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Alfredo Giannotti y Santiago Battello. Foto: Sandro Pereyra

El abrazo mestizo

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Con Alfredo Chole Giannotti y Santiago Battello.

Chole es el apodo de Alfredo Giannotti -cantante de La Abuela Coca- y también es el título de su flamante primer disco como solista, editado este año, que desparrama una fusión de estilos que es la marca de la casa, acompañado por muchos músicos invitados: Pablo Silvera (Once Tiros), Sebastián Teysera (La Vela Puerca), Federico Lima y AFC, entre otros. A su vez, “Un presente” (2013) es el primer disco de Santiago Battello, ex vocalista de Marulata, que también mezcla reggae y ska con pop, candombe y algo de rock. Ambos músicos presentarán sus discos el miércoles 29 a las 21.00 en la sala Zitarrosa. Pero antes, Chole y Battello conversaron con la diaria sobre temas tan variados como la música que cultivan.

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-¿Por qué decidieron hacer esta presentación juntos?

AG: -La fecha se llama Abrazo, que es un tema de mi disco que compusimos a medias con Santiago. Fue una hermosa casualidad: yo hice la música y él la letra, por distintos lados, y tenían la misma armonía. El tema quedó en la lista para grabar mi primer disco solista; lo llevamos al estudio, lo grabamos y quedó buenísimo. Fue el disparador de este espectáculo; como una comunión, un abrazo. Nos juntamos para mostrar nuestros discos y también para hacer un abrazo musical: arriba del escenario voy a estar con la banda de Santiago, y él con mi banda, y vamos a hacer un final integral; es decir, que no sea la presentación de los discos y las bandas por separado, sino que sea realmente un abrazo.

-¿Qué los impulsó a sacar sus primeros discos solistas?

SB: -Eran canciones que tenía ahí, y, más allá de trabajarlas con un productor -Milton Marrero-, quería que pasaran algunas cosas en ellas y tener bastante opinión. Venía de un proceso distinto, de Marulata, en el que, al ser una banda, todos opinamos; entonces, cuando uno muestra las canciones tiene una idea, pero como es tan colectivo, se transforma. A veces esa idea va a un lugar que está buenísimo y a veces para uno pierde un poco y después le agarra de vuelta el cariño.

AG: -En mi caso, era un debe que tenía como artista. Es una idea que empezó en el 2000, también impulsada por la necesidad de hacer algo más parecido a mi persona que al cooperativismo compositivo que tiene La Abuela Coca o las bandas que son de ese estilo, mestizo. Nunca había tenido el tiempo en el año como para poder dedicarme a esto. Pero en 2014 se juntaron los astros, y creo que también el nacimiento de mi primogénita disparó esa veta compositiva.

-Entonces, no es un mito eso de que tener un hijo te sensibiliza a la hora de componer.

AG: -No, no es un mito: arrancás en una guitarra y sale todo. Despierta algo dentro tuyo que genera la necesidad; porque el disco lo compuse en dos meses, sin parar. Yo soy una persona que trabaja a rigor; quizá sea el estilo uruguayo de dejar todo para el final, pero en este caso se dio esa conjunción y esa necesidad de hacer el trabajo, y no fue forzado, fue natural. Me fui a componer a Fomento, una playa de Colonia, y en diciembre y enero armé la gran mayoría de las canciones. Es un trabajo que se creó para grabarse y tiene una conjunción. No son una cantidad de canciones que pasaron en el tiempo y que junté en un disco, sino que son canciones creadas para él; entonces, las canciones hablan de determinado tiempo y sensaciones. Y tiene una marca Chole, porque es un trabajo solista, que era lo que quería hacer.

-Pero el mestizaje, esa fusión de géneros típica de La Abuela Coca, en tu disco también está presente.

AG: -Y sí, hay aristas que pegan. En realidad, no me esforcé para hacer algo que no sea La Abuela Coca o Congo, me esforcé por hacer algo que sea mío. Pero sí, yo soy un músico que me califico como mestizo, porque mi cultura y mi aprendizaje son mestizos.

-En tu disco, Santiago, también está ese mestizaje. ¿Se debió a la influencia de Chole?

SB: -Sí, es mi padre artístico. El primer disco de Marulata lo produjo él; crecimos escuchando La Abuela Coca. A mí Marulata me abrió la cabeza para un montón de cosas, porque yo escuchaba sólo rock: Nirvana, Los Traidores... De Uruguay era de Los Traidores y de La Trampa, hasta que vino Rock de acá -año noventa y pico- y tocó La Abuela Coca: no entendía por qué el Chole estaba de rastas, todo de colores, saltando por todos lados; no tenía ni idea de qué era esa banda. Yo estaba esperando a Buitres y a Trotsky [Vengarán]. Y ahí fue que empecé a captar otras cosas. Después vinieron La Vela [Puerca] y No Te Va Gustar, todos en ese plan de búsqueda.

