tenía una cuestión para la hiperactividad. Pilar no sólo la tomó cuando niña sino que además se cayó adentro. Por mi parte, lo que puedo decir es que la energía de Pilar es altamente contaminante. Creo que de alguna manera los dos han logrado eso en relación con el mundo que los rodeó. Decían que era muy estúpido, muy burgués y muy inmoral quedarnos llorando y pensando que nuestro país o que la vida es una mierda. Pues si es así, hay que comenzar a pensar cosas para cambiarlo. Después de la película, ésta ha sido una de las cosas que más me cambiaron. Yo tenía un problema, que probablemente es transnacional: tenía pena por mí mismo. Hay mucha gente peor que uno, por lo que si hay que hacer algo, hay que hacerlo ya. Pilar transfiere esa energía y uno se transforma. Si por mí fuera, Pilar sería presidenta.

-Esta gira que vienen haciendo se parece mucho a la agitada agenda que llevaban con Saramago, ¿cuál es el propósito?

MGM: -Pasarlo por la reserva, es un poco de rigor decirlo. Pero de alguna manera es eso. Yo no gano nada con la proyección de mi película acá, pero creo que es muy importante que en Uruguay se vea este trabajo, que tengan una hipótesis de lo que José y Pilar eran. Pasé cuatro años trabajando en algo que quiero que se vea. El otro día, en una entrevista, Pilar decía que se había muerto José, pero que Saramago seguía vivo. Y ahí está, en la película, en sus libros. Y lo que nosotros hacemos es continuar su memoria. PDR: -También se está presentando el libro José y Pilar, y vinimos a hablar de él, de la obra de Saramago y de nuestras experiencias. Hacemos esto porque vivimos en una sociedad de imágenes. A mí me parece bien que exista el Día del Libro, el día de Cervantes, el día de Camões. Saramago es un autor muy reciente y muy contemporáneo, muy necesario por todas las movilizaciones y cambios que se están dando en el mundo. En fin, nosotros venimos a presentar el libro de Miguel a la proyección de la película, a hablar sobre Saramago y a recordar que Ensayo sobre la ceguera está ahí. Y que Ensayo sobre la lucidez, que es el libro del empoderamiento de los ciudadanos, es una gran novela. Si en Memorial del convento las voluntades juntas hacían volar una máquina, en Ensayo sobre la lucidez las voluntades activas y juntas son capaces de vencer al enemigo, que condena a millones de seres humanos en el mundo a ser sujetos descartables. Pues eso lo podemos cambiar si queremos.

-Es interesante que en el documental digas que las personas que no se vinculan con alguna tarea práctica se van alejando de la vida...

PDR: -Bueno, alguien que no realiza tareas prácticas, que no sabe organizar una casa, que no escucha el llanto, el clamor de la sociedad, vive en una burbuja. Si cuando sales de tu casa para ir al trabajo pasas por un pasillo de seguridad, si te llevan en un helicóptero a un avión, y de ese avión a un helicóptero... Estoy hablando del poder, del presidente de Estados Unidos, por ejemplo. Qué saben los poderosos del sufrimiento, de la angustia del padre y la madre que tienen cuatro hijos y que han agotado a vecinos, amigos y familiares, y que por lo tanto no tienen nada para que les fíen. Qué saben de esa angustia de salir a ver si hay un cartón mientras los niños lloran. ¿Lo saben realmente? Pues yo te digo que un tío que no baja a la casa, que no les da de comer a esos niños, que no se encuentra con que no hay agua cuando los va a bañar, que no se encuentra con que hay agua fría o con que directamente no sale o con que le cortaron la luz, no sabrá gobernar. Mientras tanto, no sabrá gobernar, sea Clinton, Obama o el papa.

-¿Y José Mujica...?

PDR: -El presidente de Uruguay es un caso distinto. Afortunadamente no ha pasado todavía en el mundo que digan que es pura demagogia, quizá porque Uruguay está aquí y tiene pocos habitantes, y porque realmente el hombre se ha impuesto con seriedad y rigor. Pero vamos, que no rompa las barreras del sonido, porque si lo hace el sistema le caerá encima. Y es lo que a los buenos, a los nobles, a los trabajadores y a los santos -laicos- les dicen siempre.

-Con respecto a tu actitud de no rendirte y a tu profesión de periodista, ¿cómo ves el periodismo actual?

PDR: -Muy mal. Como la sociedad. Lo veo desmantelado, huído. Las empresas mandan demasiado, y muy pocas empresas controlan muchos medios, tienen mucho poder. Los periodistas tenemos una cosa que se llama conciencia y a la que nunca hemos renunciado, incluso en las dictaduras. O sea que también es verdad que los periodistas podíamos ser un poquito más militantes, no te digo políticos, pero sí del periodismo. Y escribir no con el criterio del patrón, sino con el criterio de uno mismo y de lo que tiene que defender, porque esa reputación es lo que le va a dar de comer o a quitar la comida. Yo creo que nos adaptamos y un poco nos volvemos serviles todos, ya sea en la sociedad o en el periodismo, como sociedades colectivas o como grupos pequeños, se trata de sobrevivir. En líneas generales, el periodismo le está haciendo daño a la sociedad, porque plantea asuntos distintos y porque justifica asuntos injustificables. Si esta profesión sirve para justificar y para decir que el neoliberalismo es la única salida y que el mercado regula la democracia y que fuera del mercado no hay nada, el periodismo no sólo está traicionando a la verdad sino que además le está haciendo un flaco servicio. No está informando, está adoctrinando.

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