La legendaria compañía Girasol, integrada por Gustavo Tato Martínez y Raquel Ditchekenian, cumple 40 años de trabajo ininterrumpido y lo celebra sobre las tablas. Del martes 28 de junio al domingo 3 de julio, y del martes 5 al domingo 10, presentará *Girasol: la ternura anda suelta *en el Auditorio Nelly Goitiño. Plantea un recorrido poético de ese largo trayecto, usando el humor y el absurdo, a partir de la técnica del teatro negro. “Un paseo por la historia y por los mundos posibles que soñamos y creamos en este feliz camino de amor y comunión, intentando una estética de la ternura... Una ternura que anda suelta por ahí”, comentan sus creadores en el material de divulgación de la obra.
la diaria conversó con *Tato *Martínez, que contó sobre los comienzos de Girasol, en 1976: “Cuando era chico me gustaban las murgas. Vivía en Belvedere, un barrio muy murguero, igual que La Teja y toda esa zona. Ahí estaban La Soberana, Diablos Verdes, La Reina de La Teja... Era de esos gurises que corrían atrás del camión y soñaban con ser murguistas. Después no agarré para ese lado. Arranqué a estudiar teatro pero no me llamó la atención. En aquel momento nos pusimos a trabajar en un colegio de monjas; la verdad del asunto era que había muchas chiquilinas y nos invitaban a los cumpleaños de 15. Ahí surgió un grupo al que llamamos Grupo Artístico y Literario Nativista Pa' Todos; imaginate cómo nos fue. Después nos echaron porque hicimos un texto de Aníbal Sampayo que estaba prohibido. Ahí nació Don Sol, que también tenía que ver con La Soberana: le pusimos ese nombre por unos versos de la murga que decían: ‘Sol de los libres, / nunca se esconda / y con verdades / siempre responda’. Como nos prohibieron el nombre, porque en aquel momento algunas palabras se hacían sospechosas de doble sentido -‘sol’, ‘paloma’, etcétera-, le pusimos Girasol, pero por la puerta del costado cantábamos una canción que se llama ‘Girasol’ y cuyo autor es Víctor Jara, así que le buscábamos la vuelta. Y bueno, en ese entonces y siempre, cuando me preguntan cuál es mi objetivo digo: ‘Desentonar lo más vívidamente posible de esta realidad’”.
Sobre sus cuatro décadas de constante formación y dedicación a dignificar el trabajo del titiritero, expresó: “Son como mil vidas diferentes, pensando en cómo surgimos, las situaciones que vivimos, cómo salimos de ellas, y el recorrido hecho hasta hoy”. Se entusiasmó al hablar sobre La ternura anda suelta, de la que están ajustando los últimos detalles: “En el elenco hay gente que viene de Maldonado; invitamos a un montón de titiriteros, en su mayoría gente joven. Por primera vez, si bien vamos a manipular alguna cosa, no vamos a estar todo el tiempo nosotros en escena, terminamos haciendo una especie de taller. Uno siempre piensa que lo que está haciendo es mejor que lo anterior, pero la verdad es que esta obra tiene una estrella, es especial. Va a haber 13 titiriteros en el escenario, y los 45 niños que integran el coro Giraluna. De algún modo, es una forma de cumplir con nuestra máxima aspiración, que es que los niños no vayan a ver teatro, sino que hagan teatro. En este caso, los que terminan la escena son los niños”.