Ingresá

HR Giger en una fotografía fechada el 26 de junio de 2007, en Suiza. / Foto: Arno Balzarini

La oscuridad expuesta

3 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

HR Giger (1940-2014)

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

“Murió el creador de Alien”, titularon muchas de las notas que daban cuenta de la muerte de HR Giger, lo cual es estrictamente cierto: HR Giger creó muchos de los diseños de la película Alien (Ridley Scott, 1979), incluyendo al temible monstruo de la lengua con dientes, pero reducir a este artista suizo al rol de diseñador de criaturas cinematográficas es un poco grosero, teniendo en cuenta que se trata de uno de los pintores y escultores europeos más célebres de las últimas cuatro décadas.

Hans Rudolf Giger era una extraña excepción a ese preconcepto que sostiene que Suiza es un hermosísimo país, tan equilibrado que es incapaz de generar un artista. No había nada particularmente equilibrado en la obra de Giger, un artista que se volvió fetiche entre los cultores del rock, la ciencia-ficción y el horror, lo que hizo que en ocasiones se lo subestimara a pesar de haber generado uno de los estilos más reconocibles del siglo XX.

Nacido en Chur en 1940, Giger se formó como arquitecto y diseñador industrial antes de dedicarse a las bellas artes, ámbito en el que se destacó por la utilización del aerógrafo y por la elección de una paleta casi monocromática, oscilante apenas entre tonos difuminados de azul, verde y gris. Más importante aun, Giger elaboró un concepto visual al que llamó “biomecánica” y que consistía tanto en darle una apariencia orgánica a lo industrial o inanimado como en introducir texturas mecánicas en sus representaciones de la carne, un concepto que luego sería esencial en el desarrollo del subgénero de ciencia-ficción conocido como cyberpunk. El arte de Giger se llenó de criaturas fantásticas y aterradoras que parecían fusionarse con su entorno tecnológico y a la vez evocar un mundo oculto lleno de superstición y magia negra.

Una serie de cuadros inspirados en la obra de HP Lovecraft y titulados Necronomicon llamaron la atención del extravagante artista chileno Alejandro Jodorowsky, quien lo contactó para que trabajara en la producción gráfica de una adaptación de la novela Dune, de Frank Herbert. El proyecto -que se considera una de las mayores películas que nunca llegaron a realizarse- colapsó a último momento, pero parte del equipo reunido -el guionista Dan O’Bannon, el dibujante Moebius y el propio Giger- seguiría en contacto para producir Alien, que se convertiría en un éxito mundial.

Giger también se aproximó al mundo del rock en 1973 al realizar la impactante portada del disco Brain Salad Surgery, de Emerson, Lake & Palmer, un complejo diseño que es hasta el día de hoy uno de los ejemplos más fascinantes de arte en portadas de disco (no obstante lo cual, la banda jamás le pagó su trabajo). Más tarde, en 1981 aplicaría su concepto de biomecánica a la portada del disco Koo Koo, de Debbie Harry, ex cantante de Blondie, en la que presentaba el rostro de Harry atravesado por unas largas agujas de acupuntura. Pero tal vez su contacto más trascendente con el rock haya sido la inserción de una reproducción de su cuadro Penis Landscape en el interior de la tapa del disco Frankenchrist (1985), de la banda punk Dead Kennedys, una idea del cantante Jello Biafra, que adquirió los derechos del cuadro -que representa una serie de penes insertándose en otras tantas vaginas-, fascinado por el arte del suizo. Una fascinación que le costó cara, ya que el insert terminó produciendo una de las grandes batallas legales generadas por madres conservadoras aterradas de que sus hijos estuvieran expuestos a arte tan degenerado como el de Giger, y tuvo como consecuencia un juicio del que Biafra apenas salió sin una condena penal y cuyos costos llevaron a la bancarrota a su sello discográfico.

Adorado por los rockeros y los amantes de la ciencia-ficción del mundo, Giger diseñaría guitarras, pies de micrófonos y hasta bares, explotando comercialmente su reconocible estilo, que nunca abandonó del todo y que se inspiraba esencialmente en las pesadillas recurrentes que lo acechaban desde niño. El lunes falleció como consecuencia de las heridas sufridas al caerse de una escalera. Queda detrás la perturbadora obra de un personaje signado por la tragedia -su primera mujer y musa, la actriz Li Tobler, se suicidó aquejada de una depresión nerviosa- y obsesionado por el lado oscuro del ser, que sin embargo encontró una forma de belleza mórbida y sexuada en lo pesadillesco, en un mundo lleno de tentáculos y figuras satánicas que parecen provenir de otra dimensión en la que los conceptos de carne y construcción no existen.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura