No se puede decir que 2017 –con el retorno de Twin Peaks y la llegada de The Handmaid’s Tale, The Deuce, Legion y American Gods– no venga siendo un buen año –o incluso un gran año– en términos televisivos, pero como contrapartida también ha sido un año de saturación de series de superhéroes, en particular derivadas de personajes de Marvel Comics, compañía que parece decidida a repetir, en este terreno, el exceso de oferta de productos en el que suele caer con su publicación de historietas. Esto no es malo a priori, y de hecho ha tenido como resultado al menos una serie excelente –la psicodélica y metadiscursiva Legion–, pero también una inundación de productos previsibles y algo fatigados como The Defenders, o directamente fallidos como The Inhumans. Otra particularidad es que varias de estas series de Marvel –al contrario que las basadas en héroes de DC Comics, que suelen ser más individuales y centradas en un personaje– tienen protagonismos grupales, ofreciendo así un abanico diverso de características con las que enganchar al público, al tiempo que las figuras más fuertes y notorias se reservan para su universo cinematográfico. Entre estas series de superhéroes –o simplemente superhumanos, como se desarrollará luego–, que incluyen a las ya mencionadas Legion, The Defenders y The Inhumans, así como a la un poco anterior Agents of SHIELD, uno de los lanzamientos más anunciados fue el de The Gifted, a la que Fox apuntó sus baterías como gran apuesta de este año.
The Gifted (que se podría traducir como “los talentosos” o, más bien, “los que tienen un don”) viene siendo también la que mejor recepción ha tenido de estas series de colectivos superpoderosos, lo cual no es de extrañarse si se tiene en cuenta que entre sus productores se encuentran Joe Quesada –guionista y editor de Marvel, y en particular autor de X-Factor, cómic del que provienen algunos de los personajes de la serie–, Len Wiseman –creador de la franquicia de vampiros y lobizones Inframundo– y el propio Bryan Singer, gran responsable del ingreso del mundo de los X Men y los mutantes a Hollywood. X-Factor (factor X), nombre imposible de utilizar en televisión luego de que se apropiara de él un terrible reality show inglés, fue originalmente un cómic de 1986, en el que se reunían los X Men originales de 1963, luego sustituidos por algunos mutantes secundarios (Havok, Polaris, Multiple Man), que formaban una agencia al servicio del gobierno. No queda mucho de aquella historieta en The Gifted, salvo por el personaje de Polaris y el espíritu general, que resalta, aún más que X Men, la conflictiva relación entre los mutantes y la sociedad “normal”.
La trama está, justamente, relacionada con el enfrentamiento fundamental entre los humanos comunes y los superhumanos. Los mutantes X Men, creados por Stan Lee y Jack Kirby a principios de los años 70, cuando las luchas por los derechos civiles convulsionaban a Estados Unidos, se diferenciaban de cualquier conjunto de superhéroes anterior no tanto por sus habilidades extraordinarias, sino por la relación que mantenían con el resto de la sociedad: mientras que los demás protagonistas de historietas debían sus poderes a la tecnología, la magia, el entrenamiento o algún accidente, los mutantes eran producto de una modificación genética posiblemente relacionada con el comienzo de la era nuclear; en vez de provocar la admiración subalterna de quienes los tomaban como campeones, eran rechazados y temidos por sus diferencias, en una línea argumental claramente inspirada en las demostraciones de racismo, homofobia y misoginia con las que se enfrentaban las minorías en aquellos tiempos. La presentación de los fantásticos –pero perseguidos y discriminados– mutantes como metáfora de cualquier grupo excluido o marginalizado se mantuvo a lo largo de las décadas, y de hecho Singer –conocido por su militancia LGBTQ– se interesó particularmente en que su versión cinematográfica de los X Men fuera percibida en sus aspectos simbólicos relacionados con los prejuicios sexuales. En particular, X Factor se destacó por introducir, a principios de esta década, personajes bisexuales, algo que en su momento fue motivo de polémica y hoy parece una discusión de hace un siglo.
Jóvenes, hermosos y malditos
Vinculada con el universo de la película Logan (James Mangold, 2017) y la serie de historietas de los X-Men llamada Días de futuro pasado –que presentaban a Wolverine y a los demás mutantes pasados a la clandestinidad, en un futuro cercano en el que eran perseguidos, y no pocas veces exterminados, por un Estado militarizado que les temía a las personas diferentes y poderosas–, The Gifted se ubica en un presente en el que esa persecución ya ha comenzado, y se centra en un grupo de jóvenes mutantes en fuga que son hostigados por una poderosa agencia gubernamental. A ese grupo se suman dos mutantes adolescentes que son hijos, paradójicamente, de un fiscal encargado de acusar y encarcelar mutantes (Stephen Moyer, el rostro más conocido del elenco).
La producción de la serie es, sobre todo en los aspectos visuales, excelente; el nivel de las actuaciones, bueno, y el ritmo y los guiones, ágiles, pero las virtudes de The Gifted realzan de alguna forma su principal problema: una suerte de déjà vu general que resulta muy poco estimulante. Todo está demasiado visto, salvo quizá para quien sea adolescente y, por algún extraño motivo, quiera ver esta serie sin conocer toda la saga de cómics y películas de los X-Men que la precedieron. De hecho, The Gifted no sólo se asemeja al universo de los X-Men, sino también –y con mayor fuerza, a partir de algunas similitudes estéticas– a la recordada serie de jóvenes superpoderosos Héroes, de la NBC (2006-2010), que no tenía una relación directa con los personajes mutantes de Marvel pero también presentaba a los suyos como muchachos de lo más comunes que, de pronto, mostraban superpoderes, asustando tanto a sus adversarios como a su círculo cercano. Hay en la serie una permanente acumulación de referencias y paralelismos en relación a la actualidad de Estados Unidos y su aparente oleada discriminatoria, teniendo como villanos a un Estado opresor y a varios modelos de bullies que son inevitablemente castigados por sus abusos verbales o físicos. Consecuentemente, el elenco de los mutantes es tan diverso, al menos en lo étnico, como puede serlo, con un indio, un hispano, una oriental, etcétera, y presenta como característica en común –además de los superpoderes– que casi todos son extremadamente atractivos y con mucha onda, lo cual los hace interrelacionarse afectivamente, agregando romance y una sensibilidad un tanto emo (es decir, emocionalmente muy demostrativa) a las aventuras sobre autos que se teletransportan, metales doblados con la mente y jóvenes matones a los que se hace saltar por los aires con un simple gesto.
Pero más allá de sus pretensiones simbólicas y su buen nivel de producción, es imposible no sentir que la serie es poco más que una versión televisiva y con menor espectacularidad de las últimas entregas cinematográficas relacionadas con los X Men, franquicia que en la pantalla grande ya está dando algunas señales de agotamiento, y un universo al que el agregado romántico teenager no le suma –por lo menos desde el punto de vista de un adulto– un aporte particularmente atractivo. The Gifted, que también podríamos traducir con un poco de mala fe (y con escaso respeto a su metadiscurso identitario y políticamente correcto) como “los privilegiados”, se podría resumir como otra serie de aventuras superpoderosas, orientada sobre todo al fragmento adolescente del público, y que cuenta el terrible drama de ser joven, fabulosamente atractivo y con habilidades muy superiores a las del resto de los mortales, pero que al mismo tiempo se propone como una metáfora de los tiempos que corren. Con semejante premisa, ¿quién podría no identificarse?
The Gifted, creada por Matt Nix. Fox. Con Stephen Moyer, Amy Acker, Sean Teale, Natalie Alyn Lind y Jamie Chung.