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Los Archivos X.

Volvieron una noche

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El regreso de Los Archivos X, una serie de culto si las hay.

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Sería muy difícil adscribir Los Archivos X a la revolución de la televisión estadounidense que comenzó con series policiales como Homicide o Los Soprano, a pesar de que fue contemporánea de ellas. Más bien se podría decir que Los Archivos X fue, tal vez junto con la comedia Seinfeld, la última de las grandes series de la “vieja escuela”, capaz de mantenerse durante casi toda una década (1993-2002) sin presentar grandes evoluciones en su esquema clásico. Antes de que la ciencia ficción y el horror pasaran a ser de los géneros televisivos más populares, e inspirándose en series como Kolchak y Galería nocturna, esta serie, creada por Chris Carter, propuso un híbrido entre ambos géneros -que hoy en día se ha hecho habitual- que pobló de sustos y aventuras los sueños de muchos chicos que hoy en día son adultos jóvenes y sintieron Los Archivos X como una revolución televisiva a pesar de su relativo conservadurismo formal.

Pero la serie perdió su ancla y su atractivo luego de nueve temporadas en las que ni siquiera resolvió la tensión erótica entre sus protagonistas. Luego de dos películas más bien olvidables, fue levantada y se convirtió en un clásico de culto y en el motivo de interminables debates acerca de qué episodio era más siniestro y terrorífico. En todo caso, los ejecutivos de Fox descubrieron que el prestigio y la nostalgia por la serie permanecían intactos, a pesar de los traspiés cinematográficos, y hace unos meses se supo que sería relanzada, esta vez con el formato de una miniserie de seis episodios, de los cuales el primero fue emitido en Estados Unidos el domingo y ha sido recibido con reacciones disímiles pero que aún quieren creer.

La verdad y las frases hechas

El episodio retorno de Los Archivos X es un producto tan tramposo como el Episodio VII de la saga Star Wars, pero menos cuidado. Para quienes necesitan, como si fuera un chiste de El Chavo del 8 o de Alberto Olmedo, el reencuentro de las mismas señales distintivas con leves variaciones, es un regreso perfecto hasta la exageración, pero para quienes buscan una evolución que consiga los mismos efectos con recursos diferentes, el resultado puede desilusionar un poco o mucho. El comienzo nos demuestra, antes que nada, el progreso de los Archivos X durante los años en que la serie estuvo fuera del aire y el presupuesto abultado con que cuenta Chris Carter para este revival.

El episodio comienza con una recreación de la famosa caída de un ovni en Roswell, en una escena más cinematográfica que televisiva. Luego vuelve a introducirse la pareja de personajes clásicos, ambos filmados de espaldas en sus primeras apariciones, hasta que la cámara los enfoca de frente, presentándolos más de una década mayores que en nuestros últimos recuerdos. Fox Mulder (David Duchovny, de 55 años) luce más ancho y deteriorado, con ese raro aspecto de los hombres de mediana edad cuyo cabello se ha conservado más joven que sus rostros. Dana Scully (Gillian Anderson, de 47 años) está mejor conservada y libre de arrugas, pero con una delgadez un tanto innatural y ligeramente enfermiza. Pero son, sin duda, los Mulder y Scully que recordamos, y, apenas se encuentran, se reaviva esa atracción algo tensa y confrontativa que era uno de los grandes ganchos de la serie. No hay muchos indicios sobre qué estuvieron haciendo durante los años posteriores a la poco agraciada segunda película, pero, mientras que Mulder parece ser el mismo personaje más envejecido, Scully da la impresión de haber madurado y cambiado, y de considerar su tiempo en los Archivos X como algo perteneciente al pasado.

Es un extraño personaje, un conductor más bien derechista y obsesionado con las conspiraciones (Joel McHale), el que reúne al dúo para presentarle a una mujer joven (Annet Mahendru) que sostiene haber sido abducida por extraterrestres que le sustrajeron los fetos de varios embarazos. Apenas comienzan a investigar los hechos (y a reencontrarse con algunos personajes clásicos de la serie), la teoría conspirativa adquiere un tono más político y urgente, y los agentes de los Archivos X vuelven a estar metidos en problemas iguales o similares a los que habían tenido hacía una década. El ritmo es muy rápido (tal vez por la relativa brevedad de la miniserie) y algunos recursos del montaje y la estética fotográfica dan señales claras del tiempo pasado desde la cancelación de la serie. No se sabe si los seis episodios girarán alrededor de esta trama conspirativa y subsidiaria del gran relato central de las temporadas originales, que era el de la relación de los extraterrestres con una (o varias) organizaciones conducidas o representadas por “el fumador”. Si es así, algunos fans (como quien firma esto) se sentirán un poco desilusionados, por preferir las historias de corte más sobrenatural y menos cercanas a la ciencia ficción (conocidas despectivamente como las de “el monstruo de la semana”, que, sin embargo, constituyen dos tercios de los episodios originales de la serie). Pero, de momento, algunos giros de tuerca (sobre los que no voy a adelantar nada) alcanzan para mantener el interés. El principal problema es más bien un tono declarativo y algunos pésimos parlamentos que parecen haber sido colocados como marca de fábrica, que quedan terriblemente anticuados en una televisión que ha evolucionado hacia formas mucho más realistas y concisas de diálogo, aun en las series fantásticas. En particular, hay un diálogo entre Mulder y Scully en el que, por centésima vez, el primero vuelve a confrontar el escepticismo de la segunda (que a estas alturas ya ha atestiguado demasiadas situaciones inexplicables y paranormales como para hacerse miembro de una docena de sectas y religiones), utilizando frases hechas de la serie (“¡la verdad está ahí afuera!”, “¡yo quiero creer!”) y forzándolas de manera que da vergüenza ajena. Más de un entusiasta debe de haber sentido cómo el pop se le convertía en espumaplast al encontrarse con esta escena, aunque tal vez otros, que no le piden mucho al mundo o a la vida, hayan esperado por esto más de una década.

Sin embargo, aunque no llega a ser un regreso triunfal, el primer episodio de esta miniserie revival no es un auténtica desilusión. Es de suponer que las tonterías identitarias y las marcas de fábrica desaparezcan en los próximos episodios, ahora que la serie ya ha vuelto a ser presentada oficialmente. En un principio, la trama es tan intrigante como cualquiera con las que nos inquietaron en los 90. Y Mulder y Scully, la última gran pareja de la televisión clásica, está de regreso, y eso es una verdad indiscutible.

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