Tercera Fundación, nombre cuyo significado queda abierto a especulaciones de los fans de Isaac Asimov, es un trío formado por Lucía Gatti, Sara Genta y Carlos Giráldez, compositores e intérpretes con trayectorias más que interesantes pero perfil relativamente bajo, que editó en marzo este primer compacto, Mucho tiempo. Al paso propio de los quelonios fotografiados en su carátula, comenzará a presentarlo este mes.
Los tres cantan (bien en todos los casos, pero de maneras muy distintas). Gatti es ante todo chelista; Genta se reparte entre guitarras y flautas; Giráldez es básicamente guitarrista y también trompetista, y los tres son intérpretes de alto nivel. De esos componentes resulta un disco por lo general “desenchufado” (unplugged, por si alguien lo entiende mejor así). Hay un nutrido grupo de músicos invitados que agrega, además de varios instrumentos de viento, unas cuantas participaciones de percusión y bajo, pero bastante lejos de formatos estándar de “base rítmica”, y da la impresión de que la gran mayoría de las 17 canciones no fue compuesta a partir de ese tipo de base (con la posible excepción de “Por asomo”, de Gatti).
El formato de Tercera Fundación se asemeja al de los “grupos de solistas” con prestigiosos antecedentes en Uruguay (entre ellos, el de Los que iban cantando), aunque en realidad ninguno de sus tres integrantes es conocido como solista, ya que han sido parte de otros proyectos colectivos: Giráldez estuvo en Asamblea Ordinaria; Genta en el grupo Agua Va y La Orquestita; y Gatti en el quinteto de tango La Mufa y trabajos junto a Leo Maslíah, entre otros. A la vez, Mucho tiempo no es una colección de canciones en tres estilos personales y distintos, que presente a los músicos alternando en papeles protagónicos y de acompañantes, sino algo más y menos variado que eso, ya que la diversidad se acrecienta por combinatoria y sin embargo hay claramente una identidad grupal.
Definir esa identidad no es fácil, porque no corresponde a ninguna etiqueta de uso frecuente. El disco despliega refinamientos varios en melodías y arreglos, en una gama de estilos de composición que, debido a razones difíciles de resumir, pueden considerarse típicamente uruguayos, no por razones estadísticas o desde alguna percepción popular extendida, sino por antecedentes artísticos rara vez masivos pero cuyo valor acumulado define un territorio inconfundible de “raros”, que difícilmente podrían haber nacido en otro país. En el aspecto “temático” de los textos predomina el lirismo de miradas desde o hacia lo cotidiano, no necesariamente “realistas” y sin el menor atisbo de grandilocuencia, con pinceladas de comentario que no apuntan a ofrecer conclusiones “importantes” aunque desarrollen ideas complejas (como en el caso de “Zoom de ida y vuelta”, de Giráldez).
Hay un bienvenido cuidado de lo letrístico, cercano a distintos registros de lo poético y a veces con juegos de gran riqueza, como el de “La luz” (también de Giráldez), en la que mínimas variantes de unas pocas frases adquieren una amplia gama de significados, o el de “Estatuas vivientes” (de Genta) que apela a finales de verso apocopados (un recurso de tradición clásica, por ejemplo en el preámbulo del Quijote, nada menos) para contar una historia que suma de ese modo posibilidades de lectura. A veces, el recurso poético es provocar cierta extrañeza mediante frases “poco poéticas”, con vocabulario, sintaxis o métrica que no son lo que solemos esperar en una letra de canción, como sucede con algunas composiciones de Giráldez o en “Vivir para comer”, que tiene letra de Guillermo Lamolle (un verdadero experto en tal manera de escribir), pero Tercera Fundación logra que eso no se perciba como chiste o parodia, y, por el contrario, no parece avergonzarse del lirismo ni del candor, algo que hay que agradecerle en estos tiempos de tanta impostación cool. En general, la musicalización de los textos elude con inteligencia el uso de efectismos o clichés para lograr reacciones pavlovianas en quienes escuchan (“esto es tierno”, “esto es triste”, “esto es gracioso”, etcétera). Tengan en cuenta quienes leen que una excepción a casi todo lo antedicho (aunque funciona muy bien a su manera) es “Leyenda malaya”, la primera canción del disco, que por esa ubicación puede dar una idea equivocada sobre de qué va la cosa.
Todo el disco está impregnado de un tipo de diversión o de goce de los músicos que no se expresa mediante códigos destinados a subrayar cuánto se divirtieron o gozaron al registrar estas grabaciones, y por lo tanto nada funciona como una exhortación directa a que los oyentes identifiquen con facilidad algo divertido o gozable, pero de eso hay en grandes cantidades. En este sentido y contra la corriente, como mucho de lo mejor de la música popular uruguaya, Tercera Fundación apuesta a formar un público más que adecuarse a convenciones sobre “lo que puede funcionar”. Ojalá que encuentren respuesta en sus presentaciones de este mes: mañana, jueves 3, en el Centro Cultural de España, a las 19.30; el miércoles 9 en Lalá Café con Libros, a las 21.30; y el viernes 18 en el Teatro Victoria, como parte del ciclo Degeneraciones, a las 23.30.