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Juanse. Foto: s/d de autor, difusión

Nada dura para siempre: una charla con Juanse, ex líder de Ratones Paranoicos.

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Juan Sebastián Gutiérrez, más conocido como Juanse, lideró con su voz y su guitarra a los Ratones Paranoicos durante 25 años: la primera banda de rock argentina que cultivó un sonido pornográficamente similar al de los Rolling Stones, con hits que seguro el aficionado promedio de rock conoce, como “Rock del gato”, “Rock del pedazo”, “Vicio”, “Para siempre”, “Sigue girando”, entre otros. Juanse lanzó cinco discos como solista -el último fue “Rock es amor igual”, en 2013- y recientemente grabó un homenaje a Norberto Pappo Napolitano, el legendario guitarrista de blues-rock argentino fallecido en un accidente de tránsito mientras conducía su motocicleta, en el verano de 2005. El álbum cuenta con varios músicos invitados, se titula “Pappo X Juanse” y en Uruguay lo acaba de editar Montevideo Music Group. Juanse pasó por Montevideo para tocar como invitado de La Triple Nelson en el Teatro de Verano, el sábado, y la diaria no perdió la oportunidad de conversar un rato con el primer rollinga.

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-¿Cómo surgió la idea de grabar Pappo X Juanse?

-La idea está hace mucho. Comencé a tener una relación musical con Pappo, más o menos por el año 1987. Desde entonces hubo un link importante entre nosotros y se mantuvo a lo largo de los años, porque se fue formando una amistad muy grande. Eso también hizo que fuéramos muy compañeros en giras improvisadas, contratadas, de todo tipo y en todos los formatos de tours. Hemos viajado juntos al exterior, hicimos los grandes cierres de todos los años en la costa -hasta el último año de su vida-, en los shows especiales para la gente, cuando termina la temporada. Participó como invitado en Ratones: en los discos y en los shows. Yo he sido productor de él y he sido invitado también en discos de Pappo’s Blues. Ésa es la parte visible; después está la otra, que es la relación que se dio en paralelo, al compartir nuestras vacaciones, la convivencia, etcétera. Nosotros tuvimos una cualidad que, al menos en Buenos Aires, no está tan continuada a través de los años: teníamos una amistad de amigos del barrio, que seguían dándole mayor importancia a ese aspecto de la amistad que al otro, de invitado. Tocamos con Kiss, Rolling Stones, AC/DC, Keith Richards, Aerosmith, The Cult; hemos compartido escenario prácticamente con todas las bandas. Cuando grabamos Hecho en Memphis [1993], también vino como invitado el Carpo, Mick Taylor y Bobby Keys. Fue como que esa forma de conocerlo personalmente, a medida que transcurrió el tiempo, se fue integrando a la relación musical que emergió después.

-¿Cómo era él? Porque cultivaba una imagen dura.

-Era una criatura, un tipo muy sensible, muy humilde. Pero humilde en el aspecto que corresponde: la humildad de no necesitar demasiado para sentirse bien. Tal vez no haya sido humilde frente a la prensa, porque tenía una extrema sinceridad, entonces, todo lo que muchos piensan y no lo dicen él lo decía y no le importaba nada. Para él era lo mismo quedar bien o quedar mal.

-¿Pappo fue una de tus primeras influencias?

-El rock me impactó a muy temprana edad. Mi mamá me traía los simples nuevos de los Beatles de la Capital Federal a casa -yo tenía cuatro años-. Tenía siete años cuando fui a comprar el Álbum blanco -lo tengo todavía-; los Beatles todavía no se habían separado. Vengo de esa época. Para colmo, un primo mío era eventualmente plomo de [Luis Alberto] Spinetta, de Pescado Rabioso, entonces, a muy corta edad entré en contacto con el rock nacional. Así fue que comencé a curtir el repertorio de él [Pappo], porque fue uno de los primeros artistas en español que consumí. Yo arranqué con Los Gatos y, mirá qué casualidad, él tocaba en Los Gatos. Eso yo no lo sabía, porque era muy chico y no andaba en el ambiente del rock. La primera revista de rock que compré fue en el año 73 -tenía 11 años-: la revista Pelo, y entonces me enteraba un poco. Pappo no era una persona visualmente reconocible -los medios de comunicación no eran lo que son hoy-, era más una leyenda, un mito. Sacaba un disco y funcionaba relativamente bien, y con las regalías del disco no se quedaba a hacerlo girar: hacía un par de shows y se rajaba a Inglaterra. Le gustaba estar en Londres o en Los Ángeles, donde estaban los músicos que él admiraba, como [Eric] Clapton, [Jimi] Hendrix y Jeff Beck.

