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Virus.

Foto: S/d de autor, difusión

Noche de miel

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Virus visitará Montevideo para la Noche de la Nostalgia.

El sábado 24 en La Trastienda se presentará Virus, mítica banda de rock de los 80, ahora liderada por Marcelo Moura, quien luego de que el álbum Choque fuera nominado al premio Gardel como mejor disco pop conversó con la diaria desde su casa, mientras se preparaba para viajar a Córdoba.

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-Han pasado muchas cosas como grupo. ¿Cómo creés que los afectó el paso de los años?

-Pasamos por la desaparición de un hermano [Jorge Moura], Federico [Moura, ex líder del grupo, fallecido de VIH-sida en 1988] estuvo dos años muy enfermo, y pasamos de un extremo dolor a estar tocando en un estadio de fútbol lleno. Conocemos todos los altibajos. El análisis que hago de esos años es que ojalá las cosas terribles de mi familia no hubieran pasado, pero una vez que sucedieron y que hicimos el duelo, uno aprende mucho de eso, mucho más que del éxito o de la fama que pueda tener. Es algo que remarco mucho, además de recordar a Federico, a Jorge [desaparecido en la última dictadura argentina], a mi padre; no hay nada que se esconda debajo de la alfombra, en un momento hay que aceptarlo y seguir.

-Algunos dijeron estar escandalizados y avergonzados por ustedes que, cuando todavía estaban en dictadura, se oponían a la solemnidad que caracterizaba al rock de esos años...

-La postura que había en ese momento era más depresiva. Recuerdo los recreos en la secundaria, con una guitarra, acompañando canciones con las que realmente te daban ganas de pegarte un tiro en las zonas bajas. La verdad es que nunca nos precupó mucho lo que dijeran, éramos muy conscientes. Una de las cosas por las que éramos más criticados era cuando nos trataban de banales: las letras invitaban a bailar cuando supuestamente veníamos de un proceso dictatorial tremendo y no contábamos con una política o un compromiso con la situación social. Creo que siempre tuvimos muchos problemas con la prensa; por ejemplo, la letra de “El banquete” tiene una postura política clarísima, lo que pasa es que incluyo ahí cuestiones que los críticos no estaban acostumbrados a leer entre líneas. El rock era una cosa más barrial, con un lenguaje más acotado, y de golpe veían esas letras y no entendían nada. Incluso en el mismo disco [Recrudece, 1982] hay otro tema que se llama “Bandas chantas arañan la nada”, una canción en la que la única vocal que se utiliza es la a. Al margen de la búsqueda de palabras con a, la letra es maravillosa porque incluye una crítica hipercontundente a los grupos que buscan el éxito a cualquier precio y sin ningún código. Nadie hizo absolutamente ninguna observación de la letra de ese tema. Diez años después, los críticos elogiaron mucho el tema de León Gieco escrito con la letra o, “Ojo con los Orozco”, y resaltaron la genialidad de haber hecho una canción con una sola vocal, sin importar si tenía contenido o no. Claro que uno no puede tomar una postura rencorosa, porque sería perder el tiempo, pero creo que es parte esencial de cara al movimiento. Cuando uno es punta de una nueva movida necesariamente tiene que ser incomprendido. En fin, hemos recibido muchos pedidos de disculpas con el transcurso del tiempo; en La Plata nos nombraron ciudadanos ilustres y embajadores culturales, y hace un mes el gobierno de la provincia de Buenos Aires también nos nombró embajadores culturales. El tiempo es un buen decantador de las cosas. Somos lo que somos por el arte que hemos hecho.

-En 1986 la crítica los calificaba de muy profesionales pero un poco fríos. ¿Te acordás de eso?