-Hablando de La Vela Puerca: en una entrevista, Sebastián Teysera me comentaba que Mano Negra le cambió la cabeza, cuando tocó en Montevideo en 1992, pero que también recordaba el primer toque que vio de La Abuela Coca, en el que la gente bailaba y había un ambiente festivo. Quizá haya sido la primera banda uruguaya que se despegó de la oscuridad del rock posdictadura.

AG: -Nosotros mantenemos la misma bandera pero con diferente vehículo. Peleamos por los derechos de la juventud o criticamos algo, pero en vez de usar sonidos oscuros o tristes, hacemos la gran Brasil: trabajamos sobre ritmos alegres. “Olvida tus problemas y baila”, pero por ese rato, después acordarte que somos así. También tenemos que ir a la época de la salida de la dictadura, en la que era todo oscuro y nosotros queríamos alegría, sin olvidarnos de nuestras raíces. Creo que sí, que fuimos una de las bandas que pusieron colores. Pero nosotros también veníamos influenciados por otra corriente mestiza uruguaya, como Tótem, [Ruben] Rada, [Hugo] Fattoruso y toda la fusión. Quizá el padre de todo el mestizaje fue [Carlos] Santana. Esa música a mí me marcó. El sonido: la guitarra, las pailas, las tumbas, etcétera.

-Los dos discos de ustedes son bien para arriba, no sólo por la música, sino también por las letras: la mayoría son optimistas. Por ejemplo, en tu caso, Santiago, en “A la cima” cantás: “Si ya anduvimos por el suelo ahora vamo' a la cima”.

SB: -A diferencia de lo que pasó con Chole, yo tenía varios temas que fueron creados en 1998, 2003, etcétera, y el disco salió en 2013; eran canciones que estaban ahí y que fueron quedando fuera del proyecto Marulata o de otras cosas. Tuve sucesos de la vida misma, pérdidas que son difíciles para cualquier persona, y me salieron esas canciones, las cuatro con las que arranca el disco; entre ellas está “A la cima”. Necesitaba cantar eso; no podía cantar una cosa muy profunda. De repente las letras son light o livianitas, pero a mí me salvaron la cabeza. Entonces, lo livianito quedó totalmente a un costado; era mi salud.

AG: -El optimismo y el pesimismo, estar bien y estar mal; para mí es lo mismo. El diablo y Dios es lo mismo; se dice que el diablo era un santo y lo tiraron para abajo.

-En “Heartattack and Vine” Tom Waits canta que el diablo es Dios cuando está borracho.

AG: -Ahí está. Y a veces, muchas cosas nacen del dolor, pero vos necesitás estar bien; entonces, si vos no te tirás para adelante primero... Me parece que va todo de la mano, y buscarle la vuelta de salir adelante es una linda metáfora. Y que esté en la música y que pueda ayudar tanto a uno como a los que escuchan. Porque me han pasado cada historias que quedo frío: un amigo se enamoró de una extranjera y fue por su amor; ella lo dejó, quedó que se iba a suicidar, y una canción fue como el himno para no hacerlo, “Curo heridas”, de La Abuela Coca. En una gira por Austria conocimos a un mexicano que había descubierto a la banda por un austríaco al que le gustó la melodía de una canción -“Templo”- y se la hizo traducir; cuando empezó a escucharla, el mexicano se dio cuenta de que le hablaba a él. Tocamos en Austria y nadie nos daba bola, y el mexicano cantaba: “¡Chíngale, templo el alma!”. Y ahora hay gente que compra el disco y me devuelve: “Es mi compañía cuando estoy mal”. Entonces, decís: “Pah, la pucha, no es sólo algo que me hace bien a mí”. Ahí se cierra el ciclo.

SB: -Aparte, es algo que uno no controla. No creo que ninguno lo haga para eso. Hay cosas que te cuentan de una canción y vos ni siquiera la hiciste pensando en que sucediera eso o que el tipo la entendiera así. Hay canciones que al tiempo de componerlas entiendo por qué las hice. Por lo general, me gustan más esos temas que nacen y que ni siquiera sé por qué escribo eso, y a los que después les puedo dar un significado. Pero no tengo mucha idea; soy bastante inconsciente.

-De tu disco, Chole, me llamó la atención la letra de “Dímelo”, en la que hablás de un personaje al que persiguen “como a un chorro”...

AG: -En realidad, hay un personaje uruguayo muy querido, que la vivió mal, lo dio vuelta y fue un ejemplo para todos los uruguayos. La luchó, estuvo preso por pedir igualdad, hacía mítines en la explanada y después llegó a ser una persona muy importante. Nació la flor de nuevo, como dice el coro al final: “Mira qué bonita la flor / que naciera en este canto de amor”. Es un ejemplo de vida; un luchador.

