Comenzó la Liguilla del Carnaval y no fueron sorpresivos los fallos del jurado para decidir qué agrupaciones pasaron a esa etapa definitoria. A pesar de que muchos lamentaron la ausencia entre las murgas de Metele Que Son Pasteles, y entre los humoristas la de No Te Comas Los Morrones, la tercera rueda se inició sin polémicas de importancia.
Generalmente, cuando nos referimos al carnaval siempre pensamos sobre todo en las murgas, que son la manifestación más representativa de nuestra idiosincrasia en ese terreno. Sin embargo, en el concurso participan otras cuatro categorías (comparsas de negros y lubolos, humoristas, parodistas y revistas), que en ocasiones son menospreciadas pero que más de una vez han aportado algunas de las mejores propuestas carnavaleras. Lejos de intentar una argumentación sobre el valor de esas agrupaciones y de su permanencia en el carnaval, nos proponemos destacar a una que es candidata a ser destacada como el mejor espectáculo de carnaval de 2017: los humoristas Cyranos.
Este conjunto, que sale de Arteatro y ha obtenido varios primeros premios y menciones en concursos anteriores, este año defiende su título en la categoría con el espectáculo Samurái. A pesar de haber nacido bajo el manto de Los Buby’s, posee una impronta propia y un tipo de humor que lo identifica. Su plantel se compone de destacados artistas, músicos, actores y escritores, entre los cuales, por mencionar algunos, están Jimena Vázquez, Jimena Márquez, Florencia Infante, Darío Sellanes y Gabriel Toby Morgade.
La presentación de este año tiene como hilo conductor los Juegos Olímpicos de Tokio: dos samuráis son los encargados de encontrar un atleta que recorra el mundo con la llama olímpica, y el elegido resulta ser un personaje llamado Mario Paredes, cuidador de la llama de ANCAP, interpretado por Darío Sellanes. De esta manera se inicia un viaje por distintos países y culturas que, debido a las diferencias de estas con la nuestra, propicia variadas escenas humorísticas. La particularidad del conjunto es que no utiliza un humor prefabricado, que con esta propuesta habría planteado el riesgo de chistes muy trillados y convencionales, sino que se propone y logra ser creativo: cada pasaje instala una situación, en general de enredos, y cada situación es un momento de gracia, agudeza e ingenio.
La apertura del telón impacta cuando en escena aparecen samuráis gigantes fabricados con materiales reciclados. De allí se desprenden los humoristas, y esos grandes muñecos pasan a formar parte de la escenografía, que se va completando con figuras al estilo origami a medida que Mario Paredes pasa por distintos países, al tiempo que la ubicación de estos es señalada en un gran mapamundi que se ilumina.
El pasaje más destacable es el que está a cargo de las mujeres del conjunto, un recurso que ya hemos visto en años anteriores con excelentes resultados. Es una demostración de cómo, para revalorizar la imagen de la mujer, tan frágil en la actualidad, las acciones pueden ser más relevantes que las palabras: Cyranos hace a la mujer protagonista. Cuando Paredes llega a Arabia, las mujeres salen a escena con pañuelos árabes (conocidos, entre otros nombres, por el de shimag) y no logran reconocerse entre sí, lo que genera una serie de enredos y confusiones que termina con las seis damas siendo una y la conclusión de que “en algunas culturas ser mujer no es nada fácil”.
La puesta en escena de estos humoristas es ágil y vivaz, y el ritmo al que apuesta su director, Fernando Toja, logra que el espectáculo se desarrolle con mucha fluidez. La presentación llega a su fin casi sin que nos demos cuenta, y desde el escenario se nos invita a celebrar las diferencias. Desde el vestuario y la música se potencia ese discurso que, nuevamente, no es sólo palabra, sino, ante todo, acción. Musicalidad, vestuario, escenografía, texto, todo a disposición de un llamado urgente: si miramos de cerca, ese otro somos nosotros mismos.
El humor de Cyranos revaloriza una categoría que ha quedado rezagada en varias ocasiones y que no ha tenido giros innovadores tan marcados como los registrados, durante las últimas décadas, en las murgas o las comparsas; pero que se reactiva cada vez que el ingenio y la inteligencia están al servicio del humor. Hacer reír es una de las tareas más difíciles, y Cyranos lo logra de manera excepcional.
Ruidos y palabras
La murga La Clave, nacida en San Carlos, Maldonado, fue una sensación desde que vino por primera vez a participar al concurso montevideano. Este es quizá su año más completo y presenta uno de los mejores espectáculos del carnaval según el jurado, que la ubicó entre las diez mejores propuestas de su categoría.
El espectáculo se titula Ruido, y sus textos están a cargo de Christian Ibarzábal, Martín Sosa y Gerardo Alemán Dorado. Luego de haber sufrido los destrozos que un notorio temporal causó en su local de ensayos, La Clave puso manos a la obra, logró sobreponerse a la adversidad y se presentó en el Teatro de Verano, donde recibió una excelente y calurosa recepción del público.
Vestuario, escenografía y puesta en escena acompañan de forma excepcional a un espectáculo que tiene como hilo conductor la contaminación sonora, pero no en términos generales sino la causada por quienes hablan por hablar. La escena se divide en dos: lo que sucede sobre una plataforma, donde se lleva adelante el hilo conductor del espectáculo, y lo que pasa en el nivel del escenario, donde se desarrollan el salpicón y los cuplés a cargo del coro murguero.
Cargada de crítica y humor, su salpicón tiene un punto alto cuando las noticias que se presentan se descomponen, se confunden y se mezclan, de modo que, por ejemplo, lo que parecía ser un planteo oficialista se convierte en una dura crítica al gobierno que no ha sabido dar respuestas a ciertos temas importantes de la agenda nacional, como la educación.
Entre los cuplés, lo más destacados en cuanto al humor son los que refieren a la propia ciudad de San Carlos y al reguetón. El primero es un homenaje al pago de la murga, y es la primera vez (por lo menos desde que se presenta en Montevideo) que La Clave se refiere directamente a su lugar de origen. La descripción de la ciudad se vuelve una enumeración de elementos característicos, en la que se marcan diferencias y similitudes con otras localidades del país. Es un pasaje simpático y localista que el público disfruta, ya sea porque conoce San Carlos, por analogía con la experiencia en otras ciudades del interior uruguayo o por lo que descubre gracias a la murga. Este cuplé nos trae una variedad de expresiones lingüísticas carolinas que se usan indistintamente para diversas situaciones (entre ellas, la más destacada es “¡Ah, ‘tás loco...!”) y que, por el modo en que el espectáculo saca provecho de ellas, generan el pasaje humorístico más efectivo.
El cuplé del reguetón se refiere a la popularidad actual de ese género musical de origen puertorriqueño (que, a su vez, es una mezcla de fuentes diversas). Expresa, con un enfoque cultural nacionalista, preocupación por el papel que desempeña la música procedente de otros países, a la que se considera carente de profundidad, en desmedro de la creada en Uruguay, así como la celebración de lo ajeno y la falta de recursos para la difusión de lo propio (esto haciendo referencia al conflicto relacionado con el Museo del Carnaval). El tono de este pasaje es ante todo humorístico, y tomándolo así resulta efectivo, con independencia de que el asunto podría ser discutido y relativizado en otros términos.
En cuanto a la crítica, además del salpicón al que ya se hizo referencia está el cuplé sobre “los indignados de las redes sociales” y esa forma contemporánea de rebeldía ante las atrocidades del mundo que se expresa sin incomodarse mucho, mediante una computadora o un celular, y centra su aporte a los cambios en un “me gusta” o un hashtag. Este pasaje se cierra con una canción reflexiva que apela a la necesidad de sentirnos parte de un mundo que se resquebraja.
El espectáculo termina una vez que se logró, en medio del ruido, la tan ansiada escucha, objeto último de todo lo sucedido antes. La despedida refiere al valor de la palabra y a su múltiple significación, con un vestuario que acompaña el tema; cada murguista se lleva miles de palabras en post it fluorescentes.
Murga La Clave es uno de los diez mejores espectáculos de murgas del carnaval 2017: ¡Ah, ‘tás loco!