Ingresá

Murga Don Timoteo en el Club Malvín, el miércoles. Foto: Pablo Vignali

Volver II: Don Timoteo

3 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

La entrega anterior refería a la murga La Mojigata y su ansiado regreso. Esta vez hablamos de Don Timoteo, cuyos directores responsables son Rafael Perrone y Álvaro Chino Recoba. La integran en esta ocasión Eduardo Pitufo Lombardo como director sobre el escenario, Marcel Keoroglián y Pablo Pinocho Routin, y aunque los dos últimos, cupleteros, cantan en la banda de Lombardo, es la primera vez que estas tres figuras comparten el escenario en una murga. Don Timoteo es una vez más una de las grandes candidatas y, si bien hablar de ello es apresurado y ha causado molestias entre distintos actores del carnaval, la realidad es que los planteles muchas veces favorecen que el runrún del pedregullo se escuche con anticipación.

El regreso más esperado es quizá el de Pitufo, quien hace diez años que no salía en carnaval. Su última presentación fue al frente de Asaltantes con Patente, con la que obtuvo el primer premio del concurso de murgas. Es una de esas personalidades carnavaleras que uno siempre quiere ver. Su estilo particular y detallista de empastar estilos, arreglar coros y dirigir le han dado un reconocimiento único, y su magia está intacta.

Don Timoteo es una murga que se disfruta con todos los sentidos. La mano del arreglador se hace notar por su gusto a la hora de escoger las músicas (desde Rombai hasta Soda Stereo), por la forma de combinarlas y por lo armonioso que suena el coro. Es evidente que esto se debe también a la destacada selección de cantores que confluye en esta murga porque, económicamente, hay con qué sostener semejante plantel. Quizá una de las cosas que más emocionan al carnavalero es ver nuevamente a la dupla formada por Marcel y Pitufo, que fue tan excepcional durante los gloriosos años de Contrafarsa, y que se le sume la presencia de Routin redondea una oportunidad única.

La murga presenta este año el espectáculo Mamá, yo quiero mamá. Cada integrante compone a una madre. En algunos casos el personaje es ficticio; en otros, se basa en una persona real. El hilo conductor está a cargo de María de los Placeres y Anélida, que se presentan como madres del letrista y del utilero, y suben al escenario para llenar el bache que dejan sus hijos al no salir a escena. Lo hacen con cautela aunque, como dice el coro, “hacer murga es facilón, lo difícil es ser madre”.

Don Timoteo vino cargada de humor y crítica. El primer componente está dado por las intervenciones que realizan las dos madres; una de ellas (interpretada por Keoroglián) se encarga de hacer imitaciones de Sergio Puglia, Tabaré Vázquez y Eduardo Bonomi que son muy bien recibidas por el público. Los pasajes más filosos de la crítica se presentan en el popurrí ; en el corso de madres, que tiene como centro la violencia (de género, social, económica, sexual); y en el reclamo de los derechos de imagen de los murguistas, evocando el que recientemente han realizado los jugadores de la selección uruguaya de fútbol y, luego, una gran cantidad de sus colegas que juegan en el medio local.

El espectáculo incluye también un cuplé al estilo “murga vieja”, breve pasaje en el que Anélida y María de los Placeres se refieren a las formas de pensar y actuar del marido tradicional, criticando el rol que muchos le asignan al hombre en la sociedad. Al terminar esta parte, se escuchan los acordes de “La casa de al lado”, de Fernando Cabrera, y sobre esa base la murga habla de quienes desempeñan el papel de madre/padre y de padre/ madre, para concluir con el pedido que siempre nos hacen las madres a los hijos: “Vení a visitarme alguna vez”. Vale la pena mencionar también que, en la mitad de la presentación de Don Timoteo, un pasaje cargado de ternura expresa la maravilla y el privilegio de la maternidad mediante una canción que, aportando poesía al espectáculo, se inicia con un estupendo solo de Nicolás Grandal.

La despedida, dedicada a la idea de “La oportunidad”, apunta a rememorar todas esas pequeñas posibilidades que nos da la vida de disfrutar aquello que tenemos al lado y que muchas veces no buscamos, para subrayar que, como dice el recitado previo a esa parte final, “la oportunidad siempre te anda encontrando”. Este año, Don Timoteo nos conmina a disfrutar la oportunidad de otro de los retornos más ansiados. Y ese regreso le brinda también una oportunidad a la propia murga: la de “cantarle al barrio las cosas más lindas que pueda escuchar”.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura