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El 13 de mayo se estrena en el Solís una puesta contemporánea de El lago de los cisnes.

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Parece que El lago de los cisnes vive su gran momento en Uruguay. Por tercera vez desde su reapertura, en marzo el Auditorio del SODRE lo presentó con dirección de Julio Bocca. Ahora, los días 13, 14 y 15 de este mes, el teatro Solís recibirá una versión contemporánea, a cargo de Martín Inthamoussú, quien se propone trabajar el vínculo de la historia con la opción en el amor, la diversidad en la elección y la influencia del medio para asumir una “performatividad del amor”.

Este ballet es considerado la obra más popular de la historia de la danza clásica y se ha convertido en una pieza emblemática del repertorio romántico. Presenta a una princesa transformada en cisne por un malvado brujo, con la particularidad de que por las noches vuelve a convertirse en mujer al borde del lago. Es allí donde la descubre un príncipe justo cuando va a cazar... cisnes. Él se enamora perdidamente de ella, pero luego hay una mala jugada del destino. En la versión de Inthamoussú, que cuenta con dramaturgia de Gabriel Calderón, el elenco se compone de Negros (Emiliano D’Agostino y Lucía Rilla), Blancos (Matías Tchomikian y Jesica Schapira), el cuerpo de baile (Gonzalo Decuadro, Nazario Osano, Andrea Salazar, Valentina Salari, Sebastián Calvo, Marta Martínez, Agustina Morell, Natalia Coirolo) y el brujo (Federico Longo).

La obra, con música de Piotr Ilich Chaikovski y coreografía original de Julius Reisinger, fue estrenada en 1877. El texto que anuncia esta versión recuerda que en aquel momento se comentó: “Difícilmente se convertirá en un ballet de repertorio, y nadie lo va a lamentar”. El destino de la obra cambió cuando se estrenó en 1895 una nueva versión con coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov. 120 años después, está presente en el repertorio de todas las grandes compañías del mundo, con versiones y reversiones en diversos estilos. Según el comunicado, la de Inthamoussú trabaja a partir de las interrogantes ¿cómo amamos lo que amamos? y ¿quién elige por nosotros?, proponiendo revisitar el lago a partir del diálogo entre lo clásico y lo contemporáneo, entre dos lenguajes de la danza y en una “comunión estética y técnica desde la danza” actual.

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