-Lo único que no nos han criticado 
-porque no había forma de que lo hagan- es que sonáramos como otro grupo. Era muy común que los grupos de amigos tuvieran una influencia muy determinada, como Soda [Stéreo] y GIT de The Police, Los Pericos de Bob Marley, Los Fabulosos Cadillacs de Madness o English Beat, pero Virus no remite a un grupo específico. Fríos no éramos, aunque, de todas formas, aquellas cosas por las que fuimos criticados se revirtieron con el tiempo. Nos criticaban por falta de compromiso y nosotros no sólo teníamos un hermano desaparecido sino que fuimos el único grupo argentino que se negó a tocar en un festival militar con el supuesto fin de recaudar fondos para las Malvinas, precisamente porque vivimos el dolor más cerca que cualquiera de los que nos criticaban y porque sabíamos que ese dinero iba a ir a parar a las quintas que se compraban los militares. Esto generó que desapareciéramos de las radios, además de que estábamos en un régimen militar y poníamos en juego nuestra seguridad; cuando desapareció nuestro hermano golpeamos una infinidad de casas de gente que no tenía nada que ver con política pero que igual eran desaparecidos y torturados. En ese momento había que plantarse y enfrentarse, por eso a mí a veces me molesta profundamente cuando veo que un grupo inglés o un grupo de acá le hace dedicatorias a las Madres de Plaza de Mayo. No, flaco, hace 37 años que tendrías que haber puesto la cara. Lo que hacen es un acto facilísimo y un lugar muy común y muy cómodo. Incluso hay gente que cobra tres o cuatro veces más en festivales dedicados a los derechos humanos. Con eso no se lucra. Todas estas hipocresías han ido cayendo con el tiempo. Nos decían que por peinarnos y preocuparnos por el pelo no éramos verdaderos músicos, cuando hoy no debe existir un músico que no se produzca. La profesionalidad es la misma, la gente paga la entrada para verte a vos; lo menos que uno puede hacer es rendir al 100 por ciento. Nosotros estamos absolutamente en contra de la gente que llega cinco minutos antes y no le importa cómo sale la luz o el sonido; eso es tener mucho desprecio. En definitiva, no respeto el análisis de la crítica porque lo que hacíamos era laburar el triple que los demás.

-Hablaste de los derechos humanos y del facilismo. ¿Cuál sería una actitud comprometida hoy?

-Nosotros estamos viviendo en un país con una situación muy especial y bastante difícil, no es la que están viviendo ustedes. Desde nuestro lado -el artístico- hay que tener mucha cautela y cuidado con los movimientos. Hubo una infinidad de artistas que se subieron al proyecto del gobierno y que, obviamente, quintuplicaron su trabajo, y me consta -lo digo con absoluta autoridad- que cobran cinco o seis veces más que lo que cobra cualquier empresario que los contrata. Nunca he sido partidario político de nadie; creo que la decencia y la honradez, o, por el contrario, la falta de códigos y la corrupción, son inherentes a las personas, no a los partidos, hay de las dos en todos lados. Nunca nos hemos casado ni comprometido con nada, de hecho me llamó el gobierno personalmente hace un tiempo -una altísima autoridad que prefiero no mencionar- para pedirme que toque en determinado lugar y me preguntó cuánto quería cobrar. Le respondí que de eso no hablaba, que lo hiciera con mi mánager, a lo que me contestó: “A ver si me entendés, ¿cuánto querés cobrar?”. Él obviamente esperaba otra respuesta. Y éstas son cosas que al menos en Argentina están absolutamente enquistadas y, lamentablemente, no creo ni que mis hijos vean un país decente. La gente se vuelve corrupta inútilmente. Lo puedo decir desde el dolor: cuando Federico se enfermó salimos a reunir plata por muchos lados para encontrar la solución y no nos sirvió de nada; cuando Jorge desapareció nos pasó lo mismo. Lo que hacen es llevar agua para su molino, vos ves que el programa con más rating de los últimos diez años es el programa en el que la mujer es un pedazo de carne descerebrado, y los temas importantes que todos escuchan es si Carmen Barbieri se separó de Santiago Bal.

-Silenciando cuestiones que apremian...

-Mirá, cuando sacamos el disco con Ale [Sergi] salió una nota muy chiquita de reseña, en la que no se decía nada interesante, al lado de una página entera sobre los bailarines de [Marcelo] Tinelli, Paula y Peter, quienes “deslumbraron con su arte”. No aguanté y le escribí un email al tipo diciendo que ya no sabía lo que era el arte. Con una claridad y una frialdad absolutas me respondió que tenía una familia que mantener y que tenía la obligación de que toda la gente que trabaja en tal canal cuente con una página completa en la que se hable maravillas; esa gente pertenece al pool del mismo diario que además tiene radios y canales. El tema es que el diario más importante de la Argentina le dice a la gente lo que ellos necesitan vender, sin que nada importe. Además, nuestra política está muy polarizada, hay un fundamentalismo que por momentos asusta. Creo que esperanza hay y vamos un poco camino a ella, aunque en este momento las cosas están muy difíciles.

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