-¿De dónde salió Chillan las Bestias?
Pedro Dalton: -En 1999 fuimos a tocar con Buenos Muchachos al Ciclo Molotov en Buenos Aires, y ahí nos ven Tomás Notcheff, de Dios, y Franco Varise, de Ángela Tullida, e inmediatamente arreglamos para hacer un toque en San Telmo con Dios y ahí ya seguimos en contacto con Franco…
Marcelo Chiachiare: -En 2001 vinimos a tocar con Ángela Tullida a Montevideo y teníamos el teléfono de Pedro, y nos quedamos en su casa y empezamos a conocernos. Después tocamos varias veces juntos en varios lugares de Buenos Aires y Montevideo.
PD: -Cuando fuimos a tocar en 2004 ya éramos amigos, y ellos nos prestaban los equipos y todo eso. Entonces yo conocí allá a mi novia y justo Marcelo [Fernández] y el Topo [guitarristas de Buenos Muchachos] se fueron a tocar a Europa y yo me fui a vivir a Buenos Aires. En aquel momento Gonzalo, el cantante de Ángela Tullida, tuvo que dejar la banda por un problema familiar, y ellos me invitaron a arrimarme a los ensayos. Gonzalo volvió, pero me pidió que lo ayudara a escribir las canciones, así que me fui quedando, haciendo coros, ayudando con las melodías, escribiendo alguna letra o grabando alguna cosa. Cuando terminaron de grabar el disco Tripas corazón, Gonzalo se fue definitivamente de la banda, pero ellos se quedaron ensayando juntos y me propusieron que recitara poesía encima de la música que estaban haciendo. Pero al final terminaron siendo canciones, y ahí se armó Chillan las Bestias.
-¿Ustedes, los de Ángela Tullida, estaban familiarizados con lo que Pedro hacía acá?
MC: -Nosotros éramos fanáticos de Buenos Muchachos, y nos había gustado lo que Pedro había hecho con nosotros. Gonzalo se había ido sin ningún conflicto de la banda, por asuntos personales de él, y decidimos seguir tocando porque nos gustaba la música, pero jamás nos hubiéramos imaginado que Pedro se iba a comprometer a cantar. Y cuando ocurrió eso fue como un gol de media cancha, porque lo admirábamos como artista y jamás pensamos que podría cantar con nosotros todo el tiempo. Además, es un amigo. Él empezó a pasar más tiempo en Montevideo en ese momento, pero nosotros grabábamos los ensayos y se los mandábamos para que él craneara las letras, y ya en 2012 hicimos los primeros shows.
-¿Es muy distinta tu forma de laburar con ellos que con Buenos Muchachos?
PD: -Es diferente, aunque no sé si tanto. Yo siempre me baso en la melodía para escribir las canciones. Lo que es distinto es que con él a veces nos juntamos en la casa con la guitarra y escribimos las letras juntos…
MC: -Hay un poco de todas las formas de trabajar, nos conocemos mucho y se hace muy fácil trabajar juntos. A veces es una idea de uno, otras de otro; es un ida y vuelta.
-Pero las dinámicas musicales son muy distintas. En Chillan las Bestias no está esa relación entre partes fuertes y partes suaves… no gritás…
MC: -No, no vamos ni tan arriba ni tan abajo. Más bien por el medio.
PC: -Ellos buscaban que se entendieran más las letras. Evitar los delays largos…
MC: -Claro, no queríamos que se pareciera a lo que hace con Buenos Muchachos. Ésa era la gracia. Ya de por sí la voz de él es muy característica, y no es fácil despegarla de los Buenos, pero creo que en el disco se logró un poco eso.
-En una entrevista decías que cuando escribías para Chillan las Bestias sentías que escribías más “en argentino”…
PD: -Es que es natural; Franco, el pianista de Chillan, es un tipo que tiene el tango metido adentro del cuerpo, y me lo tira. Él vive entre San Telmo y La Boca, y vas a visitarlo y das una vuelta por el barrio y no es lo mismo que ir por la principal, es ver los barcitos chiquitos, los lugares desconocidos, y… la vibrás. Vibrás el empedrado, la cosa arrabalera. Y supongo que eso me afecta bastante.