-Christian Cary, de La Triple Nelson, es uno de los invitados del disco. ¿Cómo surge la colaboración con él?

-Nuestras compañías están relacionadas. Pelo me lo propuso como la posibilidad de un invitado; escuché el material e inmediatamente dije que sí, porque es un guitarrista excelso. En realidad, en general, los uruguayos son todos buenos con la guitarra. De hecho, Gabriel Carámbula, amigo mío de la infancia, nació acá, en Uruguay, es argentino por opción; es protagonista de cinco o seis temas del disco. Gracias a él es que me reencontré con Pappo. A los 16 años comenzamos a ir a molestarlo -porque era un tipo más grande que nosotros-, él ya salía de noche y todo, y nosotros íbamos a ver qué pasaba en su casa.

-Me llamó la atención un invitado que quizá uno no esperaría en un disco homenaje a Pappo: Peteco Carabajal, que es del palo del folclore.

-Peteco es un tipo histórico, es del palo del folclore por una cuestión de tradición, pero cuando era joven -él es de Morón, Ramos Mejía- vio muchos shows de Pappo’s Blues. Es un tipo que entiende mucho y escuchó mucho rock; después, obviamente, su familia, su tradición familiar artística, lo plegó al mundo del folclore y el tango. Es un tipo multifacético, desde todo punto de vista; aparte, es uno de los más grandes compositores que tenemos en nuestro país.

-El primer corte de difusión de Pappo X Juanse fue “Hombre suburbano”, que es del primer disco de Pappo’s Blues, de 1971; pero hay canciones más hiteras, como “Mi vieja” y “Rock and roll y fiebre”, su último hit, que no están incluidas en el homenaje.

-Son temas que no están descartados, pero, más que nada, el disco es un medio de información para estas generaciones que vieron interrumpida su conexión con el material de Pappo por lo que pasó. Y porque en Argentina te tenés que morir para que te pasen las radios. Pero después de que te pasan porque te moriste, chau, ya está.

-¿Creés que Pappo no ha tenido el reconocimiento que se merece?

-En el publico sí; no ha sido reconocido por los medios y por la industria.

-Por algo BB King lo invitó a tocar en el Madison Square Garden de Nueva York...

-Mirá, en la carrera nuestra, de los músicos de blues y de rock & roll, por algún lado llega, no el reconocimiento, sino una especie de mimo, cariño, caricia. Ya sea porque los Stones eligieron a los Ratones para tocar por primera vez en Argentina o porque BB King llamó al Carpo como uno de los mejores guitarristas del mundo, para que participe en ese gran show que dieron en el Madison. Por algún lado viene. Pero la prensa y la industria no nos han reconocido. Obviamente que nos entregaron los discos de oro y platino porque eso está certificado, pero, en general, no hemos tenido buena llegada, buena relación con los críticos. No estamos ni a favor ni en contra: lo que decimos es que nadie puede decir qué es lo bueno y qué es lo malo. Las ventas no indican que seas bueno, el fracaso tampoco indica que seas malo, porque todos hemos fracasado en algo en algún aspecto. Creo que siempre hay un exceso de vanidad de los dos lados: de los músicos, y de los críticos y los escritores. Gracias a Dios yo la perdí. Le agradezco a Dios haber perdido la vanidad y la soberbia, en todo sentido. Por eso también estas realizaciones [Pappo X Juanse] son poco frecuentes: porque estoy grabando yo, que soy un compositor que tengo 250 obras guardadas -más todo lo que hice-: podría haberme lanzado a hacer un disco de éxito; sin embargo, tomé la decisión de hacer esto porque me da la satisfacción de saber que la música de Norberto recibe la difusión que merece.

