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Danilo Astori, Fernando Lorenzo y Mario Bergara, ayer, en el anfiteatro del Banco Central del Uruguay.

Foto: Pablo Nogueira

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Expertos analizan los efectos de las políticas monetarias de las economías desarrolladas.

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Ayer en el Banco Central del Uruguay (BCU) se homenajeó al recientemente fallecido Umberto della Mea. La ocasión fue propicia para hablar sobre los desafíos de la política monetaria y contó con la presencia de autoridades, integrantes del equipo económico y expertos internacionales. Mario Bergara y Fernando Lorenzo, presidente del BCU y ministro de Economía y Finanzas, respectivamente, presentaron a quienes expusieron: el vicepresidente de la República, Danilo Astori, el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, y Guillermo Calvo, profesor de la Universidad de Columbia.

Astori habló de la información como insumo para confeccionar la política monetaria. “La política económica que intentamos hacer con calidad reclama insumos de calidad”, consideró, y destacó que “para poder cambiar hay que conocer”. “Nadie puede cambiar una realidad que no conoce, y para conocer hay que contar con información de calidad”, explicó. Astori destacó que en la construcción de este conocimiento “no se puede aislar al sujeto”, ya que “la política [monetaria] no son los recursos, sino los resultados”. “Hay dos errores que no podemos cometer: creer que hacemos políticas con los discursos e ignorar los resultados”, dijo.

Esa cosa exógena

Por su parte, Iglesias y Calvo centraron sus exposiciones en la crisis financiera actual y la fragilidad que genera sobre las economías emergentes. Iglesias sugirió que algunos aspectos de la crisis actual no estaban presentes en otras crisis anteriores y citó el grado y la velocidad de “contagio” y la “enorme fragilidad” de la estructura financiera. Asimismo, destacó lo negativo que resulta que Estados Unidos y la Unión Europea “no estén enfrentando la salida de igual manera”. Según Iglesias, la crisis actual encuentra a los países de Latinoamérica con políticas macroeconómicas “más sanas”, con una inflación “bajo control”, esquemas cambiarios flexibles, grandes reservas internacionales, una banca “bastante bien compuesta” y un flujo de inversiones “que viene en busca de la rentabilidad”.

Calvo destacó el panorama incierto de la economía internacional y mencionó el cambio en las reglas del juego: “Lo que ayer era totalmente predecible y fundamental, hoy debe leerse en función de cada contexto”, dijo. Para Calvo, lo fundamental es “la preservación de los objetivos”, no tanto en los instrumentos elegidos. En este sentido, destacó que la tasa de interés como referente de la política monetaria hay que verla como “un instrumento más, que en determinadas circunstancias puede ser ineficiente en busca de determinados resultados”. Para Calvo, una de las principales novedades de las “nuevas reglas de juego” es la inexistencia de un prestamista de última instancia a nivel internacional, lo que implica que cada país o área monetaria “debe tener la casa en orden”. Si bien el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha generado nuevas líneas de liquidez, Calvo entiende que las sumas son pequeñas en la escala internacional y recordó que las reservas internacionales “siguen jugando un papel importante en la política monetaria/financiera de los mercados emergentes”.

Bergara coincidió en que se viven “tiempos de incertidumbre”, que implican “estar expuestos a decisiones y acciones que suceden en distintos lugares”. Destacó que “la política económica y monetaria uruguaya va leyendo los estímulos que vienen del exterior, con el norte en la prudencia y la cautela”.

Para Calvo, no sólo cambiaron las orientaciones de las políticas de los países latinoamericanos, sino también el enfoque de los organismos internacionales como el FMI. Según dijo, las políticas de los organismos “han dado un viraje de 180 grados” y destacó que ahora el FMI “ha permitido” que los países emergentes adopten medidas heterodoxas, como el control de las entradas y salidas de capitales. A este tipo de políticas “ya no se las mira con malos ojos”, dijo Calvo, y agregó que la intervención cambiaria por parte de los bancos centrales “se acepta como un instrumento estabilizador”. Pero lo más importante, según dijo es que esta “nueva cara” del FMI “reconoce que el mercado financiero puede ser la fuente de los problemas”.

Para enfrentar la crisis en los países centrales se ha elegido el camino de la política monetaria expansiva, reduciendo las tasas de interés a niveles cercanos a 0% e inyectando liquidez en el mercado. Según Calvo, esto ha llevado a que los flujos de capitales se dirijan a países emergentes, “motivados por la búsqueda de activos líquidos más rentables que los que ofrecían los tesoros de los países desarrollados”. A este respecto Iglesias señaló que “no se puede seguir inyectando liquidez” y recordó que “la Reserva Federal [Fed, por su sigla en inglés] se está preocupando por ‘salir’ de la liquidez”. Consideró que es muy importante que ésta dé una “señal clara” de cuál va a ser su movimiento futuro y destacó la necesidad de que lo haga a un ritmo “adecuado”, ya que entiende que los países latinoamericanos van a resultar afectados cuando los capitales “se vuelvan a su nido original” y “tiendan a salirse de los mercados de valores”. Asimismo, el cambio en la dirección de la política practicada por la Fed tendrá, según Iglesias, consecuencias negativas en los precios de las materias primas, “sobre todo de los minerales”.

“La liquidez […] puede desmoronarse fácilmente sin razones fundamentales”, dijo Calvo, por lo que “esto enfrenta a los bancos centrales con serios dilemas en el diseño de la política monetaria”, concluyó.

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