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Pablo Braun. Foto: Iván Franco (archivo, setiembre de 2014)

Mañana comienza en Montevideo el FILBA

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“El lenguaje, esa frágil y enloquecida materia sin cuerpo”, especulaba Emilio Renzi -o Ricardo Piglia-. En un mundo obsesionado con espiar, controlar y moldear el cuerpo y sus significados, la octava entrega del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA) desafía a Renzi y dedica su edición a los vínculos entre el cuerpo y la literatura, algo que, a priori, se sospecha como una seña perturbadora y subversiva.

Desde mañana y hasta el lunes se sucederán múltiples mesas, talleres, lecturas, paneles, performances y debates que cruzarán a escritores, teatreros y editores, entre el Centro Cultural de España, el Museo Nacional de Artes Visuales y las librerías Escaramuza y La Lupa (la programación completa se puede consultar en http://ladiaria.com.uy/UL3).

El viernes se dará la inauguración a las 17.00, con un brindis y una muestra de cubiertas de libros urguayos recientes; a las 19.30 Felipe Polleri entrevistará al mexicano Mario Bellatin. El sábado comenzará con un taller de la cronista argentina Leila Guerriero, que se ha convertido en una de las estrellas del periodismo narrativo latinoamericano; a las 14.00 se cruzarán la argentina Selva Almada, Bellatin y Gustavo Espinosa, moderados por Soledad Platero, para compartir los nuevos proyectos que tienen entre manos; dos horas más tarde estarán el portugués José Luis Peixoto y el uruguayo Fabián Severo, escritores que cuentan con una singular proximidad poética; y los autores de policiales Hugo Fontana, Mercedes Rosende y la española Marta Sanz. A las 18.00, Gabriel Peveroni entrevistará a uno de los pesos pesados del festival, el escocés Irvine Welsh, autor de un importante conjunto de novelas y relatos, cuyo primer libro, Trainspotting (1993), sigue en primera plana por el impacto de su aporte literario y de la adaptación al cine de Danny Boyle en 1996. Al día siguiente, a las 16.00, será el turno de los dramaturgos: Gabriel Calderón moderará a Marianella Morena, Santiago Sanguinetti, Roberto Suárez y el argentino Alejandro Tantanián, en una conversación acerca de cómo piensa el dramaturgo el cuerpo del actor, cómo imagina el cuerpo del espectador e incluso qué lugar ocupa el cuerpo en la escritura. También habrá espacios dedicados a la literatura inglesa (Welsh y Carlos Gamerro) y a los editores, entre ellos el poeta argentino Mariano Blatt, que se ha convertido en un referente contemporáneo, capaz de retener la esencia de la oralidad y de lo efímero mediante un ritmo fascinante que alterna amigos, cerveza, sexo, fútbol y variedades barriales, en un conjunto de belleza y rituales inevitables. El lunes, distintas mesas reflexionarán sobre Buenos Aires y Montevideo vistos en espejo, el espacio y el tiempo en la narrativa, y el erotismo “sin prefijos ni prejuicios”. En cada jornada las actividades cerrarán con música, a cargo de Franny Glass, Diego Presa, Martín Buscaglia y Fede Graña.

Una de las particularidades del FILBA es que desarrolla su festival paralelamente en Buenos Aires y en Montevideo (este año se bajó Chile, por problemas de organización), y alterna escritores en uno y otro país. Por eso es que, desde Uruguay, viajaron a Buenos Aires Mercedes Estramil, Inés Bortagaray y Dani Umpi.

Detrás de las luces

El presidente de la Fundación FILBA, Pablo Braun, contó a la diaria que, al comienzo, los festivales se centraron en países invitados (fueron Uruguay, Brasil, México, Colombia y Bolivia), pero el año pasado, considerando agotada esa práctica, optaron por consignas temáticas. “La idea es que funcionen como guía y unidad del programa, y también creemos que, al instalar un tema, aquellos que están por fuera de la literatura pueden interesarse por él. Como puede suceder con los abordajes del cuerpo”, explicó. Así fue como esta decisión se convirtió en otra apuesta para llegar a un público más amplio.