-Nombraste a Dios: ¿sos religioso?

-Sí, muy religioso. Además, tuve una conversión muy fuerte hace cinco años y me ayudó muchísimo a resolver un montón de cosas: temas de hábitos, adicciones, vicios, como quieras llamarlos. Dios me dio la oportunidad de adquirir y alcanzar una disciplina que se la agradezco y se la voy a agradecer toda la vida: poder orar en los momentos en que uno necesita estar en comunicación con Dios, para pedirle, agradecerle y contarle lo que pasa.

-¿Te volcaste a alguna religión en particular?

-Soy católico de nacimiento. Fui a colegios católicos, pero recién hace cinco años que tuve así como un... Fue de golpe.

-¿Dejaste los vicios de lado?

-Totalmente. No pude hacer más nada...

-¿No tomás una cervecita?

-No, porque no lo necesito, realmente. Y no me molesta, no tengo nada en contra, no estoy tampoco en una campaña. Pero el alcohol y un montón de cosas me desconcentran, entonces, no tengo ganas. Ésa es la verdad.

-Choca con el estereotipo del rock, ¿no?

-Sí, choca, pero no está distanciado: tenés ejemplos, Jerry Lee Lewis, Bob Dylan, Tom Jones; hay un montón de artistas que se han convertido y siguen haciendo su música, sus temas, viven como personas incorporadas a la sociedad, pero lejos del mundo. Yo estoy totalmente alejado del mundo desde el punto de vista del consumo, de las cosas; obviamente, me visto, como, voy al supermercado, veo televisión, pero no dependo de esa coyuntura.

-Hace un mes entrevisté al Pelado Cordera y me decía que veía que las bandas de rock nuevas están más preocupadas por el proyecto, por vestirse bien, por convocar y ser queridos, que por las ideas. ¿Qué opinás?

-Sí, es así. Coincido, porque realmente son productos. Antes los armaban las compañías: está el famoso ejemplo de The Monkees, que por un aviso de un diario armaron una banda y tuvo éxito. Ahora, ya el mismo muchacho que se va formando va teniendo esa actitud. Al adolescente de hoy le gusta ser famoso y no sabe por qué razón: si por ser músico, actor, modelo o vendedor de golosinas; no sabe bien, pero busca la trascendencia. Es un problema que nosotros vemos, y hablarlo es fácil; alguno puede decir: “Qué piola, a vos te fue bien, te hiciste conocido y pudiste mostrar tus cosas”, pero no es así, yo lo que tengo es mi oficio. Y ahora vuelvo a la religión, porque me gusta: a San José lo llamaba todo el mundo, y no porque era el papá de Jesús, sino porque era un excelente carpintero, y eso no quiere decir que él haya tenido la intención de trascender, de tener protagonismo: él lo hacía porque era su forma de darle de comer a su familia. Obviamente no le podés exigir a un adolescente que lo adquiera; yo tengo 52 años, pero también veo a gente de mi edad que pretende vivir como un adolescente y, lamentablemente, es la gran mayoría. “La vida hay que vivirla”, esa estupidez... Nadie recuerda lo que hizo hace 15 años. En mi caso, es la religión, pero en otros casos hay un montón de disciplinas que están abiertas, como el budismo. Fijate en los orientales: la gran capacidad que tienen para escapar de ese aspecto: todo lo que fabrican, todo lo que hacen y nos lo venden a nosotros, pero ellos andan con la menor cantidad de cosas posible, radiándolos. Porque esa experiencia milenaria que llevan les ha enseñado que las cosas contaminan. El consumo porque sí -no el consumo necesario-, el consumo por el objetivo del consumo, contamina; es incuestionable.

