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¡Qué espónsor, la muerte!

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Hace tiempo que las ventas de música grabada dejaron de ser un indicador muy fiable acerca de las tendencias del público, pero quizá digan un poco más en el caso de Prince, que durante años se las arregló para mantener acotada en internet la oferta ilegal de su producción, y no autorizó la legal en la mayor parte de los sitios de streaming. Según BuzzAngle Music, una publicación web dedicada al monitoreo de las transacciones relacionadas con la música, en los cuatro días posteriores al fallecimiento del artista se comercializaron más de tres millones de sus canciones y 650.000 ejemplares de discos suyos. Esto representa, según el mismo servicio, un enorme salto, dado que en los cinco días previos a su muerte la venta de canciones había sido de 18.800, y la de discos completos, de 4.263. A esto hay que sumarle que paralelamente, en un fenómeno que se ha vuelto habitual en los últimos años cada vez que muere un músico conocido, los sitios de internet que proporcionan acceso ilegal a archivos de audio aprovecharon la situación para ofrecer como nunca antes desde los discos más conocidos de Prince hasta los más raros, y también una considerable cantidad de grabaciones piratas.

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