El movimiento cinematográico argentino está encendido: personalidades como los directores Juan José Campanella -simpatizante del oficialismo-, Lucrecia Martel, Mariano Llinás, Israel Adrián Caetano y Luis Puenzo, el productor y actor Adrián Suar, el actor Luis Machín y las actrices Natalia Oreiro y Verónica Llinás, pero también asambleas multitudinarias que reunieron a cientos de representantes de instituciones vinculadas con el cine, productores, críticos y periodistas, denunciaron un proyecto de “vaciamiento” del estatal Instituto Nacional del Cine y las Artes Audiovisuales (INCAA) por parte del gobierno que preside Mauricio Macri.
Todo comenzó cuando el actual ministro de Cultura, Pablo Avelluto, le pidió la renuncia al presidente del INCAA, Alejandro Cacetta, por un informe a cargo del periodista Eduardo Feinmann -que había sido presentado en el programa televisivo Animales sueltos, de Alejandro Fantino- sobre supuestas irregularidades en la gestión de ese instituto. Inmediatamente, diversos representantes del sector denunciaron que había existido una “operación mediática” con muchas inconsistencias para tratar de justificar esa destitución. En el informe, por ejemplo, Feinmann afirmó que no se había construido una sola escuela cinematográfica, pero a comienzos de mayo de 2015 la ex presidenta Cristina Fernández inauguró la primera del noreste argentino.
Según quienes critican la medida y se han movilizado contra ella, los objetivos gubernamentales son una fuerte restricción de la autonomía del INCAA y “la inminente reducción o supresión” de los fondos millonarios de que dispone para financiarse y apoyar a su vez la producción nacional, de acuerdo con disposiciones de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (los recursos provienen, en su mayor parte, de un impuesto a esos servicios y de casi la mitad de lo que se recauda por IVA a las entradas vendidas en las salas de exhibición). De acuerdo con la versión de las autoridades, no hay tal intención de recortar el financiamiento del INCAA, y el verdadero problema es que en el manejo de esos fondos han existido irregularidades, que los defensores del oficialismo inscriben en un marco general de corrupción y clientelismo durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, orientado en este caso a reforzar la construcción de un “relato” afín a sus intereses.
En todo caso, el trasfondo político es claro, entre otras cosas porque Avelluto redobló la apuesta al anunciar que a partir de esta semana “va a haber más desplazamientos en el plantel de gerentes” del INCAA, y vinculó esto con la filiación política de quienes serán destituidos. El ministro admitió que Cacetta “es un hombre honesto y con mucha trayectoria [que] ha hecho un buen trabajo en el fomento del cine nacional”, pero sostuvo que “no se animó a meterse con los bolsones de irregularidades que subsisten en el INCAA desde hace muchísimos años”, y que “no fueron convincentes” sus respuestas frente a las acusaciones de corrupción. Agregó que ya le había advertido al director que “tenía que modificar su plantel de gerentes”, porque las prácticas corruptas estaban ocurriendo por “debajo de él”, y remató su alegato diciendo: “A partir del lunes vamos a modificar el plantel de gerentes que tiene la institución, algunos de los cuales vienen del kirchnerismo”. Para sustituir a Cacetta fue designado Ralph Haiek, que se venía desempeñando como vicepresidente del INCAA, y a quien se le atribuye disposición a concretar la “purga” en esa institución que pretende el gobierno nacional.
Se fue solo
El informe presentado por Feinmann apuntó también contra Pablo Luis Rovito, el rector de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográica (ENERC), que depende del INCAA y es una de las más importantes de Argentina. Se manejaba que la destitución de Rovito iba a ser parte de la ofensiva macrista contra el instituto, pero el rector se adelantó a renunciar, el lunes, para manifestar su solidaridad con Cacetta y el rechazo a su alejamiento forzado. Al fundamentar esa decisión, insistió en que el informe de Animales sueltos estuvo “plagado de falsedades e inexactitudes” y fue parte de una “burda operación de prensa” para descabezar al INCAA. También destacó que había accedido por concurso a la conducción de la ENERC, y que sus responsabilidades, de tipo académico, nada tenían que ver con los aspectos administrativos y económicos de esa institución.
En una carta dirigida a Haiek, Rovito argumentó: “¿Cómo podría continuar trabajando en la escuela durante su presidencia, cuando la lógica que el ministro [Avelluto] esgrime para separar del cargo al señor Alejandro Cacetta es incomprensible, en tanto lo deja a usted a cargo, siendo que debería alcanzarle el mismo criterio por haber compartido la gestión?”. En esa línea, cuestionó que el nuevo director se mantenga en silencio ante las acusaciones de corrupción.
Cacetta había asumido el cargo en diciembre de 2015, luego de que Campanella se lo propusiera al macrismo y de que todos los sectores vinculados con la industria del cine apoyaran su candidatura. Su alejamiento generó controversias dentro del oficialismo, y Campanella sostuvo desde su cuenta de Twitter, sin necesidad de llegar a 140 caracteres: “No hay una persona en la industria del cine, ni una, que tenga dudas sobre la honestidad de Alejandro Cacetta. Horrible y torpe opereta”. A su vez, el ahora ex director del INCAA aseguró que “si hubo transparencia [en el instituto], fue en esta gestión; las explicaciones están todas, esto no tiene que ver con las explicaciones que se den”, y contraatacó al deslizar: “Tal vez yo no acepté algún manejo espurio que me proponían y pagué las consecuencias”.
Mañana, el sector movilizado en contra de la remoción de Cacetta aprovechará la inauguración del BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) para organizar protestas y campañas de difusión de sus puntos de vista sobre la situación creada.