-¿Qué fue lo que te pasó hace cinco años que produjo un cambio tan radical?

-No te puedo contar, porque entraríamos en otra faceta que no vale la pena. Lo que sí sé es que el testimonio que doy de lo que me pasó a mí le puede servir a alguien. A Dios -en mi caso, a Jesucristo- lo llamás porque le pedís que te mire, él siempre te está mirando. Hay muchos medios de transporte que te llevan; en mi caso, fue su madre, la Virgen, en otros casos, la lectura o un hecho puntual, qué sé yo, señales; vivimos con signos. Y la ecuación es simple: hasta los más incrédulos, cuando llega ese momento extremo que nadie desea, que es el hospital, con la cánula y el aparato, fijate lo que tienen al lado de la cama y te vas a dar cuenta de lo que te digo: siempre hay una estampita, una cruz; porque recién ahí el hombre reflexiona sobre que está a punto de aferrarse a algo que le dé una esperanza, y en ese aspecto la fe te da esperanza y te da caridad, que es pensar en el prójimo como pensás en vos mismo.

-Ya que al principio mencionaste Hecho en Memphis: recuerdo que la canción “Vicio” fue cortina de Videomatch durante años y, hace unos días, el programa de Tinelli lo cerró Tan Biónica...

-Y bueno, son años. A nosotros nos duró seis años y a ellos les duró uno, y cerraron. Ojalá tengan éxito. El éxito se evapora, es polvo, cotillón; no dura nada y es muy perjudicial para la salud. Lo que no es perjudicial para la salud es la victoria sobre los elementos que trataron de hacer que desvíes tu atención sobre los valores reales que tiene este trayecto que recorremos, que es muy breve.

-¿Por qué se separaron los Ratones?

-Justamente por eso. Yo estaba haciendo entre 80 y 120 shows por año y ya no daba más, ni mi cerebro, ni mi físico. Además, no me interesa esa carrera para permanecer joven. He visto tantos artistas que han quedado en el camino intentando hacer eso. No le tengo miedo a la muerte en sí -bueno, a nadie le gustaría morir violentamente-, el miedo a la muerte es relativo, con la esperanza vos lográs vencer cualquier cosa; ahora, a la muerte interior, sí, vaciar tu alma...

-¿Te sentías así?

-Sí, te sentís así: vacío, sin brújula, sin una esperanza que te diga: “Mirá hay algo más, no sos un envase que si tiene plata es un genio y si no tiene plata es un idiota”. ¿Entendés? Sos un ser humano y estás dotado: hay una gracia que te tocó para que sientas o tengas la posibilidad de saber dónde está la pirámide.

-¿Cómo ves a los Rolling Stones, que con 70 años siguen tocando?

-Son muchachos a los que su entorno social y su vida ha empujado a eso. Han tenido mucho éxito y no han podido entrar en una frecuencia disciplinaria para el éxito. Los ingleses son muy incrédulos: no creen que hay un dios o una vida posterior. Ellos creen que hay que tener todo ahora, tener cada vez más y ser ágil. Todo lo que Dios no aprecia: ni el vigor de los caballos, ni la agilidad del hombre; son las dos cosas que están en los salmos más antiguos que podés leer en la Biblia.

-Nietzsche decía que...

-Un gran incrédulo. Pero vos sabés que, en los últimos cuadernos de Nietzsche, hace una especie de oprobio hacia él [mismo], y, de alguna manera, se rectifica totalmente. Hay que tener esos cuadernos; fueron encontrados hace muy poco, en ellos él prácticamente renuncia totalmente a eso que expuso desde el punto de vista filosófico.

-Te iba a comentar que Nietzsche decía que creer en el “más allá” desvaloriza este mundo.

-Y claro, si este mundo no sirve para nada. Nosotros estamos acá para que, justamente, le demos el valor que tiene: nada; no sirve para nada. Te voy a responder con una frase del papa Francisco: “¿Alguien vio alguna vez un camión de mudanzas detrás de un cortejo fúnebre?”. ¿Vos lo viste alguna vez?

-No...

