Ingresá

La vida después de la vida, de Pablo Atchugarry, en el Mercado de Traiano.

¡Buongiorno, Uruguay!

3 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

Artistas uruguayos en Roma, Venecia y Milán.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Según confirmó un artículo publicado a diez días de la inauguración de la Expo de Milán (que arranca el 1° de mayo) en Il Sole 24 Ore -lo elegí porque es un diario de economía y finanzas que difícilmente se asocia a posiciones contestatarias extremistas-, la enorme área que hospedará las decenas de pabellones que representan a varios países del mundo bajo la consigna “Nutrir el planeta, energía por la vida” está en una situación muy crítica. Como muchos medios italianos repiten desde hace meses, la mayoría de las estructuras están atrasadísimas en su construcción, mientras parte de las rutas que canalizarán el tráfico no ha sido terminada, lo cual podría crear problemas de circulación serios a los 20 millones de visitantes previstos. Como si fuera poco, todavía reverbera el eco de las investigaciones judiciarias con encarcelamientos preventivos de numerosos gestores de la manifestación, empezadas el año pasado, por fraude, corrupción, revelación de secretos, etcétera, y crea polémica la cancelación de grandes obras planificadas alrededor del evento (entre ellas, una biblioteca europea, una “ciudad” del deporte, otra de la justicia): cereza final de este postre, por ahora amargo, la anunciada (y extraña) ausencia del presidente de la República, Sergio Mattarella, el día de la apertura.

Uruguay, de todas maneras, estará presente. Es uno de los 145 países que animarán esta enésima exposición universal (una enormidad, aunque habrá ausencias embarazosas como las de India, Australia, Turquía y Suecia): no pude encontrar muchos datos, pero según el Facebook oficial, el pabellón uruguayo -785 metros cuadrados de “tecnologías de vanguardia, aplicación de robótica, video mapping dinámico, parlantes de ultrasonido” -a mediados de abril seguía “creciendo” (lo edifica Campana, una empresa de Brescia, y el costo total es de 2,7 millones de dólares) mientras ya se hicieron las primeras pruebas y la parrilla parece que funciona bien. El espacio, proyectado por arquitectos del Instituto Nacional de Carnes (Inac), albergará una creación de Pablo Atchugarry, La vida después de la vida, imponente escultura de cinco metros de altura, más pedestal, tallada en madera de olivo -específicamente un árbol de 800 años que el artista encontró en un vivero-, esculpida para la ocasión.

En este mayo y por varios meses, la de la Expo no será la única presencia simbólica oficial de Uruguay en suelo itálico y tampoco la única de Atchugarry. De hecho, el escultor montevideano -que reside en Italia desde hace muchos años- presentará, el 22 de mayo en Roma, la ambiciosa personal Città eterna, eterni marmi: “una selección de 40 obras, diez de ellas monumentales, que se expondrán al aire libre”, como anuncia el comunicado de prensa, en un lugar emblemático de la capital italiana, el Mercado de Traiano y el adyacente Museo dei Fori Imperiali, respectivamente restaurado y abierto en 2007, “ligados topográfica y conceptualmente al grandioso sistema urbanístico de los Foros Imperiales”, según el sitio de los museos romanos. Vale decir, el corazón palpitante del Imperio. Esfuerzo de varias instituciones (el Instituto Ítalo-Latino Americano, la Embajada de Uruguay en Italia, Zètema Progetto Cultura y, obviamente, la Fundación Atchugarry), la muestra alterna piezas grandes, dramáticamente insertadas en el escenario del mercado, a otras de tamaño reducido, igualmente selladas por esta especie de monumentalismo firme pero vaporoso que caracteriza la escultura de Atchugarry. Por supuesto, el hecho de que sea un triunfo del material favorito del artista, el mármol (de Carrara), dialoga con la solemnidad del sitio y su milenaria tradición arquitectónica y artística, que con dicha roca ha tenido una relación muy fecunda.

Un par de semanas antes, Marco Maggi representará a la República Oriental en la 56ª Bienal de Venecia que, pese a disputas y proliferación de bienales, sigue siendo la manifestación de arte con más repercusión del mundo. Ahí, el 9 de mayo, en el pabellón uruguayo (un lujo tenerlo fijo en los Giardini desde 1960; sólo 28 naciones cuentan con uno permanente), Maggi inaugurará la instalación Global Myopia (pencil & paper), a base de “papel” y “lápices”, como atestigua el título. Hace dos meses que Maggi está trabajando en Venecia, directamente en las paredes del pabellón, para crear un enorme mural invadido con sus típicos, liliputienses, patrones abstractos e “ilegibles”, esta vez recortados y jugados enteramente a través de las sombras en “alta definición” que los cortes proyectan sobre las paredes. Curada por Patricia Bentancur, la exhibición se dividirá en dos sectores, uno donde se ubica la mencionada “escritura sobre muros venecianos basada en 10.000 partículas” planeada con anticipación y ejecutada in situ, como explica el folleto de presentación, y otra, Drawing Machine (nine possible starting points), que comprende “nueve lápices paralelos apuntando al muro y suspendidos en el aire por la tensión de nueve cuerdas de arco”.

Imposible ir más allá con las especulaciones, dado que son muestras todavía en montaje y que no pude (ni podré) ver, sin embargo hay que subrayar algo curioso de esta coincidencia: la distancia extrema entre una operación y la otra y, a la postre, entre las “actitudes” de los dos protagonistas. Si Maggi trabaja incidiendo materiales “cotidianos” (papel adhesivo, en este caso, pero también aluminio, grafito, manzanas) con dibujos amplios, pero obtenidos mediante la acumulación de signos diminutos, trabajando con gestos lentos y “cortos” con un cutter común, Atchugarry elige embarcarse en luchas titánicas con el material más noble -en terminos escultóricos- que existe, generando a menudo piezas ciclópeas, modeladas con fuerza y vigor. La Bienal cierra el 22 de noviembre, mientras la personal de Atchugarry sigue hasta el 7 de febrero de 2016: pura casualidad, sin duda, pero es una concomitancia tan perfecta de semejante divergencia “poética”, que parece algo cabalmente planeado.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura