El 1º de junio se estrena Zama, la versión fílmica que realizó la argentina Lucrecia Martel (La ciénaga, 2001) de la novela homónima de su compatriota mendocino Antonio di Benedetto, editada en 1956, que es una de las joyas de la literatura en español. Pero aunque ya puede verse algún trailer, y pese a la postergación del estreno, que estaba previsto para el año pasado, aún es poco lo que se sabe sobre esta difícil adaptación de una obra en la que el lenguaje (escrito) tiene un papel protagónico.
El fin de semana pasado, durante una charla en la Feria Internacional del Libro bonaerense, la directora dio algunas pistas. “El tema de Zama no es la espera, sino la ineficacia de la muerte. Cuando leí el libro tuve un estado de euforia inexplicable, que al principio me costaba entender. Lo entendí a medida que hice la película. Es difícil decir ahora qué es para mí la película; se termina de entender en resonancia con los espectadores”, dijo, y agregó: “En Zama, es la identidad como cárcel lo que me interesó. El personaje está obligado a ser alguien. Es una condición a la que todo ser humano se ve obligado en una sociedad. Esa clave me la dieron algunas líneas sobre el matrimonio que están en la novela. Ese aspecto me cautivó y en torno de eso construí la película: el proceso del personaje de tener que ser alguien”.