-¿A quién te referís?

AG: -Al viejo y querido... En la letra se llama “Miguel”, pero el personaje que me inspiró no se llama así.

-¿José Mujica?

AG: -Sí. Es un ejemplo de vida: cómo el loco cambia todo, hasta él mismo, y llega a ser el presidente de todos. Nos deja una enseñanza increíble; te guste o no, nos dejó una enseñanza increíble. Cómo vivir con 30.000 pesos por mes... Yo no me puedo arreglar.

-¿Ninguno de los dos vive de la música?

AG: -Yo vivo del conjunto de mis actividades musicales, ya sea tocando, enseñando o produciendo; entre todo, armo el sueldo. Pero toda mi actividad está relacionada con la música.

SB: -A mí me pasa un poco lo mismo. Soy docente de dibujo, tengo talleres de música y doy clases de guitarra. Todo -hasta lo del dibujo- tiene mucho que ver con la música. Pero no vivo de mi arte específicamente.

-Chole, con La Abuela Coca estuviste de gira por Europa varias veces. Supongo que tocar en países como Austria te cambió la cabeza.

AG: -Salir del frasco te cambia la cabeza. Crecés mucho, porque, aparte, hay todo un circuito planeado para el artista, y para el artista under también. Nosotros fuimos a tocar al circuito under, pero está todo organizado con el promotor de la fecha: el lugar, el hotel, el transporte, el sonido, etcétera. Logramos un desarrollo importante siendo una banda del tercer mundo; estamos dentro de lo que se llama rock mestizo o rock antifascista. Allá el punk no es sólo una moda, sino también un medio de vida, y es política. Son de verdad y están luchando contra el fascismo, que está creciendo día a día. El punkie europeo está en la línea de combate, adelante; hay un mitin fascista y lo tiran al punk; se van a dar. Se junta el G8 y van. Nosotros no nos enteramos, pero... Y allá reprimen de verdad; el Ejército alemán, el austríaco. Bueno, Austria tiene gobierno de derecha. Pero nos encontramos con un adolescente, un joven que está informado, que está haciendo algo y bien. Si había una casa abandonada, se metía adentro, pero en vez de sacar las cosas para venderlas, ponía cosas para mejorarla. Entonces, la casa funcionaba como centro cultural, con enseñanza de idiomas y con boliche para tocar, que era atendido por el punk más punk, que a las tres de la mañana estaba trepándose por las paredes y borracho hasta las patas pero a las nueve de la mañana estaba limpiando, haciendo el desayuno y diciéndote: “Acá no se fuma; se fuma afuera”. Esto fue en Alemania, que es como la base.

-En Montevideo el punkie ochentero era más nihilista. De hecho, uno de los himnos de la época decía: “Montevideo agoniza / y ya nadie lo podrá salvar”.

AG: -Sí, y después iban a tomar la leche a la casa de los abuelos. Así cualquiera es punk. Lo respeto, y copiamos cosas, obviamente...

-Con La Abuela Coca han tratado de mantenerse independientes, pero en una época los editó un sello discográfico multinacional.

AG: -Eso tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas. Lo bueno fue que nos hizo conocidos. En aquel entonces, el disco [Después te explico, de 1998] sonó por todos lados. En esa época salir de Montevideo era como ir a la Luna, y ese disco nos sirvió, porque lo escuchaban en todos lados por la radio. Después te explico dio el empujón, pero El ritmo del barrio [2001] fue el que nos impulsó en el exterior. Fue la promesa que no surge por una multinacional y sí por el esfuerzo del trabajo del cooperativismo. Por eso también es importante, nos gusta y lo seguimos haciendo. Porque somos hijos del rigor, como ya lo dije: si estaba todo bien, todo ordenado, “no lo hicieron ellos”; bueno, pero, ¿y vos que hiciste? Tenés que tener la voluntad de hacerlo. Cuando decidimos hacer El ritmo del barrio, ya sin ninguna ayuda y en proceso de la crisis, en 2001, fue un juramento de hermanos: “Estamos acá, en este negocio, vamos a hacerlo; somos un grupo, somos amigos, nos gusta, y de acá a otro mundo”.

-Más allá de sus discos solistas, ¿tienen planes con sus respectivas bandas? En tu caso, Santiago, dejaste Marulata.

SB: -Sí. Tenía como una necesidad ahí, pero lo tengo siempre presente. “Lo dejé” suena horrible. Pero ta, ahora estoy embarcado en este proyecto, con La Banderola, que es la banda que me acompaña, y estoy empezando a trabajar en un segundo disco.

