La película Groundhog Day (Harold Ramis, 1993; “Día de la Marmota”, aunque aquí se tituló menos sutilmente Hechizo del tiempo) fue reconocida en el momento de su estreno como una excelente y reflexiva comedia fantástica, y se convirtió en un considerable éxito de taquilla que relanzó las carreras de Bill Murray y Andy McDowell. Sin embargo, y a pesar de esa bienvenida, tal vez pocos se imaginaban que se convertiría en un clásico de la comedia de los últimos 30 años, en una metáfora recurrente acerca de quedarse atascado en un momento, y en la fuente de uno de los recursos argumentales más copiados, citados y de origen reconocible en el cine estadounidense de fantasía y ciencia ficción contemporáneo. Como se recordará, Groundhog Day cuenta la historia de un conductor televisivo que, de visita en un pequeño pueblo, descubre que comienza a vivir el mismo día una y otra vez, con todas las variables que le puede introducir al saber exactamente lo que ocurrirá en cada instante de ese día. Uno de los aciertos de aquella película fue que jamás explicaba por qué el protagonista vivía ese fenómeno extraordinario –del que sólo saldría luego de una poderosa transformación personal–, pero el recurso del loop temporal se repitió luego con distintas variables (como el de los dos personajes de distintas generaciones que intercambian cuerpos, con el correspondiente desfasaje cultural), cada vez que en Hollywood se quedaban sin ideas llamativas, convirtiendo a este bucle temporal en un auténtico loop temático, que se ha visto en films de ciencia ficción como Primer (Shane Carruth, 2004), Código fuente (Duncan Jones, 2011) y Al filo del mañana (Doug Limon, 2014), que con razonable ingenio le encontraban una explicación científica –relacionada con las paradojas temporales– a esa posibilidad de quedar encerrado conscientemente en una repetición fatalista de acontecimientos, pero también en el dramón romántico adolescente Si no despierto (Ry Russo Young, 2017) y en los films de horror slasher (es decir, con asesinos psicóticos munidos generalmente de armas blancas) Blood Punch (Madelaine Paxson, 2013) y Camp Slaughter (Alex Pucci, 2005). Es decir que se trata de un recurso que puede aplicarse a cualquier género cuando se quiere hacer una película fatalista, pero como algunos condimentos fuertes, delata su presencia con independencia de lo que se cocine y, a no ser que se lo utilice con mucha sutileza y originalidad, empalaga.
Este es un poco el caso de Feliz día de tu muerte, que se presenta como una intersección de clichés, una especie de monstruo de Frankenstein cuyo centro vital es un loop temporal, pero que en vez de aproximarse a las versiones más o menos racionales y más cercanas a la ciencia ficción de ese recurso, corta por lo sano para ir directo al terreno de la comedia de horror –término sólo en apariencia oximorónico, y al que en realidad pertenece una gran cantidad de las películas de terror orientadas a los segmentos jóvenes del público–. En esta ocasión, la película cuenta la repetida jornada final de Theresa (Jessica Rothe), una atractiva y soberbia estudiante universitaria que descubre que el día de su cumpleaños es también aquel en el que va a ser asesinada. Ese descubrimiento lo hace, como es obvio a esta altura, porque vive ese día una y otra vez, intentando averiguar la identidad de su asesino para evitar su muerte y salir del bucle temporal. Inmediatamente, el film fue definido por los críticos como una yuxtaposición de Groundhog Day y Scream (Wes Craven, 1996, de la que toma, además del asesino enmascarado y cuchillero, la autoconciencia referencial), pero hay un elemento romántico, femenino e irónico que se va revelando progresivamente y que lo aproxima también al drama de Si no despierto y al humor picante y deliberadamente superficial de Ni idea (Amy Heckerling, 1995), una película que ha hecho escuela como modelo de comedia sobre muchachas malcriadas, privilegiadas y un tanto despiadadas (pero de buen corazón), al que Feliz día de tu muerte recuerda. De hecho, es casi el mismo ámbito y espíritu de la irregular –pero bien intencionada– serie televisiva Scream Queens, también una comedia de horror.
Evidentemente, no hay casi nada de original ni de personal en una película a la que es imposible reseñar sin mencionar una decena de otras películas, que se le transparentan explícitamente a través de la piel, y cuyas guiñadas cinéfilas poseen la sutileza de un chiste de Jorge Corona (el héroe masculino tiene en su cuarto un afiche de la película They Live, de John Carpenter, la referencia fílmica anti Donald Trump más obvia que pueda imaginarse), pero si uno consigue abstraerse de ese déjà vu permanente, que a veces lo hace pensar que le está ocurriendo algo similar a lo que le pasa al personaje principal, hay que reconocer que Feliz día de tu muerte no está mal contada y se deja ver sin sorpresa pero sin aburrimiento. Buena parte del mérito es de la casi desconocida protagonista Jessica Rothe, quien a pesar de ser claramente mayor que su personaje casi adolescente, tiene un carisma natural que hace olvidar esa flexibilidad del casting. Rothe –que se parece mucho a una versión más joven de la gran Jane Krakowski de 30 Rock y Unbreakable Kimmy Schmidt– lleva con mucha gracia y picardía tanto los gags (escasos pero buenos), que aparecen repartidos en el guion, como las clásicas escenas de persecución y pánico. El gore y la brutalidad están completamente ausentes en este film agradable y claramente orientado hacia chicas y chicos que todavía no eran ni una loca idea de sus padres cuando Groundhog Day se estrenó, y que quizá no se preocupen mucho por el hecho de que los giros argumentales se vean venir desde los créditos del comienzo. 2017 ha sido un año de buenas películas de horror de gran originalidad; Feliz día de tu muerte no es una de ellas, pero quejarse de eso es como quejarse de que una banda inspirada en The Ramones sea un poco cuadrada y rudimentaria. Lo importante es que divierta, y con un horizonte de expectativas más bien petiso, esta peliculilla lo consigue.
Feliz día de tu muerte (Happy Death Day), dirigida por Christopher B Landon. Estados Unidos, 2017. Con Jessica Rothe, Israel Broussard y Ruby Modine. Grupocine Ejido y Punta Carretas; Life Cinemas Costa Urbana; Movie Montevideo, Nuevocentro y Portones; Stella (Colonia); shoppings de Colonia, Las Piedras, Paysandú, Punta del Este, Rivera y Salto.