Tres niñas y dos niños están reunidos. Son los integrantes de la Organización Mundial de Niños Curiosos (OMNC), la organización secreta más importante del mundo, según define la voz en off, y conversan en torno a una mesa donde hay una ceibalita. Se ponen de acuerdo sobre en qué consistirá el trabajo que se disponen a encargar a los paleodetectives, un grupo de tres científicos -Andrés el paleontólogo, Jones el biólogo y Ernesto el físico- que deberán responder una pregunta. Ése es el puntapié inicial de Paleodetectives, una serie nacional de divulgación científica que se estrena mañana a las 11.00 en TNU y se repetirá los domingos a las 18.00. la diaria conversó con el director, Leo Lagos, la productora ejecutiva, Florencia Donagaray, y uno de los guionistas y conductores, el paleontólogo Andrés Rinderknecht, un rato antes de que hicieran el preestreno, el martes, en el Centro Cultural de España.
La serie se financió con el aporte y el apoyo del Instituto del Cine y Audiovisual del Uruguay (ICAU), la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, Montevideo Socio Audiovisual, el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN), la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República y TNU. Por otra parte, se generó un acuerdo con Plan Ceibal, con el objetivo de que los conocimientos y materiales generados estén presentes en la plataforma Ceibal en forma de trivias, mapas interactivos, fichas para los docentes, videoconferencias entre los paleodetectives y diferentes escuelas (las instituciones interesadas deben solicitarlo en http://cursos.ceibal.edu.uy/index/lista/), además de que los capítulos estén disponibles en el sitio web de Plan Ceibal.
Tiene como antecedente Superhéroes de la física, cuyas dos temporadas se emitieron en TNU en 2011 y 2013, con la premisa de divulgar conceptos, teorías y enfoques de la física al desentrañar los poderes de los héroes de cómics y películas. Buena parte del equipo que está a cargo de Paleodetectives también trabajó en aquel proyecto y, según cuentan, precisamente en esa experiencia germinó la idea de la serie que se estrena mañana. “La idea surge durante los rodajes de Superhéroes... Por cómo es Ernesto y por el trabajo que él hace, a la hora de buscar analogías y de describir qué pasaba de verdad con los poderes de los superhéroes solíamos recurrir a la fauna (por ejemplo, las ranas con las ventosas que les permiten caminar por las paredes). A veces hacíamos referencia a animales ya extintos, como los perezosos gigantes, que se comunicaban por infrasonido; ése es justamente el campo en el que Ernesto ha publicado muchos trabajos: la paleobiomecánica. Él trabajaba con Andrés, que es el paleontólogo del MNHN, y con el biólogo Washington Jones. Un día, en un rodaje, fuimos al museo y Andrés nos guio. A nosotros nos fascinó esa forma que tiene de contar sobre la fauna prehistórica, y salimos de ahí con el firme propósito de hacer una serie sobre paleontología. Después de la segunda temporada de Superhéroes... nos presentamos a los fondos de la ANII y del ICAU”, cuenta Lagos.
Mamá, ¿qué es un científico?
Uno de los puntos fuertes de Paleodetectives es la integración de su equipo. Los tres científicos (el físico Ernesto Blanco, el paleontólogo Andrés Rinderknecht y el biólogo Washington Jones) no se limitan a cumplir una función de asesoramiento, sino que son los guionistas (junto con Leo Lagos) y conductores-actores (junto con los niños que conforman la OMNC: Maia Verde, Selene Blanco, Inti Omar, Tiago Verde y Sofía Blanco). Esto constituye una fortaleza en varios sentidos.
Por un lado, garantiza que los contenidos y su presentación sean rigurosos y se vehiculicen en los términos técnicos adecuados. “Ellos tres tienen una fuerte vocación por la divulgación y se prestan a hacer cosas que quizá otros no harían, como la pelea de los gliptodontes. Más allá de eso, hubo términos y temas que nos llevaron a discutir hasta dónde meternos con la explicación y hasta dónde no, porque si bien no tiene que ser exhaustivo en cuanto a detalle, tiene que ser riguroso en cuanto al concepto. En la medida en que son científicos, no pueden salir al aire dando una explicación simplista o sin emplear los términos correctos”, explica Donagaray. “Es un tema cultural también: la paleontología es cultura, así como saber que un elefante o un tigre dientes de sable convivieron con los humanos que habitaron este territorio hace miles de años. Y es una cultura muy básica, aunque nadie la conoce. La serie da la posibilidad de enterarse de un montón de cosas de las que la mayoría de la gente no tiene idea”, sostiene Rinderknecht.
Por otro lado, este formato permite un acercamiento vivencial al mundo de la ciencia y a la figura del científico, así como una apertura para que el conocimiento que se genera mediante la investigación científica sea conocido por el gran público. “Creo que la serie da un mensaje: que somos tres científicos (a quienes en algunos capítulos se suma la química Soledad Machado) jóvenes o relativamente jóvenes, hay hombres y mujeres. Se tira por tierra un poco esa imagen del científico de túnica blanca que trabaja solo en su laboratorio. No somos lo que esperaría el imaginario. Imaginamos, nos divertimos, hacemos el ridículo”, destaca Rinderknecht. “Uno de los objetivos es mostrar que la búsqueda del conocimiento es algo completamente entretenido, que no tiene por qué ser una cosa pesada. Va en contra de la idea de que la ciencia es aburrida o solitaria”, agrega Lagos.
Por otra parte, esta manera de presentar los conocimientos permite abordar el trabajo científico haciendo hincapié en su carácter interdisciplinario: el conocimiento no se presenta como algo estático, sino como un proceso en el que varias personas, al intentar responder una pregunta, postulan hipótesis, las ponen a prueba, las descartan si no funcionan y plantean una posible solución. “El puntapié inicial para hacer el programa fue: ¿ustedes saben que si aquí hubiera un grupo de los pobladores que habitaron este territorio hace miles de años y por detrás pasaba un mastodonte ni siquiera giraban la cabeza para verlo, porque era algo totalmente familiar, como podría ser ver pasar un caballo o una vaca para un niño actual? Si alguien me hubiera dicho eso en la escuela, no habría dormido en una semana. El camino que quisimos recorrer fue justamente mostrar la ciencia desde una perspectiva interdisciplinaria, porque muchas veces ocurre que un docente te enseña la vida de los charrúas y otro te enseña biología, pero no se juntan ambas cosas”, dice Lagos. “El principal insumo es el procedimiento por el que los tres paleodetectives descubren, por ejemplo, que la cola del gliptodonte probablemente les sirviera para pelear entre los machos. Se hace hincapié en el preguntarse, el arriesgar hipótesis que están apoyadas en dos, tres, cuatro indicios, pero que no son la respuesta absoluta y que no tienen que serlo jamás. De los nueve episodios, cuatro o cinco se basan en investigaciones que ellos tres ya hicieron interdisciplinariamente, o de otras que no son de ellos pero sí de otros científicos uruguayos. Esa interdisciplinariedad ya estaba dada: entre ellos es la forma de trabajo natural”, explica.
Los niños al poder
Otra característica de la serie es que se propone una pregunta que los tres integrantes del equipo de paleodetectives deberán responder mediante la investigación. El enigma lo plantea la OMNC, que conmina a los científicos a resolverlo; es decir, los niños son los que mandan. De este modo se establece una relación de complicidad con el público infantil al que está destinada y se favorece que se sientan protagonistas. “Creo -y lo reafirmo al ver a los tres científicos trabajar- que el motor de la ciencia es la curiosidad. Hacerte la pregunta es gran parte del recorrido, y en eso los niños son excelentes. Por eso inventamos la OMNC, de la que todos los integrantes adultos del equipo también somos parte. El poder lo tiene el que pregunta. Lo importante es la pregunta y el camino científico para responderla, más que la respuesta”, explica Lagos. “También había un problema narrativo que nos costó bastante resolver. Nos preguntábamos cuál debía ser el disparador del misterio. ¿Ellos mismos, que encuentran un hueso? Eso no nos convencía. A Leo se le ocurrió incluir como elemento dramático la OMNC y nos pareció que cerraba por todos lados: hay un ente que propone las preguntas y los científicos tienen que responder sin chistar”, cuenta Donagaray. “Incluso nosotros en ningún momento los vemos, nos comunicamos por medio de una ceibalita. Son como los Ángeles de Charly”, bromea Rinderknecht.
Coinciden en que dirigirse a un público infantil fue menos un problema que una ventaja. “Creo que hasta cierto punto a Leo le resultó más fácil, a la hora de escribir el guion, que fuera para niños. En una reunión nos planteamos si no era medio raro que Andrés estuviera en Montevideo y en media hora en Tacuarembó, entonces inventamos la paleopuerta. Como los niños se cuelgan con lo fantástico, hay más libertad, porque valen más cosas”, señala Donagaray. “Estoy convencido de que a un niño le puede faltar léxico, pero el razonamiento general, si vos no hacés grandes saltos entre los distintos pasos, lo puede seguir. Confío en el lenguaje como herramienta, y un niño es una máquina de pensar tanto como un adulto. De muy pequeños preguntan de dónde venimos, por qué se murió el abuelo... Si un niño a los tres años maneja la idea de la muerte y la del sentido de la existencia, ¿cómo no va a poder manejar la idea de cómo peleaban los gliptodontes que, sin ir más lejos, eran mamíferos como los perros o los gatos que se pelean en el jardín de su casa?”, subraya Lagos.
Además de los contenidos, los rubros técnicos también están muy cuidados: desde el vestuario y la dirección de arte, a cargo de Lucía Gómez Bequio, hasta las animaciones con las que los científicos presentan la respuesta que dan a la pregunta planteada por la OMNC, realizadas por Palermo Estudio. Con respecto a esto, comenta Rinderknecht: “Las caricaturas son mucho más exactas que la inmensa mayoría de las reconstrucciones que hay por ahí, incluso en National Geographic y en trabajos publicados… Son perfectamente fieles, por lo menos, a lo que se conoce hasta el momento y a como se supone que eran esos animales. Sobre todo, bichos como los perezosos, que son muy complicados de construir si no tenés el esqueleto. En ese sentido también es destacable la serie: aunque no se propone ser muy exigente en cuanto a dar muchos datos, no hay ninguna información errónea”.
Por episodios
“El enigma de las huellas”. Dinosaurios en Tacuarembó.
“El acorazado potente”. Gliptodontes en San Ramón.
“Intriga de narices”. Perezosos gigantes en la Costa de Oro.
“Un mar sospechoso”. Ballenas en la plaza Matriz.
“Los secretos del oso”. Oso cara corta en Solís.
“Una mordida misteriosa”. Tigres dientes de sable en Colonia.
“Terror emplumado”. Aves de terror en San José.
“Un gigante cabeza dura”. Toxodontes en El Caño.
“El caso del roedor gigante y José Artigas”. Josepho Artigasia monesi. ■