“Hago que el mar se encrespe, logro que la jungla arda. Soy una mala influencia”, desafiaba uno de los personajes interpretados por la actriz y cantante alemana Marlene Dietrich (1901-1992), quien estuvo entre los grandes -y andróginos- símbolos sexuales de la historia del cine.
Esta leyenda de la pantalla comenzó a forjarse en una dispar y larga carrera que comenzó a los 19 años, estalló con El Ángel Azul (1930, la primera de las numerosas películas con ella como protagonista que dirigió Josef von Sternberg) y finalizó en 1976, cuando decidió abandonar el cine (una decisión que mantuvo salvo por su brevísima aparición en Just a Gigolo -David Hemmings, 1978-, junto a David Bowie).
De punta a punta, protagonizó más de medio centenar de películas, y en varias de ellas trabajó junto a importantes cineastas, como Alfred Hitchcock (Desesperación -1950-), Billy Wilder (Berlín Occidente -1948-, Testigo de cargo -1957-), Fritz Lang (Encubridora -1952-) y Orson Welles, con quien interpretó como actriz secundaria a uno de sus personajes preferidos, junto a Charlton Heston, Janet Leigh y el propio Welles, en Sed de mal (1958).
El oportuno ciclo que organizó Cinemateca en su sala de Pocitos sigue hasta el domingo con varios recomendados: hoy a las 17.30 se exhibirá Desesperación, en la que un muchacho es acusado de asesinato y su novia intenta culpar a la resbalosa Marlene; el viernes le tocará a Encubridora, entre el western y el cine noir; el sábado, a la mítica Sed de mal, que además de ser una obra maestra de Welles es una gran reflexión sobre la corrupción y el poder; y el domingo, a Testigo de cargo, una adaptación de la ingeniosa obra teatral de Agatha Christie, en la que Dietrich redobla las variaciones del suspenso junto a Tyrone Power y Charles Laughton.