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Mundo idiota

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Mano, juez

Robert Jackson Mueller es un ex conductor radial de Denver con unas ganas enormes de arruinarse la vida; en 2013 tuvo sus cinco minutos de infamia cuando pidió para sacarse una foto junto a la cantante Taylor Swift, invitada a la radio. Luego fue detenido y recriminado por dos de los guardaespaldas de Swift, que lo acusaron de haber aprovechado el momento para deslizar su mano debajo de la pollera de la cantante como un miserable apoyabultos del 121. Aunque los guardaespaldas no le hicieron nada, el incidente se supo y la estación de radio despidió a Mueller con una patada en el mismo lugar que había buscado su mano en la anatomía de Swift.

Desempleado y luego de meditarlo un poco, Mueller decidió demandar a Swift, asegurando que la acusación había sido injusta y que, si bien había existido una mano ilegal, no había sido la suya, sino la de su jefe Eddie Haskell, y pidiendo una compensación millonaria por el dolor psíquico que le producía ser conocido como el hombre que le metió una mano a Taylor Swift. Pero ella, al parecer, tiene bien claro de quién era aquella manito, y contrademandó a Mueller por todas las escasas pertenencias que le quedan, ofreciendo donar el resultado económico del juicio a organizaciones dedicadas a proteger a las mujeres de agravios similares al que sufrió. Teniendo en cuenta que los abogados de Swift le acaban de ganar un juicio millonario a la compañía Apple, se puede suponer que la mano viene realmente mal para el guarango de Mueller.

Cerdos de la calle

Quentin Tarantino no es el más politizado de los cineastas, pero tuvo la aparentemente mala idea de participar en una marcha en Nueva York contra la brutalidad policíaca. No hizo más que llevar una pancarta, caminar con los manifestantes y, al ser interrogado por un periodista, declarar: “Estoy aquí para decir que estoy del lado de los asesinados”. Para qué. Ante semejante provocación, la Patrolmen’s Benevolent Association (PBA), organización preocupada por la imagen pública de la Policía neoyorquina, emitió un comunicado en el que consideró la presencia de Tarantino en esa marcha un apoyo a la violencia contra los agentes de la ley, llamando al público a boicotear sus películas. El presidente de la PBA dijo que Tarantino es un “odia-policías” que se ha ganado la vida “glorificando el crimen y la violencia”, y un día después el portavoz de Los Angeles Police Protective League (equivalente de la PBA en la costa oeste) apoyó el boicot, considerando a Tarantino un “irresponsable” por haberles dicho tácitamente “asesinos” a los policías.

La hipersensibilidad de los hombres de azul puede deberse a que la marcha se realizó pocos días después de que un criminal matara a un policía en Nueva York, pero el director le había dicho al mismo periodista que “la muerte del policía también es un hecho trágico”, y el reclamo de la manifestación no era el de salir a matar policías, sino que éstos dejaran de matar a gente desarmada, indefensa y, generalmente, negra.

Ay, Rolando, no te rajes

Ante el resultado de las recientes elecciones en Argentina y la posibilidad de que Mauricio Macri sea el nuevo presidente, varios artistas muy identificados con el kirchnerismo empiezan a reconsiderar su futuro laboral. Entre ellos, Manuel Quieto, líder del grupo La Mancha de Rolando, cuyo tema “Arde la ciudad” fue la banda sonora del triunfo de Cristina Kirchner en las anteriores elecciones, y que es además el favorito del vicepresidente Amado Boudou, quien varias veces se ha dado el gusto de hacerse el rockero tocando con ellos.

Quieto especuló funestamente acerca de un futuro bajo el gobierno de Macri en una entrevista con La Gaceta de Tucumán, pero no está particularmente desesperado: “No puedo vivir con un gobierno de Macri, por lo menos el primer año me voy a vivir a México. Tenemos allá para trabajar un montón”, aseguró.

Una decisión radical pero, ¿grupal? En la misma entrevista, Quieto agregó: “No puedo mudar a todos, me mudo yo, y el que quiera venir, que venga. Arranco tocando en el subte, toco como sea. México es muy grande. Venimos dos veces por año a hacer dos tandas de 25 recitales. No le tengo miedo a nada, sí a lo que se podría vivir acá”, dijo.

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