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Humedades

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Esta comedia erótica tiene una estructura coral. Seguimos cinco líneas anecdóticas, intercaladas en la cronología del film. De vez en cuando, el personaje de una de las líneas aparece en el mismo plano que el de otra, compartiendo el mismo espacio, pero esas coincidencias sólo existen a modo de transición: las distintas historias no interactúan. Su relación es más bien de paralelismo, propiciando algún tipo de comparación entre una y otra. Además, el tiempo en que nos estamos distrayendo con las demás historias genera un interregno que produce cierto efecto gozoso al reencontrar a los personajes de determinada línea y curiosear sobre qué pasó entre tanto, que justifica una estructura narrativa basada en recortes relativamente aislados aunque conectados, y esa manera de fragmentar tiene algo de quirky, aporta a la comicidad (como cuando se reiteran determinados personajes cómicos en el teatro de variedades, o cuando la ópera bufa cumplía la función de entretenimiento en los entreactos de las óperas serias).

Las cinco líneas anecdóticas involucran parejas heterosexuales de entre unos 30 y unos 60 años. Ninguna de ellas encaja totalmente en el esquema de lo que asumimos como sexualidad estándar y realizada: cada una padece anomalías, frustraciones, carencias. Al hurgar un poco en la cosa descubrimos en los personajes principales y en algunos de los secundarios toda una serie de aficiones, que van desde algo relativamente común, como la atracción lesbiana o el gusto por fetiches tipo cuero negro y lencería, hasta gustos mucho más peculiares. La pantalla se congela en algún momento específico de cada historia y expone pedagógicamente algunas de estas parafilias: harpaxofilia (excitación con atracos u otras formas de amenaza violenta), dacrifilia (excitación con el llanto), elifilia (excitación con determinados tipos de tejidos), somnofilia (excitación con personas dormidas).

Algunos de los personajes son más tímidos y de tendencia conservadora (sobre todo el que está interpretado por el propio Paco León, director de la película), y otros, luego de una breve sorpresa, intentan convivir de la mejor manera posible con esas características propias o de sus parejas, lo que da origen a situaciones anómalas: la mujer dacrifílica hace desaparecer su propio perro y luego le miente al marido diciéndole que tiene cáncer, todo para hacerlo llorar y ganar con eso unos momentos de calentura en el lecho; el somnofílico empieza a tumbar a la esposa con un poderoso somnífero para hacerle el amor mientras está dormida; el marido de la harpaxofílica, celoso de que el mayor orgasmo de ella fue con un asaltante, empieza a simular atracos y violaciones. Por si fuera poco, entre los personajes secundarios hay además una dendrofílica (excitación con plantas) y uno que disfruta de que le hagan pichí encima.

La moraleja implícita es sencilla y libertaria: hay gusto para todo y, mientras sea consentido, todo vale para alcanzar el placer y la felicidad. Hay un toque levemente bizarro en la comedia; esa bizarría puede ser mirada con cierta distancia como para producir risa, pero nunca se erige en reprobación. Dentro del clima de una Madrid desenfadada en pleno siglo XXI, no hay personaje que no termine bien. La película es pícara, en el sentido de que se habla y se gesticula sobre sexo en forma bastante abierta, pero no se ven más que dos o tres pares de tetas en todo el metraje. En cambio, hay unas sensuales metáforas visuales. La harpaxofílica es asaltada y baja la mano que agarraba el helado de palito que venía chupando: la cámara se concentra en el helado (que tiene color rosado) y lo vemos gotear. Ana está interesada en Belén, y en ese momento vemos su dedo que se clava en el medio de una naranja cortada al medio, que se asemeja a una vagina. Los créditos de presentación son una dosis concentrada de metáforas de ese tipo, con bichos, frutas y objetos (con lo que se expresa el erotismo siguiendo la premisa de no-sexo-explícito, pero además se prepara el desfile de parafilias con las que nos encontraremos, debidamente traducidas a la sensibilidad corriente, gracias a las similitudes gráficas evidentes con el sexo genital).

Todo es livianito, no hay grandes pretensiones. Pero es notable el tono, cómo logra mantenerse en un punto exacto de decoro, atrevimiento, elegancia, ridículo no condenatorio. Los actores son todos buenísimos y, cosa rara, los secundarios están aun mejor que los principales. La realización es ágil, el montaje fluido, y la estética visual basada en colores apastelados parece buscar expresamente una alternativa a los rojos fuertes de la sensualidad almodovariana.

No sé si es porque el otro día estuve en un tablado y padecí la histeria del sonidista, que, además de tener todo fuertísimo y chillón, tapaba cualquier esperanza de silencio con música de fondo, pero me resultó maravillosa la escena del extenso diálogo erótico entre sordos, cuyo único contenido sonoro son los pequeños ruidos de sus gestos (ni siquiera suena el ambiente).

Esta película, muy española, es en realidad la refilmación de una australiana lanzada en 2014, de donde saca la idea general, la estructura y varias escenas puntuales. Está increíblemente mejorada con respecto a la original: la cinematografía es menos convencional, los actores son mucho mejores, la música no es horrible como en la primera, no tiene las oscilaciones de tono (trágico, agridulce, farsa) que daban al original el carácter de una colcha de retazos. Las historias están desarrolladas en forma mucho más coherente y creíble (para lo cual se inventan varias situaciones nuevas). Se aporta una variedad de edades que no estaba, e incluso una de las personajes aquí es lisiada (en la australiana son todos treintañeros bellos y sanos). Es mucho más sexy. Comparar ambas películas es una excelente lección sobre cuánto margen hay -cuando se ponen en acción buenas cabezas creativas- para mejorar un proyecto cinematográfico desde una multiplicidad de facetas.

El amor se hace (Kiki, el amor se hace)

Dirigida por Paco León. Basada en la película The Little Death, de Josh Lawson. Con Natalia de Molina, Paco León, Mariola Fuentes. España, 2016. Casablanca, Movie Punta Carretas, Movie Montevideo, Nuevocentro, Portones, Punta Shopping.

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