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Washington de León en su chacra en Rincón del Colorado, Canelones. Foto: Pablo Nogueira

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No es el primer verano que muestra la vulnerabilidad de la producción agropecuaria uruguaya ante eventos climáticos extremos. En 2012 las heladas afectaron principalmente la cosecha citrícola, y el año pasado las granizadas del 23 de enero causaron la mayor pérdida productiva de la historia. Ayer salió el sol, pero hacía 20 días que no paraba de llover: “cinco o seis veces más de lo normal”, dijo el titular del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Tabaré Aguerre. En estos últimos 20 días han llovido 600 milímetros, mientras que, en promedio, llueven entre 1.200 y 1.300 al año, lo que implica “1.300 litros en una caja de un metro por un metro” precisó.

“La variabilidad de nuestro clima no es noticia, y los impactos de los excesos hídricos se han sentido a lo largo y ancho del país, en los diferentes rubros productivos”, afirmó. Los daños se pueden ver en las viviendas, en la infraestructura vial y también en la agricultura, pero son muy distintos dependiendo de los rubros, los cultivos y de la etapa productiva de estos últimos.

Por ejemplo, la ganadería ha sido uno de los rubros que se podría decir que han salido favorecidos ante estos eventos climáticos. “Han tenido impactos diversos en la producción lechera, pero a la larga van a ser favorables, porque la producción de pasturas que se ha generado en este período, no bien mejore el tiempo, va a permitir el enfardado y ensilado de cantidades importantes de reservas”, dijo Aguerre. Por otro lado, y en comparación con lo ocurrido otros años, evaluó el estado del cultivo de la soja como “bueno”, aclarando que “probablemente tengamos problemas con la nodulación [órganos de la planta donde se produce la fijación de nitrógeno]”.

No obstante, recalcó que las lluvias fueron un problema en el caso de los cultivos que están en una etapa en la que requieren luz, como el arroz, sobre todo en la zona este. En cuanto a la fruticultura, dijo que “algunos efectos hay”, pero aclaró que la magnitud de los daños es menor que la del año pasado.

Los dos grandes perdedores de este evento climático fueron la vitivinicultura y la horticultura de campo, lo que llevó al MGAP a declarar, el martes, emergencia agropecuaria para los departamentos del sur, donde se concentra esta producción. En el marco de la Ley Presupuestal que rige para estos casos, se habilitó el funcionamiento del fondo agropecuario de emergencia y, al igual que en eventos pasados, el objetivo de las políticas públicas -diseñadas en conjunto con las gremiales de productores- será “atender la emergencia con una lógica contracíclica”, dijo Aguerre, lo que implica la creación de instrumentos de transferencia de riesgo, como los seguros agrícolas. “[Se trata de] sortear las crisis, pero mejorando la posición para los eventos futuros”, especificó.

Concretamente

De manera similar a la que se enfrentó la granizada del verano de 2013, el MGAP presentó un mecanismo de reconstitución del capital de funcionamiento de los productores. Luego de que técnicos del MGAP relevaran y evaluaran el daño, el Fondo Agropecuario de Emergencia recompondrá a los productores hortícolas el 30% del costo de producción, mientras que el restante 70% será reconstituido con una línea de financiamiento en el Banco República (BROU), con una tasa de interés que será cubierta por el mismo Fondo. Asimismo, todos los pequeños productores de menos de tres hectáreas dispondrán de un fondo no retornable.

La situación de los vitivinicultores es preocupante. Los daños son importantes tanto en cantidad como en calidad. En este contexto, Aguerre anunció que bajo la administación del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi) se creará un Banco de Alcohol Vínico. Para corregir la calidad del vino, este año los productores deberán destinar de 15 a 20 millones de kilos de uva de baja calidad para su destilación y transformación en 1,25 millones de litros de alcohol vínico. La alternativa dará prioridad a los productores que producen uva pero que no tienen bodega, aunque se anunció que, en caso de que con estos aportes no se alcance la cantidad de alcohol vínico necesaria para mejorar la calidad del vino, se abrirá la posibilidad a todos los productores. Este banco estará disponible también para atender futuras correcciones de calidad.

Seguro

En diciembre del año pasado, el MGAP presentó un seguro de índice para pequeños productores hortícolas de Canelones que los protegiera del exceso de lluvias. Esta experiencia, que fue presentada como “piloto”, irá hasta abril. Según dijo Jorge Munzante, gerente del Departamento Agronómico del Banco de Seguros del Estado (BSE), a la diaria, tan sólo cuatro productores lo compraron a tiempo para este último evento meteorológico. Munzante aclaró que el seguro “sigue vigente hasta abril” y dijo que los clientes podrán elegir tres variables a la hora de asegurarse: el mes que regirá el seguro, la cantidad de cupones por hectárea -con un valor de 500 dólares cada uno y un máximo de cuatro por hectárea-, y el riesgo por el que asegura, que va de “leve” a “extremo”, dependiendo de los milímetros que llueva. Dijo que el nivel de estas lluvias “sobrepasó todos los límites”, por lo que a aquellos que se hayan asegurado comprando cuatro cupones se les indemnizará a razón de 2.000 dólares por hectárea.

Consultado respecto de la posibilidad de unificar los seguros por granizo, viento y exceso de lluvias, dijo que no es posible, teniendo en cuenta las características de cada uno: “Los seguros por granizo y viento se contratan por años, mientras que los de lluvia por meses”. Además, a la hora de indemnizar a los involucrados, los primeros necesitan inspecciones particulares caso por caso, mientras que “los de lluvia se pagan sin inspección, ya que abarca zonas más grandes que pueden medirse en estaciones meteorológicas”.

En abril, cuando termine el plan piloto, el equipo del BSE se reunirá con el MGAP con el fin de evaluar el proceso y la posibilidad de “modificar algunos detalles”. No obstante, considera que “seguramente sobrevivirá”, ya que los seguros son “la manera más seria en que se pueden gestionar las políticas de Estado a largo plazo”.

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