AG: -Con La Abuela Coca entramos al estudio hace dos semanas para hacer dos canciones que vamos a sacar por internet. Estamos preparando el nuevo disco. El último disco de estudio es de 2010 [Vos]. No habíamos entrado en un estudio con un trabajo nuevo hasta ahora. Como nuestros tiempos son tan lentos -se está terminado el año y ya no vamos a hacer el disco-, decidimos largar dos temas. Lo que tiene La Abuela Coca es que, como es una cooperativa, los compositores somos muchos y cada vez se animan más. Es más, ahora salimos con un tema que compuso Andrea Viera [saxofonista]; fue el primer tema que compuso y ya la metió en el ángulo. “El patotero” se llama, habla de todo lo que estamos viviendo ahora con las semillas transgénicas y de todo el negocio que hay con la alimentación. El estribillo dice “No quiero ser un experimento”. Increíblemente están sacando lugares para plantar comida y están haciendo biodiésel o cambiando el metabolismo de una semilla; entonces, ¿vos qué estás comiendo? Sólo para el negocio de unos pocos.

-¿Te considerás ecologista?

AG: -La Abuela Coca es ecologista; quizá en el conjunto levanto la bandera ecológica. Yo soy citadino: nací en Montevideo, y si me hacés dibujar una flor, la dibujo en una maceta. Ahora estoy un poco más vinculado. Pero sí, obviamente me doy cuenta de que somos un virus increíble del planeta y de que es importante cuidar dónde vivimos; y lo que sos, porque lo que comés es lo que sos.

-¿Cómo estás con el tema de la legalización de la marihuana?

AG: -Contentazo. Imaginate, yo soy de la generación que no tenía nada, y de pronto abrieron esa puerta y cayó todo arriba nuestro. Entonces, no fue libertad: fue libertinaje. No tuvimos ningún instructor; muchos de mi generación murieron tratando de buscar la libertad y sin entender el camino. Aparecieron todas las drogas y “hay que hacer todo”. Fue una gran mentira. Y así estamos, entre la pasta base y esas cosas. La gran verdad es la cultura, lo que te tienen que enseñar: “Esto sí y esto no”. Si está prohibido, ¿cómo vas a enseñar? Al contrario, te dan unas ganas barbarás de hacerlo. Decile a un gurí “no toques eso”, ¿qué va a hacer? Me parece que legalizarlo lo hace...

SB: -Un poquitito menos hipócrita; eso para mí es lo mejor que tiene.

AG: -Y sacás al gurí de la boca. Por más que ahora igual haya venta, que el gurí no vaya para abajo, donde pasa de todo. Y si empieza a cultivar en la casa, empieza a cuidar algo, a tener una rutina y un interés, a vincularse desde otro ángulo.

-¿Sentís que a veces hay un prejuicio estereotipado que liga al reggae con la marihuana?

AG: -Hay radios que no ponen mi música porque yo soy... Y eso está mal. Todavía sigue habiendo lugares del prejuicio, porque somos una sociedad que no está curada totalmente. Sigue habiendo lugares con el dedo: “Vos sí, vos no”. Y somos una sociedad sucia: agarramos un papel y lo tiramos al piso, y después decimos: “Somos ecológicos”, “Uruguay natural”.

-En Alemania o Austria capaz que no pasa eso.

AG: -No hay nada de eso. No hay mugre en las calles. Hay ríos con cisnes que pasan al lado de un pueblito y el agua está transparente. Hay otra cultura con respecto al medioambiente. Es una realidad, nosotros tenemos 250 años de historia y ellos tienen miles: ya vivieron en la mugre, ya supieron cómo solucionar ese problema y ya no quieren vivir más en la mugre. Está en la cultura. La otra vez leí algo muy interesante: un maestro de meditación -y no soy una persona de la meditación- dice que si enseñáramos a meditar a nuestros hijos desde los ocho años erradicaríamos la violencia del mundo.

-Un optimista...

AG: -Pero, ¿por qué no? A lo que voy: enseñale otras cosas. Porque tu hijo también aprende por imitación. Yo tengo una hija y, si voy para allá, ella va para allá; tiro un papel y tira un papel. No es culpa de los niños; es la primera educación, tu casa.

-Volviendo a las drogas: ¿La Abuela Coca no se llama así por la cocaína?

AG: -No. Es un personaje, un juego de palabras. En realidad, el primer nombre era Son los Asesinos de la Abuela Coca. Nuestra sociedad es de gente grande. Me acuerdo de que cuando empezamos con la banda, los de El Cuarteto de Nos se disfrazaban de abuelas. El paralelismo de la marginación del joven con la marginación del adulto mayor es increíble, porque son las dos puntas de la vida y las dos puntas marginadas: “Éste es un guacho de mierda y éste es un viejo de mierda”. Y poner esa conjunción en un mismo nivel y hacer una abuelita rockera nos parecía bien.

-Pero ¿les pasó que alguien les dijera que era por la merca?

AG: -Y, sí. “No a la merca”, nos decían.

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