-De todas formas, en las letras no hay una referencialidad directa a Buenos Aires. Sí hay cierto espíritu más hogareño, menos rockero…
PD: -Cuando arrancamos con Chillan las Bestias y estaba esa idea de que fuera sólo poesía, yo pensaba olvidarme de cualquier estructura, cualquier mensaje, sólo escupir; lo que fuera, sin que importara lo que dijera. Yo no encuentro argentinidad de por sí en las canciones, pero hay algo que no es Buenos Muchachos, y creo que tiene que ver con la música sobre la que escribo.
-Aunque son canciones con melodías, la estructura es un poco más libre, no hay muchos ganchos melódicos en la voz.
MC: -Para mí la voz está muy limpia, sin cámara, lo que le dio otra forma de buscar las palabras.
PD: -No hay psicodelia en el disco. No está ese “pinkfloydismo” que tiene Buenos Muchachos.
-De hecho, hay menos rock también en la actitud en general. Como que se nota que es música de gente que pasó los 40…
MC: -Es cierto, no hay formatos rock; a veces casi ni hay formato de canción en los temas. Pero más allá de eso, yo creo que en el fondo hay cierto espíritu rockero.
PD: -Venimos de ahí, pero incluso el tema más rockero -que es “La bestia”- al final es más pop que rock.
-Hace un tiempo hablábamos con Pedro sobre las dificultades de Buenos Muchachos de hacerse de un público en Buenos Aires, y él me señalaba que allá casi no hay música “oscura”, como es en cierta forma la de Buenos Muchachos o la que hacía Ángela Tullida. ¿No es algo raro en la patria del tango, que es melancólico de por sí?
PD: -Una cosa que me inquieta es la cantidad de bandas de reggae que hay en Buenos Aires, cuando no hay una palmera en 1.000 kilómetros a la redonda…
MC: -Es algo que además no tiene que ver con el momento en particular; nosotros ensayamos de día, estamos en un período, si se quiere, luminoso de nuestras vidas, pero la música nos sigue saliendo oscura. No estamos deprimidos; estamos felices y re chochos, pero nos sale música melancólica.
PD: -Allá también hay mucha música de género, y la música “oscura” tiene muchas ramificaciones que no son de género. Las bandas más parecidas a nosotros más bien venían del sur, como Reverb, bandas más inclasificables.
-Ahora, entre esto y Buenos Muchachos y tu laburo literario, estás dedicado completamente a la actividad artística. ¿Cómo vivís eso?
PD: -Bueno, no pago alquiler, por ejemplo…. Y está bueno; en este momento me reditúa porque lo hago re concentrado y tengo tiempo para hacerlo. Yo antes tenía un montón de tiempo muerto en el que no hacía nada: tocaba con los Dalton, llegaba a las 5.00, me levantaba a las 14.00… y lo hacíamos muy seguido, lo cual me arruinaba. Ahora tengo la energía como para hacerlo bien.
-A lo que iba es que, no siendo vos un tipo que apunte a lo popular, poder vivir de esto es todo un privilegio…
PD: -Me siento rico. Yo siempre digo que quiero ser rico, no millonario. Me puedo dar mis gustos: como todos los días, tengo un techo sobre mi cabeza. No tengo que pagar alquiler. Si no, tendría que volver a pintar paredes como antes, pero por ahora no es necesario. Me puedo dedicar a esto. Ahora, en Buenos Aires, estoy haciendo ilustraciones para un libro de Quiroga, antes había hecho unas para un libro de Baudelaire.
MC: -Ser un artista impopular pero poder vivir como uno popular.
PD: -Buenos Muchachos ya es una banda popular; vas al supermercado y la gente te conoce. Llegamos a eso, y nos manejamos haciendo varios shows en el año en lugar de hacer sólo uno más grande, lo que nos permite revisitar las canciones de los seis discos. Es más trabajo y tal vez saquemos menos dinero que haciendo un Teatro de Verano, pero nos activa, y eso es necesario.