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Los riesgos de apelar

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El cine estadounidense suele reciclar ideas del europeo, pero a veces se da a la inversa. Un tribunal francés halló culpables al director Luc Besson y a la productora EuropaCorp de plagiar, con su película Prisionera del espacio (2012), al film de John Carpenter Escape de Nueva York (1981). El veredicto establece que la obra del francés “tomó masivamente elementos clave” de la del estadounidense.

El juicio había sido iniciado por el propio Carpenter, y el fallo en primera instancia le había sido favorable condena a los demandados a pagar 80.000 euros. Besson y EuropaCorp apelaron y se deben estar arrepintiendo, porque en segunda instancia el monto de la indemnización se multiplicó a 450.000 euros.

Rara vez hay noticias sobre juicios por plagio relacionados con el cine, por dos motivos. El primero es, paradójicamente, que la práctica de que una película “homenajee” demasiado a otra está bastante extendida (Besson comentó, con razón, que Escape de Nueva York *también tomó ideas de films anteriores) y más de uno piensa que es mejor no demandar ni ser demandado. El segundo motivo es que, cuando se formaliza una denuncia, los estudios hacen todo lo posible para minimizar su repercusión pública y lograr acuerdos extrajudiciales. Así, por ejemplo, no muchos saben que el director japonés Akira Kurosawa le hizo juicio a su colega italiano Sergio Leone debido a que *Por un puñado de dólares * (1964) es casi un calco de *Yojimbo (1961) y ganó. También pagaron por plagiar los responsables de Mira quién habla (1989), lo cual compensa en cierto sentido que hayan quedado impunes por la -digamos “discutible”- calidad de aquel film y de sus secuelas.

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