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La realidad y la palabra

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Tres tomos dedicados a las notas críticas de Mario Benedetti.

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“Me gusta hacer crítica, pero más, mucho más, me gusta hacer cuentos. No sé si me importa demasiado si haré algún ensayo definitivo de 300 páginas, pero sí me importaría hacer un cuento definitivo de 5, 10 o cualquier número de páginas”, escribía Mario Benedetti en una carta con fecha del 23 de setiembre de 1951, dirigida a Juan Carlos Onetti. En verdad, Benedetti le respondía al autor de El astillero, quien lo catalogaba de buen crítico y mal escritor.

A lo largo de los años fueron varios los que coincidieron con el juicio de Onetti, sobre todo en ensayos como Literatura uruguaya del siglo XX (1963) o Letras del continente mestizo (1967), pero fueron pocos los que pudieron acceder a sus notas críticas publicadas en la prensa de entonces. A fines del año pasado, Ediciones Universitarias publicó Notas perdidas sobre literatura, cine, artes escénicas y visuales, 1948-1965, de Mario Benedetti. La investigación, que consta de tres importantes tomos, fue realizada por Pablo Rocca junto con el equipo de la Sección de Archivo y Documentación del Instituto de Letras (SADIL) de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, con el apoyo de la Fundación Mario Benedetti.

El Benedetti poeta, cuentista y novelista llevó adelante una intensa actividad periodística y ensayística, abordando temas tan diversos como literatura, cine, asuntos políticos e incluso deportivos. Los trabajos recabados por el equipo de investigación del SADIL visibilizan numerosas notas sobre literatura, teatro, cine y artes plásticas que no habían sido rescatados por el autor en los diversos títulos y antologías que editó a lo largo de su carrera.

Consultado sobre cómo se llegó a la publicación de estas Notas perdidas, el docente, investigador y director del SADIL, Pablo Rocca, dijo a la diaria que había percibido la existencia de muchos artículos, nunca recogidos en libro por Benedetti, “a consecuencia de diferentes trabajos sobre el ciclo 1940-1970, que dieron lugar a numerosos artículos y libros (individuales o colectivos). Y, sobre todo, como resultado del estudio específico de la obra de Benedetti que, por ejemplo, redundó en la publicación de la antología 45 años de ensayos críticos, que en 1993 preparé con la autorización del autor para la naciente editorial Cal y Canto por encargo del gran editor (y amigo) Alberto Oreggioni”.

Con respecto a estos trabajos, el investigador cuenta que tenía registrados los que pertenecieron a las revistas más “clásicamente literarias” como Marginalia y Número, otros del semanario Marcha y algunos de La Mañana, pero nunca se imaginó que se tratara de una suma tan considerable. “Cuando por fin diseñé la idea de reunirlos, en 2010, se hizo porque contaba con un excelente equipo de jóvenes investigadoras (María José Bon, Valentina Lorenzelli, Ana Inés Rodríguez), con quienes trabajaba en la SADIL, y porque la Fundación Mario Benedetti recibió el proyecto con entusiasmo y generosidad, financiando exclusivamente el trabajo de las investigadoras durante varios meses”, explicó.

En cuanto al proceso de investigación, Rocca destacó la emergencia constante de artículos que “casi llevó al desmayo (o a la defección)” a todas las investigadoras, “que semana a semana no salían (no salíamos) del asombro cuando en el matutino La Mañana se comprobaba la publicación de hasta dos notas diarias sobre temas y problemas tan diversos”. Pero aclara que a esta fatiga la acompañaron, siempre, el entusiasmo y la discusión. El director sostuvo que el proyecto privilegió la contribución de Benedetti -principalmente- a la crítica literaria, teatral y cinematográfica. Agregó que de estos dos últimos rubros nunca se había recogido, siquiera, una nota, cuando el autor de Montevideanos escribió cientos de ellas. “El acento que, en principio, parece soslayar otras posibilidades -como las notas políticas, muy visibles desde fines de los 60 en adelante-, en rigor responde al trabajo fuerte de Benedetti en el ciclo inicial, desde que comienza a publicar en 1948 hasta fines de 1964, cuando empieza a salir durante largas temporadas del país. En ese largo ciclo Benedetti apuesta a convertirse en lo que hoy llamaríamos un crítico cultural, no tanto un ensayista y aun no tanto un intelectual, en el sentido de escribir textos de intervención, que luego aparecerán y se multiplicarán en otros medios desde 1966”.

“En efecto”, responde el docente, cuando se le pregunta si en estos trabajos se percibe una nueva faceta del Benedetti periodista, y añade que el conjunto es un hallazgo a larga distancia. Cuenta que nadie sabía o recordaba -“y no muchos podían saberlo”- que Benedetti había sido un activo crítico de teatro o de cine, “un insomne reseñista de libros y autor de notas, algunas de las cuales recogió en sus series de volúmenes sobre literatura uruguaya, latinoamericana o sobre las letras de Europa y de Estados Unidos. Pero otras muchas, más que las rescatadas, habían quedado perdidas en las páginas de revistas o de ese diario conservador, que poco tenía que ver con sus opciones políticas o estéticas”.

El crítico expresa que Benedetti se hizo a sí mismo como periodista: “Estas 1.500 páginas, que afortunadamente la Universidad de la República publicó en acuerdo con la Fundación Mario Benedetti, muestran al escritor que se forma -el que hace crítica mientras piensa y escribe sus poemas, cuentos y novelas más clásicas-, el que reflexiona sobre el mundo de la cultura artística y de la cultura a secas, al tiempo que piensa y elabora un estilo. Es como si fuera un doble e inmenso diario: el del creador y el que corresponde al testimonio (que no tiene otro parangón) de un tiempo también perdido”.

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