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El saxo del infierno

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Steve Mackay (1949-2015)

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¿Puede un hombre pasar a lo más importante de la historia del rock sólo por haber participado en dos canciones de una banda en su momento fracasada? Si esa pregunta se puede responder con un “sí”, estamos hablando de Steve Mackay, a quien le bastó tocar su saxo alto en el lado B del disco Fun House (1970) de The Stooges, para mostrar todo lo que podían tener en común el punk y el jazz.

Los Stooges, la banda liderada por Iggy Pop, nunca mostraron las pretensiones vanguardistas de otros pioneros del sonido punk como Velvet Underground o MC5, pero, aunque preferían dar la imagen de un montón de monos drogados, la melomanía de sus experimentos de repetición atronadora sobre figuras de ritmos negros como el blues o el funk -y finalmente el jazz- hace evidente para cualquier escucha atento que eran un grupo mucho más elaborado de lo que se cree, algo palpable más que nada en Fun House, su segundo disco, que no poca gente considera el mejor del rock de todos los tiempos. Y un elemento clave en él fue Mackay, invitado a sumarse a la banda dos días antes del comienzo de las grabaciones, con el requisito de que “tenía que tocar como Maceo Parker pero tomando LSD”. El resultado fue brutal y el saxo de Mackay aúlla durante todo el lado B del disco hasta culminar en una pieza completamente free -“LA Blues”- que puede considerarse la destrucción final de la civilización hecha canción, o algo así.

Luego Mackay mantuvo bajo perfil, participando en algunos discos no menos experimentales de admiradores del Fun House. En 2003 fue invitado por Iggy Pop a la reunión de los Stooges originales, y grabó con ellos dos discos más. Siniestramente, esa reunión no parece haber sido buena para la salud de los ya veteranos músicos: tres de ellos (los dos hermanos Asheton y ahora Mackay) murieron luego por causas naturales. El saxofonista dejó de existir ayer a causa de una septicemia generalizada y fue despedido con sentidas palabras (“iluminaba mi camino y hacía brillar al mundo entero”) por un Iggy Pop que jamás se hubiera imaginado que, justo él, iba a terminar enterrando a todos sus salvajes compañeros de los 60.

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