Consultado sobre la experiencia del FILBA fuera de Buenos Aires, Braun la evaluó como muy positiva, “sobre todo el hecho de que los escritores puedan visitar más de un país, que uruguayos se crucen con argentinos, y que a través del FILBA podamos establecer ciertos puentes”. La vocación del festival continúa siendo el fortalecimiento de la circulación de obras y autores que “vale la pena leer”, y que se alejan del best-seller, simplemente porque “el best-seller no necesita de ningún festival que lo impulse”, ya que cuenta con sus propias campañas multinacionales. Y con el tiempo, también comenzó a consolidarse una vocación muy fuerte de promoción de la lectura por medio del programa FILBA Escuelas.

Reconoce que Uruguay no escapa a la situación de cualquier país latinoamericano en el sentido de que “nos leemos poco”, y supone que “por una cuestión de volumen, en Uruguay se leen más argentinos”, pero ve la similitud en “la no lectura de los contemporáneos.” Por eso, Braun asegura que su objetivo es dar a conocer autores y acercar al público escritores que no se conocen, o de los que circulan muy pocos libros. “Una de las cosas que más me seducen es cuando las editoriales -culpa del festival, de alguna manera- reeditan la obra de un autor o habilitan nuevas. Y eso es la mayor aspiración, porque queda a disposición de todos los lectores”, señala.

El coordinador en Uruguay del FILBA, Alejandro Lagazeta (director de La Lupa y Escaramuza), dijo que siempre había escuchado que, con la apertura democrática, comenzaron a venir y circular autores de otros países, que “tenían más presencia y había un flujo mucho más alto, pero después eso se fue perdiendo, no sólo la visita de autores internacionales, sino también el flujo y el diálogo con autores locales. Que haya un espacio en el que, por tres o cuatro días, la literatura recobre ciertas posiciones a nivel de la ciudadanía, se vuelve un atractivo fundamental, en el sentido de que se puedan poner sobre la mesa ciertos temas, mediante nuevos formatos”.

En los últimos años constataba que llegaban muy pocos autores extranjeros destacados a cruzarse con colegas nacionales en actividades, de modo que le llamó la atención que el FILBA asumiera el desafío de traer y llevar escritores. “Este es un agregado propio del festival, que parte de la base de la circulación. No creo que por un festival, por una librería, por una editorial o por una distribuidora cambie el panorama”, advierte, pero le parece necesario y beneficioso “que algunos encuentros puedan cambiar el curso de cómo está planteado el flujo, que siempre proviene de España o Argentina o México, sin que vayamos hacia allá”. “Por otro lado -continúa- también me he dado cuenta de que la realización del festival va incidiendo para que pasen otras cosas: Peixoto, que hace mucho que no circula, al venir al festival de cierta forma promueve que Random House traiga sus libros, y que Hum decida editar Cementerio de pianos. Dinamiza. Lo mismo sucede cuando a [Daniel] Mella, por ejemplo, lo llevan a Buenos Aires. De modo que, a partir de la circulación y el diálogo, también se generan movimientos en otros espacios”.

Otras de las particularidades del FILBA que sedujeron a Lagazeta es el intento de reunir mesas sobre literatura, cine o teatro con autores y lectores que circulen entre ellas, de modo que atraigan nuevos públicos a la lectura. Considera que el mayor aprendizaje fue “tratar de moldear o eliminar las rispideces que existen entre culturas a la hora de hacer algo entre uruguayos y argentinos”, y que “el otro gran aprendizaje es ir construyendo alianzas entre socios, entre las diferentes sedes, y luego consensuar. Porque la literatura es mucho más que narrativa. El año pasado, por ejemplo, el énfasis se centró en la historieta y la ilustración, y este año el eje se trasladó a la práctica teatral”.

Así es como este VIII encuentro apostará por habilitar espacios en los que se consoliden verdaderos intercambios, que propicien nuevas formas de leer, de pensar y de hacer literatura.

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