-Bueno, no te llevás nada, absolutamente nada de eso que querés; ni aunque te metas una moneda de oro en la garganta. Pero ¿qué pasa? La fe te da la posibilidad de saber que hubo una persona que venció eso y que nos prometió a todos, sean del origen que sean, tengan la religión que tengan, que eso se puede vencer. Ahora, el que no cree está en el horno, porque cree que esto va a durar siempre, y que va a poder estar siempre sentado con un balde lleno de merca y con tres minas. Y no, por eso está este problema: fijate lo que pasó ahora, ya que nombraste a los Stones: en un día se fueron Bobby Keys e Ian McLagan. Ahí tenés en qué terminó la eternidad del éxito.

-Volviendo a la música: los Ratones Paranoicos fueron punta de lanza del movimiento rollinga del que surgieron bandas como Jóvenes Pordioseros y la 25. ¿Cómo lo ves a la distancia?

-Y sí, fue así. Lo que pasa es que siempre hay un antes y un después para todo.

-¿Por qué decidieron tomar ese sonido?

-Porque, aparte de que era lo único que sabíamos hacer, era lo único que escuchábamos, y en Argentina no existía una banda que sonara así. Nos cansamos de poner la radio y esperar que suene; entonces, dijimos: “Bueno, toquemos nosotros”. Así fue.

-¿Te parece que ayudaron a popularizar a los Stones en Argentina?

-Sí, en Argentina de los Stones era conocido el nombre, pero nadie los escuchaba. Ponías un tema de los Stones en la radio y nadie sabía lo que era. En el año 74 recién se hizo conocido “Satisfaction” - pensá que es un tema que había salido en el 65- y después “Angie”, que fue otra canción que pegó. Luego se hizo conocida “Miss You”, pero mucha gente murió sin saber de quién era el tema: “la canción popular disco”.

-Después “Start Me Up” rompió todo en 1981.

-Claro, nosotros hicimos que “Start Me Up” tuviera como una... en biología se dice huevo o cigoto: se formó como un enquistamiento de que tenía que emerger alguien que tuviera ese sonido, lo cual tampoco nos interesaba a nosotros, porque nos gustaba cómo sonaban los New York Dolls y los Sex Pistols. Los Stones nos gustaban, pero más como banda predilecta, no como sonido.

-Pero muchos temas de los Ratones tienen guitarras a lo “Tumbling Dice”.

-Sí, porque fuimos la primera banda en usar la afinación abierta; eso nos identificó mucho con ellos. Ellos fueron la primera banda inglesa en usar la afinación abierta -se lo robaron a Ry Cooder- y nosotros fuimos la primera en usarla acá, en América Latina, porque nadie sabía cómo se hacía.

-¿Extrañás el éxito que tenías con los Ratones?

-No, porque también tengo que agradecerle a Dios eso: nunca me fue mal con la venta de los discos. Ahora, este álbum [Pappo X Juanse] está agotado en Buenos Aires, y fijate que el disco no existe más, porque hoy es un elemento de merchandising: la gente lo compra si es lindo o si te lo dan en la entrada del show.

-En Uruguay tiene bastante repercusión el programa de Capusotto a través de YouTube: el personaje Pomelo parece estar basado en vos. ¿Qué opinás?

-Es el consumo, la televisión, de lo que hablábamos recién...

-Pero ¿te gusta Capusotto?

-Sí, me gusta. Me parece que es un tipo muy talentoso. Me gustaba mucho cuando hacía Todo X 2 pesos, que era muy copado. Están todos los personajes, está Luis Almirante Brown también.

-Que vendría a ser Spinetta.

-Claro, a todos les inventaron un personaje. De alguna manera es un orgullo, porque obviamente te tienen en cuenta como un estereotipo. Pero eso si yo mantuviera mi nivel de vanidad, que ya no ejerzo.

-Ahora habría que actualizarlo con el tema de la religión...

-Y... ya van a inventar un personaje. No sé cómo le van a poner, “el padre Juancho”, qué sé yo.

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